• Una mujer de 60 años falleció tras sufrir un episodio médico después de montar en la Mansión Encantada de Disneyland el 6 de octubre.
• Como alguien que valora las experiencias inmersivas bien hechas, me parece preocupante que Disney no haya sido más transparente sobre sus protocolos de emergencia en este caso.
• El incidente demuestra que incluso las atracciones más suaves pueden desencadenar problemas médicos imprevisto en personas con condiciones preexistentes.
Los parques de Disney han sido durante décadas ese lugar donde la fantasía cobra vida, pero también espacios donde la realidad puede colarse sin avisar. Como fan que ha visto cómo Marvel ha evolucionado desde las viñetas hasta crear experiencias inmersivas increíbles en sus parques, entiendo perfectamente esa magia de transportarte a otros mundos. Pero cuando esa magia se ve empañada por tragedias reales, nos recuerda que detrás de toda la fantasía hay personas reales con vidas reales.
El 6 de octubre, Disneyland vivió uno de esos momentos que ningún parque quiere experimentar. Una visitante perdió la vida tras sufrir un episodio médico después de la Mansión Encantada, y este suceso me ha hecho reflexionar sobre cómo gestionamos realmente la seguridad en estos espacios de entretenimiento.
Cuando la diversión se convierte en tragedia
Sobre las 18:30 del 6 de octubre, lo que había empezado como una tarde normal en el «lugar más feliz de la Tierra» se transformó en una emergencia médica. Una mujer de unos 60 años se desplomó tras experimentar la Mansión Encantada, una de las atracciones más queridas y menos «extremas» de Disneyland.
El personal de seguridad actuó rápidamente con maniobras de reanimación mientras esperaban a los servicios de emergencia de Anaheim. Los paramédicos la trasladaron al hospital, pero desgraciadamente fue declarada fallecida. Las autoridades aún no han confirmado la causa oficial, aunque todo apunta a complicaciones cardíacas.
Lo que me resulta más impactante es que ocurriera precisamente en la Mansión Encantada. No estamos hablando de una montaña rusa brutal como las que podríamos encontrar en Universal, sino de una atracción familiar sin restricciones de altura. Es «diversión escalofriante para los más pequeños», según Disney.
La naturaleza engañosa de lo «suave»
Esta atracción icónica se caracteriza por ser accesible para toda la familia. El recorrido es lento y pausado, los fantasmas son amigables y las escenas están diseñadas para entretener sin asustar demasiado. Es precisamente esta naturaleza «suave» lo que hace el incidente tan inesperado.
Como alguien que ha seguido la evolución de las experiencias inmersivas desde los cómics hasta las atracciones de Guardianes de la Galaxia, he aprendido que la intensidad emocional no siempre se corresponde con la intensidad física. A veces, la inmersión narrativa puede ser tan poderosa que nuestro cuerpo reacciona de formas que no esperamos.
El problema de la transparencia
Lo que más me molesta de este tipo de situaciones es la falta de transparencia posterior. Disney tiene una reputación excelente en temas de seguridad, con personal entrenado y protocolos bien establecidos. Pero cuando ocurren estos incidentes, la comunicación suele ser mínima.
Como consumidores de entretenimiento, merecemos saber más sobre cómo se manejan estas emergencias. ¿Cuánto tardaron en llegar los servicios médicos? ¿Qué protocolos específicos se siguieron? ¿Hay algún patrón en este tipo de incidentes que deberíamos conocer?
La industria del entretenimiento, incluida Marvel con sus experiencias cada vez más inmersivas, tiene la responsabilidad de ser honesta sobre los riesgos, por mínimos que sean.
La realidad detrás de la magia
Este trágico suceso nos recuerda algo fundamental: detrás de cada visitante hay una persona real con una historia completa. Los parques temáticos están diseñados para ser espacios de escape, pero la realidad nunca desaparece del todo.
Para quienes amamos estas experiencias, ya sea en la Mansión Encantada o en cualquier atracción de Marvel, es crucial recordar que cuidar nuestra salud es parte de disfrutar responsablemente. Conocer nuestras limitaciones no es ser aguafiestas; es ser inteligentes.
Al final, ninguna atracción vale más que nuestro bienestar. Y la magia más importante siempre será la de volver sanos y salvos a casa con nuestros seres queridos, con nuevos recuerdos que contar en lugar de tragedias que lamentar.