John Boyega REVELÓ el final alternativo de Star Wars que Disney CENSURÓ

Descubre la visión alternativa de Boyega para Finn en Star Wars: una dinámica de rivalidad con Rey que habría cambiado la trilogía secuela.

✍🏻 Por Alex Reyna

agosto 14, 2025

• John Boyega revela que inicialmente imaginó a Finn como rival de Rey, recreando la dinámica entre Obi-Wan y Darth Vader en la trilogía secuela.

• La sensibilidad a la Fuerza de Finn apenas se exploró en las películas, desperdiciando una oportunidad narrativa que habría añadido complejidad emocional a la saga.

• Esta revelación nos hace reflexionar sobre los caminos no tomados en Star Wars y cómo las decisiones creativas moldean universos enteros.

¿Qué habría pasado si Star Wars hubiera tenido el valor de enfrentar a sus nuevos héroes? John Boyega acaba de abrir una ventana a un universo paralelo donde Finn y Rey no eran simplemente aliados destinados a la victoria, sino fuerzas opuestas condenadas al enfrentamiento.

Esta no es solo la historia de una oportunidad perdida en el cine. Es una reflexión sobre cómo las decisiones narrativas definen no solo personajes, sino la esencia misma de los mundos que habitamos como espectadores.

Cuando Boyega imaginó a Finn como un potencial rival de Rey, estaba vislumbrando algo mucho más profundo: una Star Wars dispuesta a cuestionar sus propios cimientos.

La Visión No Realizada de Boyega

Cuando John Boyega leyó por primera vez el guión de El Despertar de la Fuerza, su mente de actor comenzó a trazar conexiones que iban más allá de lo evidente. No veía simplemente a un soldado imperial desertor.

Veía a alguien tocado por la Fuerza, alguien destinado a un arco narrativo que echaría raíces en el conflicto más fundamental de Star Wars: la dualidad entre luz y oscuridad.

«Pensé que estaban planeando Jedis duales», reveló Boyega en una entrevista. «En realidad pensé que nos harían un poco Obi-Wan y Darth Vader. Que nos enfrentaríamos el uno al otro o algo por el estilo».

Esta declaración resuena con una potencia narrativa que la trilogía secuela nunca llegó a explorar completamente. La intuición de Boyega no era infundada.

Desde el primer momento, Finn demostró una conexión inexplicable con la Fuerza. Su capacidad para empuñar un sable láser, su instinto en el combate, esos momentos de claridad que trascendían su entrenamiento como soldado de asalto.

Todo apuntaba hacia algo más grande, algo que las películas apenas rozaron.

El Eco de Obi-Wan y Vader

La comparación que hace Boyega con Obi-Wan y Darth Vader no es casual. Es, quizás, la relación más compleja y emotivamente devastadora de toda la saga.

Dos hermanos en la Fuerza, unidos por el entrenamiento y separados por la filosofía. Maestro y aprendiz convertidos en enemigos mortales, pero nunca despojados completamente del amor que una vez los unió.

Imaginar a Finn y Rey siguiendo ese camino abre posibilidades narrativas fascinantes. ¿Qué habría llevado a Finn hacia la oscuridad?

¿Su pasado como soldado imperial? ¿La frustración de vivir siempre a la sombra del linaje Palpatine de Rey? ¿O quizás algo más sutil: la comprensión de que a veces la galaxia necesita métodos más duros para alcanzar la paz?

Esta dinámica habría añadido capas de complejidad emocional que la trilogía secuela necesitaba desesperadamente. En lugar de enemigos externos claramente definidos, habríamos tenido el conflicto interno, la tragedia personal.

Esa sensación de inevitabilidad que hace que las mejores historias de Star Wars resuenen durante décadas.

La Fuerza Dormida en Finn

Lo más frustrante de esta revelación es cómo las películas trataron la sensibilidad a la Fuerza de Finn. Durante dos películas completas, fue poco más que una insinuación, un susurro narrativo que nunca se materializó en algo concreto.

Solo en El Ascenso de Skywalker se confirmó explícitamente lo que muchos espectadores habían intuido desde el principio. Pero para entonces era demasiado tarde.

La oportunidad de explorar realmente qué significaba para un ex-soldado imperial descubrir que poseía el mismo poder que había sido entrenado para temer y destruir se había desvanecido.

Finn representaba algo único en el universo de Star Wars: alguien que había visto el mal desde dentro y había elegido rechazarlo. Su potencial caída hacia la oscuridad habría tenido un peso emocional diferente, más complejo que la típica seducción del poder.

Habría sido la historia de alguien que, habiendo conocido tanto la opresión como la libertad, elige un camino intermedio que nadie más puede entender.

Los Caminos No Tomados

Esta revelación de Boyega nos invita a reflexionar sobre algo más amplio: cómo las decisiones creativas moldean no solo historias individuales, sino universos enteros.

Star Wars siempre ha sido más efectiva cuando se atreve a explorar la ambigüedad moral, cuando reconoce que la línea entre héroe y villano es más delgada de lo que nos gustaría admitir.

La trilogía original nos dio a Vader, un villano que resultó ser el padre del héroe. Los prequels nos mostraron cómo los héroes pueden convertirse en villanos.

La trilogía secuela tuvo la oportunidad de explorar algo diferente: cómo los amigos pueden convertirse en enemigos, y quizás, eventualmente, encontrar el camino de vuelta el uno al otro.

En cambio, optó por caminos más seguros, más predecibles. No hay nada inherentemente malo en ello, pero sí hay algo melancólico en pensar en las posibilidades no exploradas.

En las emociones no despertadas, en las conversaciones que nunca tendremos sobre lo que podría haber sido.

El Legado de una Idea

Aunque la visión de Boyega nunca se materializó en pantalla, su mera existencia nos dice algo importante sobre el potencial narrativo que Star Wars sigue teniendo.

Nos recuerda que incluso en un universo tan explorado, tan documentado, siguen existiendo historias por contar, emociones por explorar, relaciones por desarrollar.

La idea de Finn y Rey como rivales no ha muerto simplemente porque no se filmó. Vive en la imaginación de los fans, en las historias que se cuentan en foros y fanfictions.

En las conversaciones que surgen cuando los espectadores se preguntan «¿y si…?». Es un recordatorio de que las mejores historias no son solo las que vemos, sino también las que podemos imaginar.


La revelación de John Boyega sobre su visión original para Finn nos deja con una sensación agridulce. Por un lado, la melancolía de lo que pudo haber sido: una exploración más profunda del conflicto interno.

Una Star Wars dispuesta a arriesgar la comodidad emocional de su audiencia por una verdad narrativa más compleja.

Por otro, la fascinación de descubrir que incluso los actores principales tenían visiones alternativas de sus personajes, interpretaciones que podrían haber llevado la saga por caminos completamente diferentes.

Quizás esa sea la verdadera magia de Star Wars: no solo las historias que cuenta, sino todas las historias que podría contar.

En algún lugar del multiverso narrativo, Finn y Rey se enfrentan con sables láser encendidos, no como enemigos que se odian, sino como hermanos en la Fuerza que han elegido caminos irreconciliables.

Y en ese enfrentamiento, encontramos algo que trasciende el espectáculo: una reflexión sobre la amistad, la lealtad, y lo frágiles que pueden ser los lazos que nos unen cuando el destino decide ponernos a prueba.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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