• Kasia Smutniak, actriz polaca y activista pro-aborto, ha sido elegida para interpretar a María en «La Resurrección de Cristo» de Mel Gibson.
• Los grupos conservadores polacos están montando en cólera y protestando contra su casting por sus ideas políticas.
• Para mí, esto demuestra que Gibson sigue siendo un cineasta que no se deja intimidar por las presiones externas, algo que otros estudios deberían aprender.
Cuando Mel Gibson decide hacer una película, ya sabéis que va a haber polémica. Es su marca de fábrica, su sello personal. Pero esta vez no es por sus declaraciones o por la violencia explícita de sus imágenes, sino por algo que me parece aún más interesante: el choque entre el arte y la ideología pura y dura.
La nueva película del director de «La Pasión de Cristo» está levantando ampollas antes incluso de que veamos un solo fotograma. Y no, no es por la narrativa visual que seguramente nos va a regalar Gibson, sino por quién ha elegido para interpretar a la mismísima Virgen María. Preparaos, porque esto tiene más capas que una película de Snyder.
La polémica que era inevitable
Mel Gibson ha vuelto a encender la mecha, y esta vez ni siquiera ha tenido que abrir la boca. Su nueva película, «La Resurrección de Cristo», ya está generando más controversia que un tuit de Zack Snyder defendiendo el Snyderverso.
La cosa es así: Gibson ha fichado a Kasia Smutniak, actriz polaca conocida por su activismo pro-aborto y su apoyo al movimiento Women’s Strike en Polonia, para interpretar nada menos que a la Virgen María.
Los grupos conservadores polacos del partido Ley y Justicia (PiS) se han puesto como motos y han empezado una campaña en redes sociales que ya quisieran para sí los fans del Snyder Cut.
Un reparto completamente renovado
Lo que me parece más interesante es que Gibson ha decidido hacer tabla rasa con el reparto original de 2004. Fuera Jim Caviezel, fuera Monica Bellucci.
Jaakko Ohtonen será el nuevo Jesús y Mariela Garriga interpretará a María Magdalena. Es una decisión valiente, porque «La Pasión de Cristo» marcó a toda una generación.
El rodaje ya ha comenzado en los estudios Cinecittà de Roma, ese templo del cine donde se han forjado algunas de las mejores películas de la historia. Gibson sabe lo que se hace eligiendo esa localización: quiere épica de verdad, no efectos digitales baratos.
La hipocresía de siempre
Aquí viene lo que me revienta: los mismos que ahora protestan por Smutniak se callaron como muertos cuando Monica Bellucci, que también había expresado opiniones favorables al aborto, apareció en la película original.
¿Dónde estaban entonces estos paladines de la moral?
Los medios polacos informan que los partidarios del PiS han escrito directamente a Icon Productions, la productora de Gibson, para protestar por el casting. Incluso están intentando llamar la atención de comentaristas conservadores estadounidenses.
Es patético ver cómo intentan convertir el arte en un campo de batalla ideológico.
El arte por encima de todo
Lo que me parece brillante de Gibson es que no se deja amedrentar por estas presiones. Un director de verdad, un autor con mayúsculas, elige a sus actores por su talento, no por sus ideas políticas.
¿O es que ahora vamos a hacer casting preguntando por las opiniones personales de cada intérprete?
Smutniak es una actriz sólida, con presencia y carisma. Si Gibson la ha elegido para interpretar a María, será porque ha visto en ella algo que encaja con su visión.
Y su visión, guste o no, siempre ha sido incómoda, provocadora y visceral.
La verdadera controversia
Al final, toda esta polémica me parece una cortina de humo que nos distrae de lo realmente importante: ¿será «La Resurrección de Cristo» una película a la altura de su predecesora?
Gibson demostró en 2004 que podía crear imágenes de una potencia visual brutal, con esa violencia poética que tanto me recuerda a ciertos directores que también han sido incomprendidos por los estudios.
La pregunta no debería ser si Smutniak tiene las ideas correctas, sino si Gibson va a volver a regalarnos esa narrativa visual que nos dejó con la boca abierta hace veinte años.
Esta controversia no es más que ruido de fondo en una industria que cada vez entiende menos lo que significa la verdadera autoría cinematográfica. Gibson sigue siendo uno de los pocos directores que no se doblega ante las presiones externas, que mantiene su visión intacta pase lo que pase.
En una época donde los estudios meten mano en todo y destrozan las visiones originales de los cineastas, ver a alguien plantarse así es casi revolucionario.
Cuando veamos «La Resurrección de Cristo» en pantalla, nadie se va a acordar de estas polémicas absurdas. Lo que quedará será el cine, las imágenes, la épica de verdad. Y si Gibson consigue crear algo memorable, todas estas protestas quedarán como lo que son: ruido de gente que confunde el arte con un mitin político.

