• Sony confirma una tercera película de «28 días después» con Alex Garland como guionista y la posible participación de Cillian Murphy como actor y productor ejecutivo.
• Esta franquicia demuestra que el terror cinematográfico puede mantener su integridad artística sin sacrificar el éxito comercial, algo cada vez más infrecuente en la industria actual.
• El regreso de los creadores originales representa una oportunidad excepcional para que el cine de género recupere la profundidad narrativa que caracterizó a los grandes maestros del terror.
El cine de terror contemporáneo raramente logra capturar la esencia visceral que caracterizó a los grandes maestros del género. Cuando Danny Boyle irrumpió en 2002 con «28 días después», no sólo revitalizó el subgénero zombi, sino que demostró que aún era posible crear horror genuino sin recurrir a los artificios vacuos que tanto abundan en la industria actual.
La cámara en mano, la fotografía digital cruda y la intensidad emocional de aquella obra recordaban a los mejores momentos del cine de género británico. Ahora, más de dos décadas después, Sony Pictures ha decidido expandir este universo distópico con una tercera entrega que promete continuar la tradición establecida.
La noticia llega en un momento crucial. El cine de terror se debate entre la nostalgia y la innovación, entre el respeto al oficio cinematográfico y las demandas comerciales de un mercado cada vez más voraz.
El éxito de una fórmula inteligente
La decisión de Sony Pictures no debería sorprender a quienes hemos seguido la evolución del cine de terror en las últimas décadas. La segunda película de la saga ha demostrado que existe un público ávido de narrativas que trasciendan los sustos fáciles y las fórmulas gastadas.
Con una recaudación mundial que supera los 150 millones de dólares, la franquicia ha confirmado lo que muchos cinéfilos intuíamos: el público responde cuando se le ofrece terror genuino, construido sobre bases sólidas de narrativa y puesta en escena.
No es casualidad que Alex Garland, arquitecto del guión original, regrese para escribir esta tercera entrega. Su comprensión del género trasciende las convenciones superficiales.
El regreso de Cillian Murphy
La posible vuelta de Cillian Murphy, tanto como actor como productor ejecutivo, añade una dimensión particularmente interesante al proyecto. Murphy, cuya interpretación en la película original fue magistral en su contención y vulnerabilidad, representa la continuidad emocional que esta franquicia necesita.
Recordemos que en «28 días después», Murphy encarnaba a Jim con una fragilidad que contrastaba brillantemente con la brutalidad del mundo post-apocalíptico. Su despertar en el hospital londinense vacío sigue siendo una de las secuencias más inquietantes del cine de terror del siglo XXI.
Esa secuencia inicial, con su silencio opresivo y su vacío existencial, evoca los mejores momentos de Hitchcock en «Los pájaros», donde la ausencia de explicación amplifica el terror.
La maestría de Danny Boyle
La participación de Danny Boyle como posible director resulta especialmente prometedora. Boyle demostró en la película original que comprendía la esencia del terror cinematográfico: no se trata de mostrar, sino de sugerir; no de gritar, sino de susurrar al oído del espectador.
Su aproximación visual, heredera de la tradición del Free Cinema británico, dotó a la película de una autenticidad que la mayoría de producciones del género han perdido. La textura granulada de la imagen digital, lejos de ser una limitación técnica, se convirtió en un elemento expresivo fundamental.
Una estrategia comercial inteligente
La estrategia de Sony de desarrollar esta franquicia de manera pausada y reflexiva contrasta favorablemente con la tendencia actual de explotar las propiedades intelectuales hasta el agotamiento. Aquí vemos un respeto por el material original que recuerda a los grandes estudios de la época dorada de Hollywood.
Cuando los productores entendían que la calidad y la paciencia podían ser más rentables que la prisa comercial, se creaban obras que perduraban en el tiempo. Esta franquicia parece seguir esa filosofía.
Las críticas de la segunda entrega han sido particularmente elogiosas en cuanto a su intensidad y brutalidad controlada. Esta escalada de la violencia y la tensión demuestra una comprensión madura del género que honra tanto a los maestros clásicos como a las necesidades del público contemporáneo.
La evolución narrativa de la saga
La franquicia ha explorado inteligentemente la evolución de una sociedad post-apocalíptica donde los infectados han transformado completamente el orden social. Los supervivientes, organizados en facciones opuestas, ofrecen un lienzo narrativo rico en posibilidades dramáticas.
Esta progresión temática trasciende el simple terror de supervivencia para adentrarse en territorios más complejos: la naturaleza humana bajo presión extrema, la degradación de la civilización, la pérdida de la humanidad.
Son temas que conectan directamente con la tradición del cine de terror más reflexivo, desde «La noche de los muertos vivientes» de Romero hasta «El resplandor» de Kubrick.
El futuro del terror cinematográfico
La cifra global de casi 300 millones de dólares recaudados por la franquicia confirma que existe un mercado sólido para el terror inteligente y bien ejecutado. En una época donde el cine de género se debate entre la espectacularidad vacua y la profundidad emocional, esta saga representa un faro de esperanza.
El regreso de Alex Garland como guionista garantiza una continuidad creativa que pocas franquicias logran mantener. Su trabajo posterior en «Ex Machina» y «Aniquilación» ha demostrado su capacidad para combinar ciencia ficción y horror psicológico con una sensibilidad única.
Esta tercera entrega se presenta como una oportunidad excepcional para que el cine de terror contemporáneo demuestre su madurez artística. En un panorama cinematográfico dominado por franquicias superficiales y efectos digitales sin alma, la saga «28 días después» mantiene viva la llama del terror auténtico.
Ese terror que nace de la comprensión profunda de los miedos humanos más primordiales, no de la manipulación barata o los sustos fáciles. La confirmación de esta tercera película representa la validación de una aproximación al cine de género que privilegia la sustancia sobre el espectáculo.
En tiempos donde el terror cinematográfico parece haber perdido su capacidad de inquietar verdaderamente, esta franquicia se erige como un recordatorio de que el miedo, cuando está bien construido, sigue siendo una de las emociones más poderosas que el cine puede despertar.

