• Warner Bros canceló Batgirl completamente terminada por motivos fiscales, privando al público de una película ya rodada.
• Brendan Fraser denuncia cómo los estudios tratan el cine como «contenido» desechable en lugar de arte cinematográfico.
• La decisión eliminó la oportunidad de que niñas latinas vieran por primera vez a una heroína que se pareciese a ellas.
¿Recordáis cuando los estudios respetaban el trabajo de los artistas? Cada vez parece más un cuento de hadas. La industria se ha convertido en una trituradora donde las decisiones creativas las toman contables, no visionarios. Lo que pasó con Batgirl es la prueba definitiva de que Hollywood ha perdido el rumbo.
Brendan Fraser lo ha dicho claro, y joder, tenía que ser él quien plantase cara a Warner Bros. El mismo estudio que destrozó el Snyderverso ahora quema películas enteras como hojas secas.
Fraser Dice Lo Que Todos Pensamos
Brendan Fraser no se ha cortado al hablar de la cancelación de Batgirl. El actor, que iba a interpretar al villano Firefly, ha soltado declaraciones que deberían hacer temblar Warner Bros.
«Es más valioso quemarlo todo y cobrar el seguro que darle una oportunidad en el mercado», ha dicho Fraser. Y tiene toda la razón del mundo.
La película estaba terminada. TERMINADA. No era un proyecto en desarrollo. Era una película completa que ocupaba cuatro plantas de producción en Glasgow. Leslie Grace ya había dado vida a Barbara Gordon, Michael Keaton había vuelto como Batman, y J.K. Simmons estaba de vuelta como el comisario Gordon.
Pero a los ejecutivos de Warner les salían mejor las cuentas destruyéndola que estrenándola. Es de locos.
El Crimen Contra la Representación
Fraser ha puesto el dedo en la llaga: «La tragedia es que hay una generación de niñas pequeñas que no tienen una heroína a la que admirar y decir ‘se parece a mí'».
Esto me toca las narices especialmente. Leslie Grace iba a ser la primera Batgirl latina en pantalla grande. ¿Sabéis lo que significa? Millones de niñas iban a ver por primera vez a alguien como ellas salvando Gotham.
Pero no, mejor cancelarlo por una deducción fiscal. Porque como dice Fraser, el «contenido» se ha convertido en mercancía. Ya no hablamos de películas, hablamos de productos. Ya no hablamos de arte, hablamos de números en hojas de cálculo.
Warner y Su Historial de Desastres
No es la primera vez que Warner toma decisiones que dejan a los fans con cara de póquer. Recordemos cómo trataron la visión de Zack Snyder, cómo mutilaron Liga de la Justicia, cómo convirtieron el universo DC en un parque de atracciones sin alma.
Es exactamente la misma mentalidad que destruyó el Snyderverso. Snyder tenía una visión épica, una narrativa visual coherente que conectaba Man of Steel, Batman v Superman y Justice League. Pero Warner prefirió los focus groups a la autoría cinematográfica.
La cancelación de Batgirl es otro clavo en el ataúd de un estudio que ha perdido el norte. Dijeron que era por un «cambio estratégico». Mentira cochina. Era por pasta, pura y dura.
Los informes lo dejaron claro: la cancelación estaba motivada por beneficios fiscales. Prefirieron quemar 90 millones antes que arriesgarse a que no fuese un éxito de taquilla.
El Cine Como Arte vs. Negocio
Fraser ha dado en el clavo cuando habla de cómo el cine se ha convertido en «contenido» para comercializar. Esta palabra me da urticaria. Reduce el arte cinematográfico a algo que se consume y se desecha.
¿Os imagináis si hubiesen hecho esto con Blade Runner cuando fue un fracaso comercial? ¿O con El Padrino II? Algunas de las mejores películas no fueron éxitos inmediatos, pero se convirtieron en clásicos.
Es la misma lógica que aplicaron con Batman v Superman. Una película que exploraba temas profundos sobre el poder, la responsabilidad y la moralidad, reducida a «muy oscura» por ejecutivos que solo entienden de merchandising.
Batgirl nunca tendrá esa oportunidad. Está enterrada en algún archivo de Warner, condenada al olvido por una decisión puramente económica.
La Lección Que Nadie Aprende
Lo de Batgirl no es solo la cancelación de una película. Es síntoma de una enfermedad más profunda en Hollywood. Los estudios han olvidado que el cine puede cambiar vidas, inspirar generaciones y crear iconos culturales.
Todo se reduce a algoritmos, estudios de mercado y deducciones fiscales. Es una pena, porque el cine de superhéroes necesita diversidad, voces nuevas, arriesgar.
Cuando Snyder rodaba sus secuencias en cámara lenta, no era solo espectáculo visual. Era poesía cinematográfica, momentos épicos que elevaban el material. Esa es la diferencia entre hacer cine y fabricar contenido.
La industria se ha convertido en una fábrica de contenido desechable donde las decisiones se toman por miedo al fracaso. Brendan Fraser lo ha entendido perfectamente, y su indignación es la nuestra.
Al final, Batgirl se ha convertido en el símbolo perfecto de todo lo que está mal en Hollywood. Una película que podría haber inspirado a millones, reducida a cenizas por la codicia corporativa. Fraser tiene razón: es una tragedia, y todos deberíamos estar igual de cabreados que él.

