Los peores tropiezos del MCU (y por qué siguen importando)

✍🏻 Por Clara Domenech

julio 11, 2025

Cuando pensamos en franquicias que han marcado una época, el Universo Cinematográfico de Marvel se alza como el titán indiscutible de los últimos quince años. Desde 2008, los héroes de Marvel han saltado de viñeta a pantalla grande, conquistando corazones y taquillas por igual. Pero aquí viene lo que muchos fans no queremos admitir: incluso el MCU, con toda su planificación épica, ha tenido sus tropiezos monumentales.

Como alguien que leyó los cómics de Los Vengadores mucho antes de que Robert Downey Jr. se pusiera la armadura, he aprendido que analizar los puntos débiles del MCU no es traicionar a Marvel, sino todo lo contrario. Es reconocer que incluso Kevin Feige y su equipo tienen días malos, y que precisamente esos errores nos ayudan a valorar aún más las joyas como «Infinity War» o «Endgame». Así que preparaos para un repaso honesto por las películas que nos hicieron cuestionar si Marvel había perdido el rumbo, porque sí, hasta la Casa de las Ideas tiene derecho a meter la pata.

Fase Uno: Cuando el experimento casi se descarrila

«El Increíble Hulk» (2008) sigue siendo esa película del MCU que todos fingimos que no existe. Edward Norton tenía el talento para dar vida a Bruce Banner, pero los problemas detrás de las cámaras se notaron en cada escena forzada. La película se sintió más como un producto de estudio que como una historia que alguien tuviese ganas de contar.

Lo más frustrante es que Hulk, en los cómics, es un personaje fascinante: la lucha interna entre el científico brillante y la bestia incontrolable ofrece material dramático para rato. Pero esta versión cinematográfica redujo toda esa complejidad a persecuciones genéricas y efectos especiales que ya parecían desfasados en su momento. Es como si hubiesen cogido la esencia de lo que hace especial a Hulk y la hubiesen pasado por una trituradora de fórmulas hollywoodienses.

Fase Dos: El experimento que se fue de las manos

«Thor: El Mundo Oscuro» (2013) representa todo lo que puede salir mal cuando se prioriza la espectacularidad sobre la narrativa. Después del encanto inesperado de la primera película de Thor, esta secuela se sintió como si hubiesen metido al Dios del Trueno en una licuadora con «El Señor de los Anillos» y hubiesen pulsado el botón sin pensar en las consecuencias.

El verdadero crimen de esta película fue desperdiciar a Christopher Eccleston como Malekith. En los cómics, los Elfos Oscuros son amenazas genuinamente aterradoras, con motivaciones complejas y una mitología rica. Aquí, Malekith se convirtió en el villano más genérico posible: quiere destruir el universo porque… bueno, porque alguien tiene que ser el malo. Es el equivalente cinematográfico a cuando un cómic tiene un relleno obligatorio entre arcos argumentales importantes.

Fase Tres: Cuando la ambición superó a la ejecución

«Capitana Marvel» (2019) llegó en el peor momento posible: justo antes de «Endgame», con la presión de introducir al personaje más poderoso del MCU sin que eclipsara el gran final de la Saga del Infinito. El resultado fue una película que se sintió más como una obligación narrativa que como una celebración del personaje.

No es que Brie Larson no tuviese carisma o que Carol Danvers no mereciese su momento de gloria. El problema fue que la película jugó demasiado seguro, siguiendo la fórmula de origen clásica cuando el personaje pedía a gritos algo más arriesgado. En los cómics, Carol es compleja, tiene defectos interesantes y una evolución fascinante. Aquí se convirtió en una heroína casi perfecta desde el minuto uno, lo que eliminó gran parte de la tensión dramática.

Fase Cuatro: Perdidos en el multiverso

«Eternals» (2021) es probablemente el experimento más ambicioso y frustrante del MCU hasta la fecha. Chloé Zhao llegó con credenciales impresionantes y una visión artística clara, pero intentar presentar diez personajes nuevos con miles de años de historia en una sola película era una misión casi imposible.

La película se sintió como si estuviésemos viendo los momentos destacados de una serie de televisión de diez episodios comprimidos en dos horas y media. Cada Eternal tenía potencial para ser fascinante, pero ninguno recibió el tiempo de pantalla necesario para conectar realmente con la audiencia. Es como intentar leer una saga completa de cómics hojeando solo las portadas: técnicamente ves la historia, pero te pierdes todo lo que la hace especial.

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«Falcon y el Soldado del Invierno» (2021) prometía explorar las consecuencias de «Endgame» y el legado del Capitán América, pero se perdió en subtramas confusas y un mensaje político que nunca terminó de cuajar. La serie tenía todos los ingredientes para ser brillante: dos personajes carismáticos, un conflicto interno interesante y la oportunidad de explorar temas sociales relevantes.

El problema fue que intentó abordar demasiados temas a la vez sin profundizar realmente en ninguno. La cuestión racial, el trauma post-guerra, el simbolismo del escudo del Capitán América… todo quedó en la superficie, como si los guionistas tuviesen miedo de comprometerse realmente con cualquiera de estas ideas. El resultado fue una serie que se sintió importante sin serlo realmente.

La lección del multiverso

Lo fascinante de este repaso es que incluso los «fallos» del MCU han aportado algo valioso a la franquicia. Los errores de «El Increíble Hulk» llevaron a la brillante reinvención del personaje en «Los Vengadores». Los problemas de «Thor: El Mundo Oscuro» se solucionaron magistralmente en «Ragnarok». Y las lecciones aprendidas de «Capitana Marvel» se pueden ver aplicadas en personajes posteriores.

Cada tropiezo del MCU ha sido una oportunidad de aprendizaje, y esa capacidad de evolución es lo que mantiene viva la franquicia. Como fans, hemos crecido junto a estos personajes, celebrando sus triunfos y perdonando sus errores porque sabemos que forman parte de algo más grande.

La verdadera fortaleza de Marvel no reside en no haber cometido nunca errores, sino en su capacidad de convertir esos errores en trampolines hacia algo mejor. Cada fase ha aprendido de la anterior, y incluso cuando una película no funciona completamente, sigue añadiendo piezas al puzzle más ambicioso de la historia del cine. Al final, incluso el peor Marvel sigue siendo Marvel, y en un panorama cinematográfico cada vez más predecible, eso sigue siendo algo extraordinario.


Crecí con los cómics de Marvel y me enamoré del MCU desde el primer “I am Iron Man”. Me encanta seguir teorías, analizar tramas y perderme en cada nuevo estreno, pero también sé cuándo algo no está a la altura. Disfruto del hype, pero escribo con criterio. Porque si no le exigimos al cine que mejore, ¿entonces para qué estamos aquí?

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