• Netflix estuvo a punto de comprar Disney antes de cerrar su acuerdo con Warner Bros. Discovery por 82.700 millones de dólares, lo que habría incluido Marvel, Star Wars y Pixar.
• Reed Hastings frenó la operación por preferir el crecimiento interno y evitar sobrepagar por activos, demostrando una estrategia más conservadora de lo esperado.
• Esta revelación confirma que estamos ante la mayor ola de consolidación mediática de la historia, donde ningún gigante está a salvo de ser devorado por otro.
¿Te imaginas abrir Netflix y encontrarte con las últimas películas de Marvel, Star Wars y Pixar en el mismo catálogo? Pues estuvimos más cerca de esa realidad de lo que creíamos.
Mientras todos seguíamos el culebrón del acuerdo entre Netflix y Warner Bros. Discovery, resulta que la plataforma de streaming había estado tanteando algo mucho más gordo: nada menos que comprar Disney al completo.
Los números que han salido a la luz estos días me han dejado con la boca abierta. Estamos hablando de movimientos que podrían haber redibujado por completo el mapa del entretenimiento mundial.
El imperio que pudo ser
Cuando me enteré de que Netflix había considerado seriamente la compra de Disney, lo primero que pensé fue en las cifras de taquilla. Hablamos de una operación que habría superado con creces los 82.700 millones de dólares que finalmente destinaron a Warner Bros. Discovery.
Disney no es solo una productora más: es un imperio que incluye Marvel Studios, que ha recaudado más de 29.000 millones en taquilla mundial. Solo Marvel ha generado una media de 1.100 millones por película en sus últimos estrenos.
Star Wars, aunque más irregular, sigue siendo una mina de oro con franquicias que mueven miles de millones. Y Pixar es sinónimo de éxito garantizado tanto en taquilla como en merchandising.
Pero aquí viene lo interesante: Reed Hastings, cofundador de Netflix, echó el freno. Y no por falta de ambición, sino por algo que me parece fascinante desde el punto de vista estratégico.
La apuesta por el crecimiento orgánico
Hastings ha demostrado durante años que entiende los números mejor que nadie. Su preocupación por «sobrepagar» por activos no es casualidad.
Hemos visto demasiadas fusiones y adquisiciones en Hollywood que parecían brillantes sobre el papel pero que luego se convertían en pesadillas financieras. El caso más reciente es Warner Bros. Discovery, que arrastraba una deuda brutal tras la fusión.
AT&T se gastó 85.000 millones en comprar Time Warner en 2018, y acabó vendiendo los activos audiovisuales por prácticamente la misma cantidad.
Netflix, en cambio, ha construido su imperio paso a paso. Sus inversiones en contenido original han pasado de prácticamente cero a más de 15.000 millones anuales.
Y lo más importante: han demostrado que saben crear franquicias rentables desde cero, como «Stranger Things» o «The Witcher».
Warner Bros: una apuesta más segura
Al final, Netflix se decantó por Warner Bros. Discovery, y los números empiezan a tener sentido. Por 82.700 millones se hacen con un catálogo que incluye DC Comics, HBO, CNN y una biblioteca de contenidos valorada en décadas de producción.
Ted Sarandos, CEO de Netflix, ha sido muy claro: «No hemos comprado esta compañía para destruir ese valor. Estamos profundamente comprometidos con estrenar las películas de Warner Bros. exactamente de la misma manera que las estrenan hoy».
Esta frase me parece clave. Netflix está respetando el modelo tradicional de ventanas de exhibición, algo impensable hace unos años.
Reconocen que la taquilla sigue siendo fundamental, y que acortar demasiado los plazos puede ser contraproducente.
¿Está Disney realmente en venta?
La pregunta del millón es si Disney estaría dispuesta a venderse. Los números de los últimos trimestres no son precisamente para tirar cohetes.
Disney+ ha frenado su crecimiento, los parques aún no han recuperado completamente los niveles pre-pandemia, y algunas de sus últimas apuestas cinematográficas han sido decepcionantes en taquilla.
Pero Disney sigue siendo Disney. Su valor no está solo en los números actuales, sino en el potencial a largo plazo de sus franquicias.
Marvel tiene películas planificadas hasta 2027, Star Wars está expandiendo su universo en series y películas, y Pixar sigue siendo sinónimo de calidad.
Desde mi punto de vista, Disney no está desesperada por venderse, pero tampoco es intocable. En esta industria, como hemos visto, todo puede cambiar de la noche a la mañana.
Electronic Arts: la tercera opción
Lo que más me ha sorprendido es saber que Netflix también consideró comprar Electronic Arts. Aquí vemos una estrategia completamente diferente: apostar por el gaming como extensión natural del entretenimiento.
EA factura más de 7.000 millones anuales y tiene franquicias como FIFA, Battlefield o The Sims que son auténticas máquinas de hacer dinero.
Además, el gaming está cada vez más conectado con el contenido audiovisual. Solo hay que ver el éxito de series como «The Last of Us» o «Arcane».
La guerra de los titanes
Estos movimientos confirman algo que vengo observando desde hace tiempo: estamos ante la mayor ola de consolidación de la historia del entretenimiento.
Las plataformas de streaming han cambiado las reglas del juego, y ahora todos buscan crear ecosistemas completos.
Netflix ya no es solo una plataforma de streaming. Con Warner Bros., se convierte en un estudio tradicional con capacidad de producción masiva.
Disney tiene su plataforma, sus estudios, sus parques y su merchandising. Amazon combina Prime Video con su imperio de comercio electrónico.
La pregunta es: ¿quién sobrevivirá a esta guerra de titanes? Los números sugieren que solo los más grandes y diversificados tendrán opciones reales de competir a largo plazo.
Al final, lo que más me fascina de toda esta historia es cómo los números cuentan una narrativa mucho más compleja de lo que parece en superficie.
Netflix pudo haber comprado Disney y convertirse en el emperador absoluto del entretenimiento, pero eligió una estrategia más prudente y, probablemente, más inteligente.
Porque en esta industria, como en cualquier buen thriller, no siempre gana el que más gasta, sino el que mejor entiende el juego.
Y por ahora, Netflix parece estar jugando sus cartas con la precisión de quien sabe que cada movimiento puede valer miles de millones.

