Las películas más populares de 2025 según IMDB

IMDb 2025: Superman lidera y Warner ocupa los cuatro primeros. Metodología de 250M usuarios, discrepancias con Google y un canon cada vez más fragmentado.

✍🏻 Por Tomas Velarde

diciembre 9, 2025

• IMDb ha revelado que Superman de James Gunn encabeza la lista de películas más populares de 2025, con Warner Bros. dominando los cuatro primeros puestos del ranking.

• La metodología basada en 250 millones de usuarios mensuales refleja una democratización del gusto que, si bien es más inclusiva, no siempre coincide con la excelencia cinematográfica.

• La discrepancia entre las listas de IMDb y Google evidencia la fragmentación actual del panorama mediático y la dificultad de establecer un canon popular unificado.

En una época donde el algoritmo ha sustituido al criterio del crítico especializado, las listas de popularidad se han erigido como los nuevos árbitros del gusto cinematográfico. IMDb, esa inmensa hemeroteca digital que alberga desde las obras maestras de Bergman hasta las producciones más comerciales de Marvel, acaba de publicar su ranking anual de 2025.

Como alguien que comenzó escribiendo críticas en foros de cinéfilos cuando internet aún balbuceaba, observo estos listados con la melancolía de quien ha presenciado cómo la democratización del gusto ha desplazado, quizás definitivamente, el peso de la crítica especializada.

No obstante, sería necio desdeñar por completo estos datos. El cine, desde sus orígenes en las barracas de feria, ha sido un arte eminentemente popular. Comprender qué mueve a las masas nos ayuda a radiografiar el estado de nuestra cultura audiovisual contemporánea.

El triunfo del superhéroe y la hegemonía de Warner

La coronación de Superman de James Gunn como película más popular de 2025 no sorprende a quien haya seguido la evolución del cine de superhéroes desde que Tim Burton reinventó al Caballero Oscuro en 1989.

Lo verdaderamente llamativo es el dominio absoluto de Warner Bros. en los cuatro primeros puestos, con títulos como Weapons, Sinners y One Battle After Another completando el podio.

Esta hegemonía trasciende el mero éxito comercial. Warner Bros., el estudio que nos legó Casablanca, El halcón maltés y los thrillers de Hitchcock, parece haber encontrado la fórmula para capturar la atención del público contemporáneo.

Aunque uno no puede evitar preguntarse si esta popularidad se traduce en verdadera calidad cinematográfica o simplemente en eficacia promocional.

La metodología de IMDb, basada en visualizaciones y búsquedas de 250 millones de usuarios mensuales, ofrece una perspectiva democrática pero problemática. Como observador del cine durante décadas, he aprendido que la popularidad inmediata raramente coincide con la perdurabilidad artística.

¿Cuántas de estas películas resistirán el paso del tiempo como lo hicieron Ciudadano Kane o Los siete samuráis?

Resulta reveladora la discrepancia entre las listas de IMDb y Google, donde títulos como KPop Demon Hunters ocupan posiciones prominentes en una plataforma pero no en la otra.

Esta divergencia ilustra la atomización actual del panorama mediático. Diferentes audiencias consumen contenido en ecosistemas prácticamente paralelos, haciendo cada vez más difícil hablar de un gusto popular unificado.

La presencia de Netflix con dos títulos, junto con una producción de Apple y el inevitable Thunderbolts de Marvel, dibuja un mapa de la distribución cinematográfica que habría resultado impensable en la época dorada de los estudios.

Las plataformas de streaming han democratizado el acceso, pero también han fragmentado las audiencias de manera que el consenso cultural se antoja cada vez más inalcanzable.

Como cinéfilo formado cuando el peso de la crítica especializada era determinante, observo con fascinación cómo estas métricas reflejan gustos que a menudo escapan a la comprensión tradicional.

No se trata de juzgar estos gustos como superiores o inferiores, sino de reconocer que representan una nueva forma de relacionarse con el cine.

El fenómeno televisivo y sus nuevas estrellas

La lista de series más populares, encabezada por The White Lotus de HBO, seguida de The Last of Us y Severance, revela la sofisticación creciente del público televisivo.

Estos títulos demuestran que la audiencia masiva no rechaza necesariamente la complejidad narrativa cuando está bien ejecutada.

The White Lotus representa un fenómeno particularmente interesante: una serie que combina la accesibilidad del formato antológico con una mirada satírica sobre la sociedad contemporánea.

Su éxito sugiere que existe un apetito real por contenido que no subestime la inteligencia del espectador, algo que los grandes estudios parecen haber olvidado en su búsqueda del denominador común más bajo.

La coronación de Isabela Merced como estrella más popular del año nos recuerda que el star system sigue siendo una fuerza poderosa en la industria.

Sin embargo, la naturaleza efímera de estas popularidades en la era digital hace que uno se pregunte si estamos ante el nacimiento de una nueva estrella duradera o ante otro fenómeno viral pasajero.

Reflexiones sobre la medición del impacto cultural

La afirmación de que estas listas reflejan «lo que las audiencias no podían dejar de ver, buscar y comentar» plantea cuestiones fundamentales sobre cómo medimos el impacto cultural del cine en la actualidad.

Como alguien que ha seguido la evolución de la crítica cinematográfica desde los foros especializados hasta las redes sociales, puedo atestiguar cómo han cambiado los parámetros de relevancia cultural.

Recuerdo vívidamente las discusiones interminables en aquellos primeros foros sobre la profundidad de campo en Ciudadano Kane o la estructura narrativa de 8½ de Fellini.

Hoy, el debate se centra más en el número de visualizaciones que en la riqueza visual o la coherencia narrativa.

Esta transformación no es necesariamente negativa, pero sí requiere de nosotros, como observadores del fenómeno cinematográfico, una mayor humildad y apertura mental.

El cine siempre ha sido un arte popular, y despreciar lo que genuinamente conecta con las audiencias masivas sería tan miope como aceptar acríticamente todo lo comercialmente exitoso.

El futuro del gusto cinematográfico

Los datos de IMDb para 2025 nos ofrecen una instantánea de un momento particular en la evolución del gusto cinematográfico, pero también plantean interrogantes sobre la dirección futura de la industria.

La concentración de títulos exitosos en manos de unos pocos estudios sugiere una consolidación que podría limitar la diversidad creativa a largo plazo.

Al mismo tiempo, la presencia de plataformas de streaming demuestra que el ecosistema sigue siendo lo suficientemente dinámico para permitir que nuevos actores desafíen la hegemonía tradicional.

Esta tensión entre concentración y diversificación será probablemente uno de los temas definitorios del cine en los próximos años.

Como observador de estas tendencias, no puedo evitar cierta nostalgia por una época en la que el consenso cultural parecía más alcanzable.

Cuando Bogart encendía un cigarrillo en El sueño eterno o cuando Bergman exploraba el silencio de Dios en El séptimo sello, existía un lenguaje cinematográfico compartido que trascendía las barreras generacionales.

Sin embargo, también reconozco que la democratización actual del gusto, por fragmentada que sea, ofrece oportunidades para voces que anteriormente habrían permanecido marginales.


Las listas de popularidad de IMDb para 2025 constituyen mucho más que un simple ranking de entretenimiento: son un documento sociológico que revela las ansiedades y obsesiones de nuestra época.

Como cinéfilo que ha presenciado múltiples transformaciones de la industria, encuentro en estos datos tanto motivos de inquietud como razones para el optimismo.

La verdadera lección no reside en los títulos específicos que encabezan estos rankings, sino en lo que nos enseñan sobre la evolución del cine como fenómeno cultural.

En una era donde la popularidad se mide en clics y algoritmos, el desafío para los creadores es encontrar formas de tender puentes entre la excelencia artística y la relevancia popular.

Al fin y al cabo, las mejores películas de la historia han sido siempre aquellas que lograron hablar simultáneamente al corazón y a la mente, tanto de las élites culturales como del público masivo.

Como nos enseñó Billy Wilder, el secreto no está en subestimar al público, sino en no aburrirlo jamás.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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