• Alan Ritchson protagoniza «Motor City», un thriller de venganza casi sin diálogos ambientado en el Detroit de los años 70 que se estrena en el Festival de Venecia.
• La propuesta de Potsy Ponciroli demuestra que el cine de acción puede ser artístico sin perder su atractivo comercial, algo que necesitábamos ver más a menudo.
• Ritchson también aborda los rumores sobre su posible fichaje por DC, sugiriendo conversaciones con el estudio aunque no necesariamente como Batman.
Cuando hablamos del cine de acción contemporáneo, solemos pensar en explosiones ensordecedoras y diálogos repletos de frases ingeniosas. Pero, ¿qué ocurriría si eliminásemos casi por completo las palabras?
Esta es precisamente la apuesta de «Motor City», el nuevo thriller protagonizado por Alan Ritchson. Una propuesta que promete redefinir lo que entendemos por cine de acción.
La idea no es nueva en el séptimo arte. Recordemos joyas como «Drive» o incluso «Mad Max: Fury Road». Sin embargo, sí resulta arriesgada en un panorama donde los estudios prefieren fórmulas probadas.
Que un actor conocido principalmente por «Reacher» se lance a producir y protagonizar un experimento narrativo de estas características dice mucho. Tanto de su ambición artística como de su comprensión del medio.
Un Detroit silencioso pero elocuente
«Motor City» nos transporta al Detroit de los años 70. Una época dorada para el cine de venganza que nos regaló clásicos como «Death Wish» o «Dirty Harry».
La película sigue a un hombre traicionado por un policía corrupto y un narcotraficante. Pierde a su prometida en el proceso y busca venganza en las calles de Motor City.
Lo fascinante de la propuesta de Potsy Ponciroli es cómo abraza el silencio como herramienta narrativa. En una industria obsesionada con explicarlo todo, «Motor City» confía en la inteligencia del espectador.
Ritchson describe el proyecto como «súper único y súper artístico», pero sin perder de vista el atractivo comercial. Es una declaración de intenciones que me recuerda a lo mejor del cine de los 70.
Cuando directores como William Friedkin o Don Siegel lograban equilibrar arte y entretenimiento sin complejos.
La evolución de un actor-productor
Lo que más me llama la atención es ver cómo Ritchson ha evolucionado desde «Smallville». Aquel joven actor que daba vida a Aquaman se ha convertido en un profesional que entiende el negocio desde múltiples perspectivas.
Su trabajo como productor en «Motor City» no es meramente nominal. Ritchson se ha involucrado activamente en la coreografía de las peleas.
Busca crear secuencias de acción viscerales y dinámicas. «Creo que sé cómo hacer acción mejor que nadie», declara con una confianza que podría sonar arrogante.
Si no fuese respaldada por su compromiso con el proyecto.
Esta evolución me recuerda a otros actores que han sabido reinventarse. Desde Clint Eastwood hasta más recientemente John Krasinski, la historia del cine está llena de intérpretes que encontraron su voz detrás de las cámaras.
El desafío de actuar sin palabras
Interpretar en una película prácticamente sin diálogos presenta desafíos únicos. Ritchson parece haberlos abrazado con entusiasmo.
La necesidad de transmitir emociones complejas únicamente a través de la expresión facial requiere un nivel de preparación especial. No todos los actores están dispuestos a asumirlo.
En el universo DC, hemos visto ejemplos brillantes de narrativa visual. Pensemos en las mejores secuencias de Zack Snyder, donde la acción se comunica sin explicaciones verbales.
O en el trabajo de Christopher Nolan, maestro en el arte de mostrar sin decir.
Ritchson parece entender que el cine de acción, en su mejor versión, es un medio fundamentalmente visual. Su apuesta por «Motor City» sugiere una madurez artística que va más allá de su trabajo televisivo.
Un reparto de lujo para un experimento arriesgado
La película cuenta con un reparto notable que incluye a Shailene Woodley, Pablo Schreiber y Ben Foster. La presencia de estos actores refuerza la sensación de que «Motor City» es algo especial.
Todos ellos son conocidos por su compromiso con proyectos desafiantes.
Además, la participación de Jack White como consultor de la banda sonora añade otra capa de interés. El músico aporta una sensibilidad artística que complementa perfectamente la visión de Ponciroli.
Esta combinación de talentos sugiere que estamos ante un proyecto que ha sabido atraer a profesionales dispuestos a apostar por algo diferente. Algo que siempre es una buena señal en Hollywood.
Las conversaciones sobre Batman y el futuro en DC
Inevitablemente, la conversación deriva hacia los rumores sobre el posible fichaje de Ritchson por DC. El actor aborda el tema con diplomacia, sugiriendo conversaciones con el estudio.
Pero sin confirmar nada específico sobre Batman.
Como seguidor del universo DC, debo admitir que la idea de Ritchson como el Caballero Oscuro resulta intrigante. Su físico y experiencia en acción podrían funcionar bien.
Especialmente si James Gunn busca un enfoque diferente para el personaje.
Sin embargo, lo que más me interesa es su actitud hacia estas especulaciones. Ritchson parece entender que su futuro no depende únicamente de conseguir el papel más codiciado de Hollywood.
Sino de demostrar su valía como artista y profesional.
El estreno en Venecia: una declaración de intenciones
Que «Motor City» se estrene en el Festival de Venecia el 30 de agosto es toda una declaración de intenciones. Los festivales europeos han sido tradicionalmente más receptivos a propuestas experimentales.
Venecia en particular tiene un historial de apostar por cine de género inteligente.
Este estreno sitúa la película en un contexto artístico que va más allá del entretenimiento puro. Es una forma de decir que el cine de acción puede aspirar a algo más que la mera espectacularidad.
La estrategia me recuerda a otros thrillers que han encontrado en los festivales el reconocimiento que quizás no habrían obtenido en un estreno comercial convencional.
«Motor City» representa exactamente el tipo de apuesta que necesita el cine de acción contemporáneo. Inteligente sin ser pretencioso, artístico sin perder de vista al público.
Alan Ritchson ha demostrado que su evolución como profesional va mucho más allá de interpretar personajes icónicos. Y eso es algo que merece nuestro respeto y atención.
Independientemente de si acaba vistiendo la capa de Batman o no, Ritchson ha encontrado una forma de demostrar algo importante. Que el cine de género puede ser tan ambicioso como cualquier drama de autor.
Y eso, en los tiempos que corren, es casi un acto revolucionario. Esperemos que Venecia le dé la recepción que merece.