• Universal apostó fuerte dividiendo el musical «Wicked» en dos películas con un presupuesto conjunto de 550 millones de dólares, y la estrategia ha resultado ser un éxito rotundo en taquilla.
• La primera película recaudó 758 millones de dólares mundialmente, convirtiéndose en la adaptación de Broadway más exitosa de la historia, mientras que la segunda abrió con 226 millones globales en su primer fin de semana.
• Esta decisión demuestra que, cuando se hace bien, dividir una historia puede multiplicar los beneficios en lugar de diluir el impacto, algo que pocos estudios se atreven a intentar con musicales.
¿Cuántas veces hemos visto a los estudios de Hollywood tomar decisiones que nos hacen preguntarnos si han perdido completamente el juicio? Dividir una película en dos partes suena a estrategia desesperada para exprimir hasta la última gota de una franquicia.
Sin embargo, de vez en cuando, una apuesta tan arriesgada que parece una locura termina siendo pura genialidad financiera. Universal acaba de demostrarnos que conocer a tu audiencia y respetar el material original puede convertir lo que parecía una decisión cuestionable en una de las jugadas más brillantes de los últimos años.
Los números no mienten, y en este caso, cuentan una historia de triunfo que merece ser analizada cifra por cifra.
La apuesta de 550 millones que cambió las reglas del juego
Cuando Universal anunció que dividiría «Wicked» en dos películas, muchos pusimos los ojos en blanco. ¿En serio? ¿Otro estudio intentando estirar una historia para conseguir el doble de entradas vendidas?
La inversión total fue astronómica: 300 millones de dólares en producción y otros 250 millones en marketing. Para ponerlo en perspectiva, estamos hablando de más dinero del que muchos países destinan a su presupuesto cultural anual.
Era una apuesta que podría haber hundido al estudio si salía mal. Pero Universal tenía algo que muchos otros estudios olvidan: respeto por el material original y comprensión profunda de su audiencia.
El director Jon M. Chu lo explicó de forma brillante: «Se volvió imposible meter la historia de ‘Wicked’ en una sola película sin hacerle un daño real». Y tenía razón.
Los números que cuentan la verdadera historia
La primera película de «Wicked» no solo recuperó su inversión, sino que la pulverizó. Con 758 millones de dólares recaudados a nivel mundial, se convirtió en la adaptación de Broadway más exitosa de todos los tiempos.
Eso significa que superó a clásicos como «Chicago» (306 millones), «Mamma Mia!» (615 millones) y «Les Misérables» (448 millones). No estamos hablando de una victoria por los pelos, sino de una dominación absoluta.
Pero aquí viene lo realmente impresionante: la segunda película, «Wicked: For Good», abrió con 150 millones de dólares en Estados Unidos y 226 millones mundialmente solo en su primer fin de semana.
Estas cifras son extraordinarias para cualquier película, pero para la segunda parte de un musical son simplemente históricas. Lo que me fascina de estos datos es cómo desafían la lógica habitual de Hollywood.
Normalmente, las segundas partes sufren una caída en taquilla del 20-30%. Aquí vemos lo contrario: una audiencia que no solo regresó, sino que trajo a más gente consigo.
La crítica vs. el público: una lección de humildad
Los críticos fueron algo más duros con la segunda entrega, otorgándole un 70% en Rotten Tomatoes frente al 88% de la primera. Pero aquí es donde los números revelan una verdad incómoda para quienes creemos que nuestras opiniones expertas lo son todo.
El público no estuvo de acuerdo. Ambas películas recibieron una «A» en CinemaScore, la métrica que realmente importa cuando hablamos de taquilla.
Esto significa que las audiencias salieron de los cines completamente satisfechas, dispuestas a recomendar la película y, lo más importante, a volver por más.
Esta discrepancia me recuerda por qué los datos de audiencia son tan valiosos. Los críticos podemos analizar la técnica cinematográfica, pero al final del día, son las familias gastando su dinero del fin de semana las que determinan el éxito real de una película.
La estrategia de marketing que mantuvo viva la llama
Universal no se conformó con hacer dos buenas películas; crearon un fenómeno cultural. Su estrategia de marketing incluyó un especial musical en NBC y alianzas con más de 400 marcas de consumo.
Mantener el interés del público durante dos años entre películas no es tarea fácil. Preguntadle a Disney cómo les fue con el hueco entre «Infinity War» y «Endgame», aunque en ese caso el público ya estaba enganchado a la saga Marvel.
Lo que me parece más inteligente es cómo lograron que cada película funcionara como un evento independiente. No era solo «la primera parte» o «la continuación», sino dos experiencias cinematográficas completas que se complementaban.
Esta aproximación contrasta dramáticamente con otros intentos fallidos de dividir historias, como «The Hobbit» o las últimas entregas de «Harry Potter».
El contexto que hace este éxito aún más impresionante
Para entender completamente la magnitud de este triunfo, hay que recordar el panorama actual de las adaptaciones musicales. En los últimos años, hemos visto fracasos sonoros como «Cats» (74 millones mundiales con un presupuesto de 95 millones) o recepciones tibias para otros musicales.
El público se había vuelto escéptico hacia este género, y con razón. Demasiadas adaptaciones habían traicionado el espíritu de los originales o simplemente habían sido mal ejecutadas.
Universal tenía que superar no solo las expectativas, sino también el cansancio del público. Que lo hayan conseguido con números tan contundentes demuestra que cuando respetas tanto el material como a tu audiencia, los resultados pueden ser extraordinarios.
No se trata solo de nostalgia o reconocimiento de marca; se trata de calidad y comprensión del medio.
Lecciones para la industria
Este éxito plantea preguntas fascinantes sobre el futuro de las adaptaciones y las estrategias de franquicia. ¿Veremos más musicales divididos en múltiples partes? ¿Se atreverán otros estudios a hacer inversiones similares?
Lo que está claro es que Universal ha demostrado que el público está dispuesto a comprometerse con historias largas y complejas, siempre que la calidad esté ahí.
No se trata de estirar artificialmente el contenido, sino de darle el espacio que necesita para respirar y desarrollarse. La clave está en la ejecución.
Universal no dividió «Wicked» por codicia, sino por respeto a la historia. Esa diferencia, sutil pero crucial, es lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
El fenómeno «Wicked» nos recuerda que en una industria obsesionada con fórmulas y algoritmos, a veces la mejor estrategia sigue siendo la más antigua: contar una buena historia y confiar en que el público la reconocerá.
Los 758 millones de la primera película y el arrollador debut de la segunda son la prueba definitiva de que cuando los números y la pasión se alinean, la magia sucede.
Universal no solo ha creado un éxito de taquilla; ha establecido un nuevo estándar para las adaptaciones musicales y demostrado que apostar en grande, cuando se hace con inteligencia y respeto, puede transformar el riesgo en recompensa.

