• La segunda temporada de Peacemaker utiliza el multiverso como herramienta narrativa genuina, no como simple fan service, explorando 99 dimensiones alternativas tras una muerte accidental.
• Gunn demuestra una vez más su habilidad para construir un DCU cohesivo donde cada decisión tiene consecuencias reales, conectando directamente con los eventos de Superman.
• Esta aproximación multiversal marca un punto de inflexión en cómo DC aborda las realidades alternativas, priorizando el desarrollo del personaje sobre el espectáculo vacío.
James Gunn sigue demostrando por qué era la elección acertada para liderar el nuevo DCU. Justo cuando pensábamos que el multiverso había agotado sus posibilidades narrativas tras años de Marvel explorando realidades alternativas, el director nos presenta una aproximación completamente diferente al concepto. Y lo hace, por supuesto, a través de uno de los personajes más improbables: Christopher Smith, alias Peacemaker.
La segunda temporada de la serie protagonizada por John Cena no se anda con rodeos desde el primer episodio. Nos sumerge en un territorio narrativo tan arriesgado como fascinante, donde las decisiones trascienden las barreras dimensionales. Porque si algo está demostrando Gunn es que su DCU no será un universo de compartimentos estancos, sino un ecosistema narrativo donde cada acción reverbera a través de toda la continuidad.
El arranque nos presenta a Peacemaker heredando una Cámara de Desdoblamiento Cuántico de su difunto padre. Este dispositivo le permite acceder a 99 dimensiones alternativas, una premisa que en manos menos hábiles podría haberse convertido en un simple truco narrativo. Sin embargo, Gunn y su equipo han sabido darle un peso específico que conecta directamente con la mitología más amplia del DCU.
La exploración dimensional que realiza Christopher Smith no es un mero ejercicio de nostalgia. En estas realidades alternativas se encuentra con versiones diferentes de su familia: un padre vivo, un hermano que respira, y un equipo de superhéroes completamente distinto llamado Top Trio. Es fascinante cómo estos elementos funcionan como un espejo distorsionado de su propia realidad, ofreciendo tanto esperanza como una cruel ironía sobre lo que podría haber sido.
El momento crucial llega cuando Peacemaker se enfrenta a una versión alternativa de sí mismo. Este encuentro termina de forma trágica con la muerte accidental de su variante dimensional. No es un simple plot twist para generar drama; es una decisión narrativa que establece las bases para complicaciones futuras de gran calado.
La muerte de este Peacemaker alternativo no pasa desapercibida para ARGUS, que ahora vigila de cerca a nuestro protagonista. Esta vigilancia introduce un elemento de tensión constante que promete dar mucho juego. La organización gubernamental no está siendo paranoica; están siendo prudentes después de haber visto lo que puede pasar cuando se juega con fuerzas interdimensionales.
La conexión con el «Incidente Luthor» mencionado en la película de Superman es especialmente inteligente. Gunn está construyendo un universo donde los eventos interdimensionales tienen precedentes y consecuencias reales. No estamos ante aventuras aisladas, sino ante un tapiz narrativo donde cada hilo está cuidadosamente entrelazado con el resto.
Es el tipo de construcción de mundo que los aficionados al cómic llevamos décadas esperando ver en pantalla. Recuerda a los mejores momentos de Crisis on Infinite Earths, pero adaptado a las necesidades del medio audiovisual sin perder la esencia.
La tentativa de Peacemaker de unirse a la nueva Justice Gang del DCU añade otra capa de complejidad. No es solo un personaje que existe en su propia burbuja; es alguien que aspira a formar parte del panorama heroico más amplio, aunque sus métodos y su historial lo conviertan en una opción controvertida.
Esta tensión entre aspiración y realidad es típica del mejor Gunn: personajes imperfectos luchando por ser mejores en un mundo que no siempre les da esa oportunidad. Es una aproximación que funciona porque no idealiza a sus protagonistas, pero tampoco los condena.
Lo que más me llama la atención es cómo Gunn utiliza el multiverso no como excusa para el fan service desmedido, sino como herramienta narrativa genuina para explorar el crecimiento del personaje. Las dimensiones alternativas no son parques temáticos para el reconocimiento nostálgico; son espejos que reflejan las posibilidades no exploradas.
Eso sí, habrá que ver si esta complejidad narrativa no acaba siendo demasiado densa para el espectador casual. El equilibrio entre profundidad y accesibilidad siempre ha sido el talón de Aquiles de las historias multiversales, incluso en los cómics.
Esta segunda temporada de Peacemaker se perfila como una pieza fundamental en el rompecabezas del nuevo DCU. Gunn ha demostrado una vez más su habilidad para tomar conceptos potencialmente absurdos y darles un peso emocional real. La muerte accidental del Peacemaker alternativo no es solo un momento impactante; es el catalizador de una historia que promete explorar las consecuencias de nuestras acciones a través de múltiples realidades.
El futuro del DCU parece estar en buenas manos. Con cada nueva entrega, Gunn demuestra que entiende tanto la mitología de estos personajes como la importancia de construir un universo cohesivo. Y si Peacemaker puede ser el vehículo para explorar conceptos tan complejos como el multiverso y la responsabilidad interdimensional, entonces realmente estamos ante algo especial.
La pregunta ya no es si este DCU funcionará, sino hasta dónde será capaz de llevarnos. Y después de ver cómo Gunn maneja estas primeras piezas del puzzle, la respuesta promete ser emocionante.