• Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson regresan brevemente a Los Juegos del Hambre en «Sunrise on the Reaping», una precuela que explorará los orígenes de Haymitch Abernathy.
• Hollywood demuestra una vez más su incapacidad para crear algo nuevo, prefiriendo exprimir franquicias exitosas hasta la extenuación comercial.
• Francis Lawrence vuelve a dirigir esta sexta entrega que, pese a sus intenciones nostálgicas, podría ofrecer material dramático genuino si evita convertirse en mero ejercicio mercantil.
En mis más de dos décadas escribiendo sobre cine, he sido testigo de cómo la industria cinematográfica ha evolucionado —o más bien involucionado— hacia una obsesión enfermiza por resucitar propiedades intelectuales que ya habían encontrado su conclusión natural. El anuncio del regreso de Jennifer Lawrence a Los Juegos del Hambre resulta tan previsible como sintomático de una época donde Hollywood parece haber perdido la capacidad de crear algo verdaderamente original.
El eterno retorno de las franquicias
«Sunrise on the Reaping» marca la sexta incursión en el universo de Panem, una cifra que habría hecho sonreír con amargura a los grandes moguls de la época dorada. Cuando pienso en productores como Irving Thalberg o David O. Selznick, recuerdo cómo entendían que cada película debía justificar su existencia más allá del mero beneficio económico.
Francis Lawrence regresa a la dirección, acompañado del guionista Billy Ray, en lo que constituye una apuesta segura para Lionsgate. La fórmula está probada: más de 3.300 millones de dólares en taquilla mundial justifican cualquier intento de resurrección comercial.
La decisión de explorar los 50º Juegos del Hambre, centrados en la juventud de Haymitch Abernathy, no carece de mérito narrativo. Joseph Zada asumirá el papel que Woody Harrelson interpretó con notable desgana alcohólica en las películas originales. Su historia personal, marcada por la supervivencia y la posterior desilusión, ofrece material dramático sustancioso.
La ironía del espectáculo
Existe algo profundamente melancólico en este regreso que me recuerda a las reflexiones de Billy Wilder sobre la naturaleza cíclica de Hollywood. Los Juegos del Hambre funcionaban originalmente como una sátira mordaz del entretenimiento como espectáculo de masas. Ver cómo la propia franquicia se convierte en aquello que criticaba posee una ironía que Suzanne Collins seguramente no pasó por alto.
La presencia de Lawrence y Hutcherson, aunque sea en apariciones breves, revela una comprensión astuta de la psicología del espectador contemporáneo. Estos cameos funcionan como anclas emocionales, similar a como Hitchcock utilizaba elementos recurrentes para crear continuidad narrativa en sus thrillers.
El desafío de la autenticidad
La fecha de estreno, fijada para noviembre de 2026, sugiere una producción cuidadosa, sin las prisas que caracterizan estos proyectos alimentados por la urgencia comercial. Esto podría indicar una intención genuina de crear algo más que un ejercicio nostálgico.
El verdadero desafío será evitar que la película se convierta en mero producto de consumo. La saga original funcionaba porque combinaba entretenimiento juvenil con comentario social genuino. Mantener ese equilibrio será la verdadera prueba de fuego para Francis Lawrence.
La exploración del Segundo Vasallaje ofrece oportunidades para profundizar en la mitología de Panem. Estos juegos, caracterizados por su crueldad aumentada, representan un momento crucial en la historia de la opresión del Capitolio.
Reflexiones finales
Lawrence y Hutcherson, al aceptar regresar, se convierten en cómplices de esta máquina de la nostalgia, pero también en guardianes de un legado que marcó a toda una generación. Su decisión me recuerda a cuando los grandes actores del sistema de estudios regresaban a papeles que los habían definido, aunque las circunstancias fueran diferentes.
En el Hollywood actual, ninguna franquicia exitosa muere realmente; simplemente entra en hibernación hasta que las cifras justifican su resurrección. Como escribí en mis primeras críticas de los años 90, el cine comercial siempre ha buscado fórmulas repetibles, pero la diferencia radica en la calidad de la ejecución.
Queda por ver si esta nueva incursión en Panem logrará capturar la esencia que hizo especiales a las películas originales, o si se convertirá en otro ejemplo de cómo la industria prefiere mirar hacia atrás antes que arriesgarse con algo verdaderamente nuevo.
El 20 de noviembre de 2026 tendremos la respuesta definitiva a si los juegos, efectivamente, nunca terminan.
