Arnold vuelve a Predator… y hay un giro peligroso

Dan Trachtenberg planea Predator: Badlands para 2025, con posible regreso de Arnold como Dutch, tono de “comedia de compañeros” y debate sobre tensión y legado.

✍🏻 Por Tomas Velarde

octubre 2, 2025

• Dan Trachtenberg sugiere el posible regreso de Arnold Schwarzenegger como Dutch en la próxima entrega de la saga Predator.

• La franquicia necesita recuperar la tensión psicológica y el rigor narrativo que caracterizó a la obra original de McTiernan.

• Predator: Badlands promete ser una «comedia de compañeros» que se estrena el 7 de noviembre de 2025.

La mera mención del nombre de Arnold Schwarzenegger en relación con la saga Predator despierta inmediatamente ecos de aquella obra maestra de 1987 que John McTiernan nos regaló. Una película que, en su aparente simplicidad, logró crear una sinfonía de tensión donde cada encuadre respiraba claustrofobia y cada silencio anunciaba la muerte.

Ahora, décadas después, cuando la franquicia ha navegado por aguas turbulentas de secuelas desiguales y reinvenciones de fortuna variable, surge la posibilidad de que Dutch regrese a enfrentarse una vez más con el cazador intergaláctico.

Dan Trachtenberg, quien demostró con Prey que aún es posible inyectar frescura y respeto al material original en esta saga, vuelve a despertar nuestra curiosidad cinéfila. Su aproximación a Predator: Badlands promete explorar territorios narrativos inexplorados, pero la verdadera intriga reside en cómo podría tejer el legado de Dutch en esta nueva propuesta.

El director ha dejado caer, con la sutileza propia de quien conoce el valor de la expectación, la posibilidad de que Arnold Schwarzenegger retome su icónico papel. Esta revelación llega en un momento particularmente interesante para la franquicia, que con Prey demostró que aún quedaba espacio para la innovación dentro de los códigos establecidos por McTiernan.

La nueva entrega, programada para el 7 de noviembre de 2025, nos presenta a Dek, un joven cazador interpretado por Dimitrius Schuster-Koloamatangi, quien tras ser expulsado de su clan se ve enviado a un planeta remoto. Allí forjará una alianza inesperada con Thia, un sintético de Weyland-Yutani encarnado por Elle Fanning.

Trachtenberg describe su visión como una «especie de comedia de compañeros», una aproximación que, debo confesar, me genera cierta inquietud. La franquicia Predator ha funcionado mejor cuando ha mantenido su tono solemne y su atmósfera opresiva.

Recordemos que la genialidad de la película original residía precisamente en su capacidad para transformar a un grupo de soldados aparentemente invencibles en presas aterrorizadas. La tensión psicológica, magistralmente construida a través de la puesta en escena y el montaje, constituía el verdadero motor narrativo.

Sin embargo, Trachtenberg ha demostrado comprensión hacia el material fuente. Su trabajo en Prey reveló un director capaz de honrar la esencia de la saga mientras exploraba nuevos territorios narrativos. La decisión de ambientar la historia en el pasado, con una protagonista comanche, resultó ser un acierto que revitalizó la franquicia sin traicionar sus fundamentos.

La conexión con Dutch surge a través de la serie animada Predator: Killer of Killers de Hulu, donde el cuerpo congelado del personaje de Schwarzenegger juega un papel relevante. Trachtenberg sugiere múltiples posibilidades narrativas: «Podrías contar cómo fueron capturados [Dutch y Naru], o qué sucede cuando son descongelados. Muchas posibilidades».

Esta aproximación me recuerda a la forma en que los grandes maestros del suspense construían sus tramas. Hitchcock sabía que la verdadera tensión no residía en el misterio en sí, sino en las posibilidades que este generaba en la mente del espectador.

La idea de conectar temporalmente a Dutch con Naru, la protagonista de Prey, abre un abanico de posibilidades narrativas que podrían enriquecer considerablemente el universo de la saga.

El director insiste en su búsqueda de originalidad: «En general, siempre busco: ¿qué podría pasar únicamente en esta película?». Esta filosofía resulta especialmente relevante en una época donde las franquicias tienden a repetir fórmulas exitosas hasta el agotamiento.

La descripción de Badlands como una historia centrada en las relaciones entre personajes también resulta prometedora. Las mejores películas de la saga han funcionado precisamente cuando han logrado que nos importasen sus protagonistas antes de enfrentarlos al Predator.

McTiernan dedicó tiempo considerable a establecer la dinámica del grupo de Dutch antes de desatar el horror, y esa inversión narrativa resultó fundamental para el impacto emocional de la película.

La posible participación de Schwarzenegger añade una dimensión adicional de complejidad. El actor, ahora en una etapa diferente de su carrera, podría aportar una gravitas y una profundidad emocional que enriqueciera considerablemente el material.

La idea de explorar las consecuencias a largo plazo de su encuentro original con el Predator resulta cinematográficamente fascinante.

Predator: Badlands se presenta como una oportunidad única para que Trachtenberg demuestre que su éxito con Prey no fue casualidad. La franquicia necesita directores que comprendan que el verdadero horror no reside en los efectos especiales, sino en la capacidad de crear atmósferas opresivas donde cada sombra puede ocultar la muerte.

El regreso potencial de Dutch representa más que un simple guiño nostálgico; constituye la oportunidad de cerrar un círculo narrativo que comenzó hace casi cuatro décadas. En manos de un director que ha demostrado respeto por el material original, esta posibilidad se antoja especialmente prometedora.

La verdadera prueba residirá en si Trachtenberg logra equilibrar la innovación con el respeto a los códigos que convirtieron a Predator en un clásico del cine de género. Solo el tiempo dirá si estamos ante el renacimiento definitivo de una saga que merece recuperar su lugar entre las grandes obras del suspense cinematográfico.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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