Josh Brolin DESTROZA Netflix: «El 95% del streaming es BASURA aburrida»

Josh Brolin alaba ‘Weapons’ de Zach Cregger, un oasis de autenticidad en el cine actual, con 95% en Rotten Tomatoes y más de $70M recaudados.

✍🏻 Por Tomas Velarde

agosto 14, 2025

• Josh Brolin defiende «Weapons» de Zach Cregger como una obra excepcional que rompe con la mediocridad imperante en las plataformas de streaming actuales.

• Considero que las palabras de Brolin reflejan una crisis profunda en la industria cinematográfica, donde la cantidad ha devorado a la calidad y la autenticidad narrativa se ha convertido en una rareza.

• La película ha demostrado que el público sigue respondiendo al cine auténtico, alcanzando un 95% en Rotten Tomatoes y recaudando más de 70 millones de dólares con un presupuesto modesto.

En una época donde el contenido audiovisual se produce en masa y se consume con idéntica voracidad, surge una voz que clama por la autenticidad perdida. Josh Brolin, actor de reconocida trayectoria, ha encontrado en «Weapons» de Zach Cregger un oasis en el desierto de la mediocridad streaming.

La declaración del intérprete no es casual ni gratuita. Proviene de alguien que ha navegado por las aguas turbulentas de Hollywood durante décadas, testigo privilegiado de cómo la industria ha evolucionado hacia fórmulas repetitivas.

Su entusiasmo por esta película de terror sugiere que aún existe esperanza para el cine que aspira a conmover, sorprender y, sobre todo, respetar la inteligencia del espectador.

La fatiga del streaming es un fenómeno que cualquier cinéfilo contemporáneo reconoce inmediatamente. Brolin lo expresa con una franqueza que resulta refrescante: «Ahora mismo, con tanto contenido, simplemente estás viendo cosas en cualquier plataforma de streaming en la que estés, y te preguntas: ‘¿Por qué es esto tan aburrido, joder? ¿Por qué?'».

Esta reflexión trasciende la mera queja. Es un diagnóstico certero de una industria que ha confundido la abundancia con la riqueza narrativa.

La uniformidad que denuncia el actor no es nueva en la historia del cine. Ya en los años cuarenta, los estudios de Hollywood operaban bajo sistemas de géneros rígidos que, paradójicamente, dieron lugar a obras maestras.

La diferencia radica en que entonces existía un respeto profundo por el oficio. Una comprensión de que cada película debía justificar su existencia más allá de llenar espacios en una parrilla de programación.

«Weapons» emerge como una anomalía bienvenida en este panorama. Dirigida por Zach Cregger, la película aborda el género del terror desde una perspectiva que Brolin describe como profundamente personal y emotiva.

El director ha construido sus personajes basándose en sus propias reacciones emocionales ante un evento traumático. Una aproximación que recuerda a los grandes maestros del cine de autor que siempre entendieron que la verdad emocional es el fundamento de cualquier narrativa sólida.

La trama se desarrolla en el pequeño pueblo de Maybrook, donde la misteriosa desaparición de toda una clase de niños sirve como catalizador para explorar las reacciones humanas ante lo incomprensible. Esta premisa podría haberse resuelto con los tropos habituales del género.

Sin embargo, se convierte en las manos de Cregger en un ejercicio de múltiples perspectivas. La estructura narrativa recuerda a «Rashomon» de Kurosawa, aunque aplicada al terror contemporáneo.

Pensemos en cómo Kurosawa utilizaba los diferentes puntos de vista para revelar la subjetividad de la verdad. Cregger parece haber comprendido esta lección magistral, aplicándola a un contexto donde el horror surge precisamente de la imposibilidad de comprender completamente lo ocurrido.

El éxito comercial y crítico de «Weapons» demuestra que el público sigue hambriento de narrativas auténticas. Un 95% en Rotten Tomatoes y una recaudación de más de 70 millones de dólares con un presupuesto de 38 millones no mienten.

Cuando se ofrece calidad genuina, la audiencia responde. Es una lección que la industria parece haber olvidado en su carrera hacia la producción masiva de contenido.

El reparto, encabezado por el propio Brolin junto a Julia Garner, Alden Ehrenreich y Benedict Wong, sugiere una cuidadosa selección de intérpretes. No se trata de rostros elegidos por su capacidad de generar trending topics.

Son actores con la solidez técnica necesaria para sostener la complejidad emocional que la película demanda. Una decisión que habla del respeto de Cregger hacia su material.

La declaración de Brolin sobre el origen emocional del proyecto revela una comprensión madura de lo que distingue al cine auténtico del mero entretenimiento. «Sé que la historia surgió de algo que fue muy emotivo para Zach», afirma el actor.

El mejor cine siempre ha nacido de una necesidad expresiva genuina. No de estudios de mercado o algoritmos de recomendación, sino de la urgencia creativa del autor por comunicar algo esencial.

Esta aproximación personal al terror no es nueva, pero sí escasa en el panorama actual. Directores como Roman Polanski en «Rosemary’s Baby» entendieron que el horror más efectivo surge de ansiedades reales.

Recordemos la secuencia del apartamento en la película de Polanski, donde la cámara se convierte en cómplice de la paranoia de Mia Farrow. Cada encuadre, cada movimiento, responde a una lógica emocional precisa.

Nicolas Roeg en «Don’t Look Now» utilizaba el montaje fragmentado para reflejar el estado mental de sus protagonistas tras la pérdida de su hija. Cregger parece haber recuperado esta tradición de terror psicológico auténtico.

El interés de Brolin en colaborar nuevamente con Cregger habla de un reconocimiento profesional que va más allá del éxito comercial. En una industria donde las relaciones se construyen sobre conveniencias temporales, esta voluntad sugiere una afinidad creativa genuina.

Es el tipo de conexión artística que históricamente ha dado lugar a las mejores obras del séptimo arte. Pensemos en las colaboraciones entre Scorsese y De Niro, o entre Bergman y Max von Sydow.

La recomendación entusiasta del actor hacia audiencias «que buscan algo diferente del contenido streaming típico» funciona como un llamado a la resistencia cultural. Es una invitación a exigir más, a no conformarse con la mediocridad disfrazada de novedad.

«Weapons» se presenta como una demostración de que el cine puede seguir siendo un arte capaz de conmover y sorprender. Incluso dentro de géneros aparentemente codificados como el terror, la autenticidad encuentra su camino.

Su éxito sugiere que el público, lejos de haberse acostumbrado a la mediocridad, simplemente esperaba que alguien le ofreciera una alternativa digna. En tiempos donde el algoritmo parece dictar qué merece ser visto, películas como esta nos recuerdan una verdad fundamental.

La verdadera calidad cinematográfica sigue siendo irreemplazable. Un faro de esperanza en un océano de contenido prescindible que inunda nuestras pantallas día tras día.

La pasión con la que Brolin defiende esta obra debería servir como recordatorio de que el cine, en su esencia más pura, sigue siendo un medio transformador. Quizás sea momento de redescubrir qué significa realmente que una película nos conmueva, nos perturbe y, en definitiva, nos haga sentir vivos.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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