• Emma Stone podría convertirse en la segunda persona más joven de la historia en alcanzar siete nominaciones al Oscar con «Bugonia».
• La colaboración con Yorgos Lanthimos demuestra una madurez artística que recuerda a las grandes actrices del Hollywood clásico que sabían elegir sus proyectos con precisión quirúrgica.
• Esta hazaña cinematográfica confirma cómo el talento genuino y la elección inteligente de proyectos pueden forjar una carrera verdaderamente excepcional en el panorama actual.
En los salones dorados de Hollywood, donde las carreras se construyen con la paciencia de un orfebre y la precisión de un relojero suizo, pocas trayectorias resultan tan fascinantes como la de Emma Stone. A sus 37 años, esta actriz ha demostrado poseer esa rara cualidad que distingue a las grandes intérpretes: la capacidad de reinventarse sin perder jamás su esencia.
Como aquellos maestros del cine clásico que sabían navegar entre géneros con la elegancia de Fred Astaire deslizándose por un salón de baile, Stone ha construido una filmografía que habla tanto de instinto como de inteligencia artística. Su próxima película, «Bugonia», dirigida por Yorgos Lanthimos, no es simplemente otro título en su carrera, sino una oportunidad histórica que podría redefinir su lugar en el panteón cinematográfico.
La trayectoria de Stone hacia la inmortalidad cinematográfica ha sido meticulosamente construida, película a película. Sus anteriores triunfos en los Oscar por «La La Land» y «Poor Things» no fueron casualidades, sino el resultado de una actriz que comprende profundamente el arte de elegir proyectos que desafían tanto al público como a ella misma.
En «Poor Things», Stone demostró una capacidad camaleónica que me recordó inevitablemente a las grandes transformaciones de Vivien Leigh. Su interpretación de Bella Baxter no era mera actuación; era arquitectura emocional, construcción de un personaje desde los cimientos hasta la cúspide. Cada gesto, cada inflexión vocal, revelaba un dominio técnico que pocas actrices de su generación poseen.
Lo que hace verdaderamente excepcional el caso de Stone es su capacidad para funcionar simultáneamente como intérprete y productora, una dualidad que recuerda a aquellos titanes del Hollywood clásico que controlaban cada aspecto de sus creaciones. Con «Bugonia», Stone podría convertirse en la primera mujer en la historia en ser nominada dos veces en las categorías combinadas de mejor actriz y mejor película.
El filme de Lanthimos, que ya ha cosechado elogios en los festivales de Venecia y Telluride, representa exactamente el tipo de cine que la Academia ha aprendido a valorar: obras que combinan ambición artística con ejecución impecable. La colaboración entre Stone y el director griego no es fortuita; ambos comparten una visión del cine como territorio de experimentación, donde las convenciones narrativas pueden ser desafiadas sin sacrificar la coherencia emocional.
Lanthimos posee esa rara habilidad de crear universos visuales que funcionan según sus propias reglas, como Kubrick en «La naranja mecánica» o Buñuel en «El discreto encanto de la burguesía». Stone, por su parte, ha demostrado ser la intérprete ideal para estos mundos alternativos, capaz de anclar la extrañeza en una humanidad reconocible.
Si las predicciones se cumplen y Stone alcanza las siete nominaciones, se convertiría en la segunda persona más joven de la historia en lograr tal distinción, superada únicamente por Walt Disney. Más significativo aún, destronaría a Meryl Streep como la mujer más joven en alcanzar esta cifra, un récord que la legendaria actriz ha mantenido durante décadas.
Esta posible hazaña no es meramente estadística, sino que refleja un cambio fundamental en cómo las actrices contemporáneas están redefiniendo sus carreras. Mientras que en el pasado las intérpretes dependían principalmente de los roles que les ofrecían, Stone representa una nueva generación que toma las riendas creativas de sus proyectos.
La competencia en las categorías interpretativas femeninas promete ser feroz este año, pero Stone posee esa cualidad intangible que distingue a las verdaderas candidatas: la capacidad de desaparecer completamente en sus personajes mientras mantiene una presencia magnética en pantalla. Es esa paradoja que definía a las grandes estrellas del sistema de estudios.
El anuncio de las nominaciones, previsto para el 22 de enero, será el momento de la verdad para una carrera que ya ha demostrado su excepcionalidad. Independientemente del resultado, Stone ha logrado algo que trasciende los premios: ha forjado una filmografía que habla de compromiso artístico y visión a largo plazo.
Observando la trayectoria de Emma Stone, uno no puede evitar recordar aquellas palabras de Billy Wilder sobre la importancia de la paciencia en el cine: «El éxito es 1% inspiración y 99% transpiración». Stone ha demostrado poseer ambas cualidades en abundancia, construyendo una carrera que honra tanto la tradición cinematográfica como las posibilidades del futuro.
En una industria obsesionada con los éxitos inmediatos, ella ha elegido el camino más difícil pero también el más duradero: el del artista genuino. Si «Bugonia» le otorga las nominaciones esperadas, Stone no solo habrá roto récords, sino que habrá demostrado que el cine contemporáneo aún puede producir carreras dignas de los grandes maestros.

