• Devs utiliza la computación cuántica para explorar el determinismo y el libre albedrío de manera accesible y profunda, demostrando que la ciencia ficción televisiva puede ser intelectualmente estimulante sin sacrificar la narrativa.
• Esta obra subestimada de Alex Garland merece reconocimiento por su capacidad de hacer filosofía a través del thriller tecnológico, ofreciendo una experiencia que permanece en la mente días después de verla.
• Con ocho episodios perfectamente estructurados, la serie demuestra la potencia narrativa de la concisión en una época donde las producciones se alargan innecesariamente.
Hay series que llegan sin hacer ruido y se convierten en pequeñas joyas que solo unos pocos descubren. En un mundo saturado de contenido donde las plataformas compiten por nuestra atención con explosiones y efectos especiales, a veces las obras más profundas pasan desapercibidas.
Es lo que ocurre con esas historias que no buscan impresionarnos con su espectáculo, sino hacernos pausar el episodio para apuntar una frase que nos ha removido por dentro.
¿Qué pasaría si pudiésemos ver el futuro? No hablo de profecías místicas, sino de cálculos cuánticos tan precisos que convirtieran el libre albedrío en una ilusión. Esta pregunta, que podría haber salido de las páginas de Philip K. Dick, encuentra su respuesta en una miniserie que merece estar en la conversación de las mejores obras de ciencia ficción de los últimos años.
Una Mente Visionaria Detrás de la Cámara
Alex Garland no es un nombre que pase desapercibido en el universo de la ciencia ficción contemporánea. Después de regalarnos Ex Machina y Aniquilación, el cineasta británico decidió adentrarse en el formato televisivo con Devs.
El resultado es una obra que confirma su maestría para transformar conceptos complejos en narrativas viscerales.
La serie, estrenada en 2020 en Hulu, nos presenta a Lily Chan, interpretada por Sonoya Mizuno. Es una ingeniera de software que se ve arrastrada a una conspiración cuando su novio Sergei muere misteriosamente tras conseguir trabajo en la división más secreta de Amaya, una empresa de computación cuántica.
Lo que comienza como una investigación personal se convierte en algo mucho más grande. Un viaje hacia las preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la realidad y nuestra capacidad de elección.
El Corazón Cuántico de Amaya
En el centro de esta historia se encuentra Forest, el enigmático CEO de Amaya interpretado por Nick Offerman en una de sus interpretaciones más matizadas. Forest no es el típico villano corporativo que estamos acostumbrados a ver en el cine de ciencia ficción.
Es un hombre obsesionado, sí, pero sus motivaciones trascienden la ambición o el poder.
La división Devs que dirige ha desarrollado una computadora cuántica capaz de algo que desafía nuestra comprensión del tiempo: predecir tanto el pasado como el futuro con una precisión aterradora. No hablamos de probabilidades o estimaciones, sino de certezas absolutas que convierten la historia humana en una película ya rodada.
Esta premisa podría haberse quedado en pura especulación tecnológica. Pero Garland la utiliza como trampolín para explorar territorios mucho más profundos.
¿Somos realmente libres si cada una de nuestras decisiones puede ser calculada con antelación?
Filosofía Cuántica Accesible
Una de las mayores virtudes de Devs es su capacidad para hacer digeribles conceptos que normalmente requerirían un doctorado en física cuántica. Garland no subestima a su audiencia, pero tampoco la abruma con tecnicismos incomprensibles.
La serie funciona en múltiples niveles. En la superficie, tenemos un thriller tecnológico sólido con misterios que se van desvelando episodio a episodio.
Pero por debajo late una reflexión profunda sobre el determinismo que me recordó a esas noches en las que uno se queda despierto pensando en las implicaciones de Arrival o Her.
Los diálogos están cargados de peso filosófico, pero nunca se sienten artificiales o pretenciosos. Cada conversación entre los personajes es una pieza más en un puzzle conceptual que se va completando con una precisión casi… cuántica.
Es de esas series que te hacen pausar para apuntar frases. Como cuando Forest reflexiona sobre la naturaleza del tiempo, o cuando Lily cuestiona si sus decisiones son realmente suyas.
La Estética del Pensamiento
Visualmente, Devs es una obra que entiende que la ciencia ficción no necesita ciudades flotantes o naves espaciales para ser impactante. La sede de Amaya, con su arquitectura minimalista y su laboratorio cuántico que parece un templo tecnológico, crea una atmósfera que es a la vez familiar y profundamente inquietante.
La fotografía de la serie juega con contrastes que reflejan las dualidades temáticas: luz y oscuridad, certeza e incertidumbre, libre albedrío y determinismo. Cada plano parece pensado para reforzar las preguntas que la narrativa está planteando.
La banda sonora, compuesta por Ben Salisbury y Geoff Barrow, complementa perfectamente esta estética contemplativa. No busca manipular nuestras emociones de forma obvia, sino crear un paisaje sonoro que nos sumerge en la atmósfera reflexiva que Garland busca.
Personajes en el Laberinto del Destino
Lily Chan no es la típica protagonista de thriller tecnológico. Su búsqueda de respuestas sobre la muerte de Sergei la convierte en una detective reluctante, pero su verdadero viaje es interno.
A medida que descubre las capacidades de la máquina cuántica, debe enfrentarse a preguntas sobre su propia agencia y libertad.
Forest, por su parte, es un personaje fascinante porque sus motivaciones están enraizadas en el dolor más humano posible. Sin entrar en spoilers, su obsesión con la computadora cuántica tiene raíces profundamente personales que transforman lo que podría haber sido un villano unidimensional en alguien trágicamente comprensible.
El resto del reparto, incluyendo a los científicos que trabajan en Devs, funciona como un coro griego que debate las implicaciones éticas y filosóficas de su trabajo. Cada personaje representa una perspectiva diferente sobre las preguntas centrales de la serie.
Ocho Episodios, Infinitas Reflexiones
En una época donde las series se alargan innecesariamente para llenar temporadas, Devs demuestra la potencia narrativa de la concisión. Ocho episodios son suficientes para desarrollar completamente sus ideas sin caer en relleno o divagaciones innecesarias.
Cada episodio funciona como un capítulo de una novela filosófica, avanzando tanto en la trama como en la exploración conceptual. La serie nunca se siente apresurada ni estirada artificialmente.
Garland sabe exactamente qué historia quiere contar y cuánto tiempo necesita para contarla.
El ritmo pausado puede no ser para todos los espectadores, pero es precisamente esa cadencia reflexiva lo que permite que las ideas más complejas se asienten y resuenen. Es una serie para saborear, no para consumir de forma compulsiva.
Me recuerda a esas tardes perdidas reflexionando sobre Blade Runner o Dune. Obras que no te sueltan fácilmente.
El Legado de una Obra Subestimada
Con un 82% en Rotten Tomatoes, Devs recibió reconocimiento crítico, pero nunca alcanzó la popularidad masiva que merecía. Quizás porque llegó en un momento saturado de contenido, o porque su naturaleza contemplativa no encaja con el consumo acelerado de entretenimiento actual.
Pero las mejores obras de ciencia ficción no siempre son las más populares en su momento. Blade Runner fue un fracaso comercial que se convirtió en culto.
Arrival encontró su audiencia gradualmente. Devs tiene esa misma cualidad atemporal que la convertirá en una referencia para futuros creadores.
La serie demuestra que la televisión puede ser un medio tan poderoso como el cine para explorar ideas complejas. En manos de un visionario como Garland, ocho horas de televisión se convierten en un tratado filosófico disfrazado de thriller.
Lo que más me fascina de Devs es cómo utiliza la tecnología cuántica como metáfora de nuestras ansiedades contemporáneas. En una era donde los algoritmos predicen nuestros comportamientos y las grandes tecnológicas conocen nuestros deseos antes que nosotros mismos, la pregunta sobre el libre albedrío nunca ha sido más relevante.
Devs es esa clase de obra que la ciencia ficción necesita más a menudo: inteligente sin ser pedante, accesible sin ser simplista, y profunda sin perder de vista la humanidad de sus personajes. En un género que a veces se pierde en sus propios artificios tecnológicos, Garland nos recuerda que las mejores historias de ciencia ficción son, en el fondo, historias sobre nosotros mismos.
Si eres de los que pausan las películas para apuntar frases que te impactan, o de los que se quedan días pensando en las implicaciones de lo que acaban de ver, Devs te está esperando.
No es solo entretenimiento; es una invitación a cuestionar la naturaleza misma de nuestras decisiones y, por extensión, de nuestra humanidad. En un universo donde cada elección podría estar ya determinada, ¿qué nos queda?
La respuesta, como todo en esta serie extraordinaria, es más compleja y hermosa de lo que podríamos imaginar.