John Williams CONFIESA a los 93 años: «Nunca me gustó la música de cine»

A sus 93 años, John Williams revela su desinterés por la música de cine, mostrando la lucha del arte comercial frente al arte puro. Descubre su legado.

✍🏻 Por Tomas Velarde

agosto 28, 2025

• John Williams confiesa a los 93 años que «nunca le gustó mucho la música de cine», una declaración paradójica del compositor más celebrado de Hollywood.

• Esta tensión entre arte comercial y arte puro revela la eterna lucha del creador que busca la excelencia dentro de los confines industriales del séptimo arte.

• Sus cinco Oscar y partituras inmortales demuestran que incluso trabajando en un medio que considera menor, el genio musical encuentra formas de trascender.

En el mundo del cine, pocas revelaciones resultan tan desconcertantes como escuchar al mismísimo John Williams declarar que jamás sintió verdadero aprecio por la música cinematográfica. Es como si Hitchcock hubiese confesado su desdén por el suspense, o como si Bergman hubiera admitido que los dramas psicológicos le aburrían profundamente.

Esta confesión del maestro de 93 años no sólo desafía nuestras expectativas, sino que abre una ventana fascinante hacia la mente de quien ha moldeado el paisaje sonoro de nuestras emociones cinematográficas durante más de cinco décadas.

¿Cómo reconciliar esta aparente contradicción? La respuesta nos lleva al corazón mismo de lo que significa crear arte dentro de los confines comerciales de Hollywood.

La confesión que desafía su legado

En una conversación reciente con su biógrafo Tim Grieving, Williams no se anduvo con rodeos al expresar su opinión sobre el género que le ha proporcionado fama mundial. «Nunca me gustó mucho la música de cine», declaró con esa franqueza que sólo permite la edad y el reconocimiento universal.

Para el compositor, la música cinematográfica resulta efímera y fragmentaria, carente de la solidez estructural que caracteriza a las grandes obras del repertorio clásico. «La simple idea de que la música de cine tenga el mismo lugar en la sala de conciertos que la mejor música del canon es una noción equivocada», añadió.

Esta perspectiva, viniendo de quien ha compuesto las partituras de «La guerra de las galaxias», «Tiburón» y «La lista de Schindler», podría parecer una traición a su propio legado. Sin embargo, revela algo mucho más profundo sobre la naturaleza del arte y la creación.

El maestro que trabajó por encargo

Williams, formado en la tradición clásica y profundamente influenciado por maestros como Brahms y Chaikovski, nunca abandonó su amor primigenio por la música de concierto. Para él, existe una diferencia fundamental entre la música concebida como arte autónomo y aquella que nace subordinada a las necesidades narrativas de una película.

Esta aparente contradicción me recuerda a otros grandes artistas que trabajaron por encargo sin renunciar a su visión personal. Pensemos en los maestros del Renacimiento, que crearon obras inmortales para mecenas cuyas motivaciones distaban mucho del arte puro.

O en directores como Billy Wilder, quien navegó brillantemente entre las exigencias comerciales de los estudios y su mordaz visión autoral. La grandeza surge precisamente de esa tensión entre lo que creemos que deberíamos hacer y lo que las circunstancias nos piden.

El legado que trasciende las palabras

No obstante, esta aparente contradicción entre sus convicciones estéticas y su brillante carrera cinematográfica no hace sino subrayar la maestría de Williams. Sus cinco premios Oscar y su capacidad para crear temas que trascienden la pantalla demuestran que incluso trabajando en un medio que considera menor, su genio musical encuentra formas de elevarse.

Desde los primeros compases amenazantes de «Tiburón» hasta la épica fanfarria de «La guerra de las galaxias», Williams ha conseguido algo que pocos compositores logran: crear un universo sonoro reconocible al instante, capaz de evocar mundos enteros con apenas unas notas.

Sus temas no son meros acompañamientos; son arquitecturas emocionales que sostienen y enriquecen la experiencia cinematográfica. Cuando escuchamos esos primeros acordes de «Superman» o la melancólica melodía de «E.T.», no estamos ante música subordinada, sino ante creaciones que han alcanzado vida propia.

Una lección sobre arte y oficio

Su última partitura para «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» en 2023 marca, posiblemente, el final de una era. A los 93 años, Williams ha completado un ciclo que comenzó cuando el cine aún buscaba su lenguaje musical definitivo.

La confesión de John Williams nos deja una lección valiosa sobre la naturaleza del arte y el oficio. Su música ha acompañado nuestros sueños y pesadillas durante décadas, y seguirá haciéndolo mucho después de que sus palabras se desvanezcan en el olvido.

Al final, como ocurre con todo gran arte, lo que importa no son las intenciones del creador, sino la huella imborrable que deja en quienes lo experimentan. Williams ha logrado que generaciones enteras asocien sus melodías con algunos de los momentos más poderosos de sus vidas cinematográficas.

Y eso, queramos o no, también es una forma sublime de inmortalidad artística.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

Document

Ediciones Especiales

AL MEJOR PRECIO

books

SOLO EN

Ediciones Especiales

AL MEJOR PRECIO

SOLO EN

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}
>