Bob Iger dispara: “Netflix dominará precios si compra Warner”

Netflix ofrece $83.000M por Warner, Paramount responde con $108.000M. Bob Iger alerta: poder de precios, impacto en cines y reguladores en guardia.

✍🏻 Por Lucas Ferrer

diciembre 13, 2025

• Netflix y Paramount se disputan Warner Bros. Discovery en una batalla de 83.000 millones frente a 108.000 millones de dólares que podría redefinir el streaming.

• Bob Iger advierte que una fusión Netflix-Warner Bros. podría dar demasiado poder de fijación de precios a una sola plataforma, perjudicando a los consumidores.

• Esta consolidación masiva llega cuando las plataformas buscan desesperadamente la rentabilidad tras años de crecimiento a cualquier precio.

El mundo del streaming está viviendo su momento más decisivo desde que Netflix cambió para siempre cómo consumimos entretenimiento. Mientras las cifras de taquilla siguen siendo mi obsesión diaria, es imposible ignorar que el futuro de la industria se está escribiendo ahora mismo en las salas de juntas de los gigantes tecnológicos.

Cuando alguien como Bob Iger, que ha orquestado algunas de las adquisiciones más espectaculares de Hollywood, levanta la voz de alarma, conviene prestar atención.

Lo que estamos presenciando no es solo una guerra de ofertas millonarias, sino una batalla por el control total del entretenimiento global. Los números que se manejan son tan astronómicos que hacen que las recaudaciones de taquilla parezcan calderilla.

La batalla de los titanes: cuando los números marean

Netflix ha puesto sobre la mesa 83.000 millones de dólares para hacerse con los activos de streaming y estudios de Warner Bros. Discovery. Para ponerlo en perspectiva, esa cifra supera el PIB de países enteros y representa más de cuatro veces la recaudación mundial de taquilla de 2023.

Pero Paramount no se ha quedado atrás y ha respondido con una oferta hostil de 108.000 millones.

Estos números me recuerdan a esas subastas de arte donde los precios se disparan hasta perder cualquier conexión con la realidad. Pero aquí no estamos hablando de un cuadro, sino del control de franquicias como Harry Potter, DC Comics, HBO y una biblioteca de contenidos que vale su peso en oro.

La ironía es deliciosa: Netflix, que empezó alquilando DVDs por correo, ahora tiene el músculo financiero para tragarse a uno de los estudios más históricos de Hollywood. Es como si David hubiera crecido tanto que ahora puede comprar a Goliat.

Iger y la voz de la experiencia

Bob Iger no habla desde la barrera. Este hombre orquestó la compra de 20th Century Fox por 72.000 millones en 2017, una operación que transformó Disney en la máquina de contenidos que conocemos hoy.

Cuando alguien con ese currículum advierte sobre los riesgos de una fusión, hay que escuchar.

Sus preocupaciones son tan pragmáticas como inquietantes. «Si yo fuera un regulador examinando esta combinación, miraría varias cosas», declaró en CNBC. La primera: si una sola empresa acabaría teniendo un poder de fijación de precios que podría considerarse negativo o dañino para el consumidor.

Y tiene razón. Ya hemos visto cómo las plataformas han ido subiendo precios gradualmente. Netflix ha aumentado sus tarifas múltiples veces en los últimos años, y otras plataformas han seguido el mismo camino.

Imagínate el poder que tendría una Netflix-Warner Bros. fusionada para dictar precios en un mercado cada vez más concentrado.

El ecosistema en peligro

Pero Iger va más allá de los precios. También menciona el impacto en el ecosistema cinematográfico, especialmente en los cines.

Y aquí es donde los datos se vuelven preocupantes. La taquilla mundial aún no se ha recuperado completamente de la pandemia, y una mayor concentración del poder en manos de las plataformas podría acelerar el declive de la experiencia cinematográfica tradicional.

Disney ha invertido 33.000 millones de dólares en películas durante los últimos 20 años, según menciona Iger. Esa cifra demuestra el compromiso del estudio con el cine, pero también revela la magnitud de las inversiones necesarias para competir en este mercado.

La fragmentación actual del streaming, aunque frustrante para los consumidores que deben suscribirse a múltiples servicios, al menos garantiza cierta competencia. Una fusión de esta magnitud podría inclinar peligrosamente la balanza.

La paradoja de la consolidación

Lo paradójico es que esta batalla llega justo cuando las plataformas están desesperadas por encontrar la rentabilidad. Netflix, que durante años quemó dinero como si no hubiera mañana para ganar cuota de mercado, ahora se enfrenta a la realidad de tener que generar beneficios sostenibles.

La compra de Warner Bros. Discovery podría ser vista como una apuesta por la escala: más contenido, más suscriptores, más poder de negociación. Pero también es una apuesta arriesgadísima que podría acabar ahogando a la empresa en deuda.

Paramount, por su parte, juega la carta de la desesperación. Su oferta hostil de 108.000 millones suena más a un movimiento de supervivencia que a una estrategia de crecimiento.

En un mercado donde solo los más grandes sobreviven, quedarse fuera de esta consolidación podría ser una sentencia de muerte.

El factor regulatorio

Iger también ha puesto el dedo en la llaga regulatoria. Los organismos antimonopolio están cada vez más atentos a las fusiones tecnológicas, y una operación de esta magnitud no pasará desapercibida.

La pregunta es si los reguladores tendrán el valor de frenar una fusión que, sobre el papel, podría crear un monopolio de facto en ciertos segmentos del entretenimiento.

La reciente inversión de Disney de 1.000 millones en un acuerdo con OpenAI demuestra que la carrera tecnológica no se detiene. La inteligencia artificial está llamada a revolucionar la creación de contenidos, y quien controle esa tecnología junto con las bibliotecas de contenido más extensas tendrá una ventaja casi insuperable.


Mientras escribo estas líneas, no puedo evitar pensar en cómo esta batalla de titanes afectará a algo tan simple como decidir qué ver un viernes por la noche.

Los números astronómicos que se manejan en estas negociaciones acabarán reflejándose, de una forma u otra, en nuestras facturas mensuales y en la diversidad de contenidos disponibles.

La advertencia de Iger no es solo la opinión de un competidor preocupado; es el análisis de alguien que entiende que el entretenimiento, al final, es un negocio de equilibrios delicados.

Y cuando esos equilibrios se rompen, todos perdemos: los creadores, los distribuidores y, especialmente, nosotros, los espectadores que solo queremos buenas historias a precios justos.


Apasionado por los números que cuentan historias, llevo más de 12 años desentrañando qué hay detrás del éxito (o fracaso) en taquilla. Para mí, cada cifra es un reflejo del público y la industria, y me encanta traducir esos datos en análisis claros y sorprendentes.

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