• Bethany Weaver debuta cinematográficamente como Dorothy en «Wicked: For Good», apareciendo únicamente de espaldas en un gesto de respeto hacia el legado de Judy Garland.
• La película alcanza los 150 millones de dólares en su estreno doméstico, estableciendo un récord para adaptaciones de Broadway al cine.
• Esta secuela demuestra que es posible expandir un universo clásico sin traicionar su esencia, algo que Hollywood debería aprender de una vez por todas.
En una época donde Hollywood parece empeñado en desenterrar cada clásico para someterlo a los caprichos del mercado contemporáneo, surge «Wicked: For Good». No es casual que esta adaptación haya conquistado las taquillas con cifras que habrían hecho sonreír al mismísimo Louis B. Mayer.
Pero más allá de los números, lo verdaderamente intrigante reside en cómo aborda uno de los pilares más sagrados del cine clásico americano.
El Peso de un Legado Cinematográfico
La elección de mostrar a Dorothy únicamente de espaldas no es un capricho estético. Es un acto de reverencia cinematográfica que merece análisis. En tiempos donde cada remake parece decidido a «mejorar» lo perfecto, esta decisión sugiere comprensión del peso simbólico que carga cualquier nueva interpretación del personaje inmortalizado por Judy Garland.
Bethany Weaver, actriz prácticamente desconocida, se encuentra en una posición única: debutar encarnando uno de los personajes más icónicos del séptimo arte. Su elección por Jon M. Chu resulta curiosa, especialmente considerando que Dorothy aparece únicamente de espaldas, siguiendo la tradición del musical de Broadway.
Esta decisión revela comprensión madura del material original. Victor Fleming sabía que Dorothy no era simplemente un personaje, sino un símbolo de la inocencia americana enfrentada a lo desconocido.
Las palabras de Weaver en redes sociales, describiendo la experiencia como «transformadora» y reconociendo «el honor de llevar el legado de las brillantes mujeres que se pusieron estos zapatos», revelan conciencia del peso histórico. Hay algo conmovedor en esta humildad, especialmente comparada con la arrogancia habitual de las estrellas contemporáneas.
Una Secuela que Comprende su Lugar
«Wicked: For Good» se desarrolla paralelamente a la narrativa original de «El Mago de Oz». Una decisión inteligente. En lugar de reescribir o «corregir» la obra maestra de 1939, busca expandir el universo sin profanarlo.
Es una aproximación que recuerda la elegancia con que Hitchcock manejaba sus propios remakes, comprendiendo que ciertos elementos son intocables.
La secuencia donde Dorothy camina por el Camino de Baldosas Amarillas y se presenta ante el Mago funciona como puente entre ambas narrativas. Requiere precisión milimétrica, pues cualquier desviación tonal rompería la magia establecida por Fleming hace más de ocho décadas.
El éxito taquillero marca un récord para adaptaciones de Broadway. Estas cifras, importantes comercialmente, no eclipsan el verdadero logro: crear una obra que dialoga respetuosamente con su predecesora sin intentar suplantarla.
El Arte de la Reverencia Cinematográfica
Mostrar a Dorothy únicamente de espaldas trasciende lo estético para convertirse en declaración de principios. Es reconocimiento tácito de que ciertos elementos del cine clásico son irreemplazables.
Judy Garland no interpretó a Dorothy; se convirtió en ella tan definitivamente que cualquier intento de recrear frontalmente su presencia resultaría una pálida imitación.
Esta aproximación me recuerda la maestría kubrickiana manejando referencias visuales, comprendiendo que la sugerencia puede ser infinitamente más poderosa que la exposición directa. Al mantener a Dorothy en segundo plano visual, «Wicked: For Good» permite que la audiencia complete la imagen con sus recuerdos cinematográficos.
La elección de Chu de confiar este papel a una novata como Weaver merece reconocimiento. En una industria obsesionada con el star power, apostar por talento emergente demuestra confianza admirable en el material.
Reflexiones sobre el Futuro del Cine Musical
El éxito plantea interrogantes fascinantes sobre el futuro de las adaptaciones cinematográficas. ¿Es posible que Hollywood haya aprendido que el respeto hacia el material original puede ser más rentable que la reinvención forzada?
Los números sugieren que las audiencias responden positivamente cuando se trata el legado cinematográfico con dignidad merecida.
La película funciona como recordatorio de que el cine, en su mejor expresión, es arte acumulativo. Cada nueva obra dialoga con las precedentes, creando conversación continua a través de décadas. «Wicked: For Good» comprende esta responsabilidad y la abraza.
«Wicked: For Good» se erige como lección magistral sobre cómo abordar el legado cinematográfico con inteligencia y respeto. En una época donde cada clásico parece destinado a ser «reimaginado» hasta la irrelevancia, esta secuela demuestra que es posible expandir un universo narrativo sin traicionar su esencia.
La decisión de mantener a Dorothy como presencia sugerida revela comprensión profunda del poder de la iconografía cinematográfica. El debut de Bethany Weaver, aunque limitado visualmente, marca el comienzo de lo que esperamos sea una carrera consciente de la tradición precedente.
En definitiva, «Wicked: For Good» no solo ha conquistado taquillas, sino que ha demostrado que el respeto hacia los clásicos puede ser el camino más innovador hacia el futuro del cine.

