Toy Story 5 revela por qué los niños ya no juegan (y nos aterra la respuesta)

Toy Story 5 explora, sin demonizar la tecnología, la crisis de los juguetes en la era digital: propósito, juego táctil y conexión humana frente al iPad.

✍🏻 Por Alex Reyna

noviembre 21, 2025

¿Qué ocurre cuando los juguetes se enfrentan a su propia obsolescencia? Esta pregunta, que podría haber salido de un relato de Philip K. Dick, es precisamente la que plantea Toy Story 5.

• Toy Story 5 explora el dilema existencial de los juguetes en una era dominada por dispositivos digitales, convirtiendo la obsolescencia en metáfora de nuestra relación con la tecnología.

• Andrew Stanton acierta al no demonizar la tecnología, sino usarla como prisma para examinar qué significa realmente jugar y conectar en el siglo XXI.

• La película llega en el momento perfecto para reflexionar sobre el equilibrio entre progreso tecnológico y preservación de lo esencialmente humano.

En una época donde las pantallas han colonizado la infancia y los juguetes físicos luchan por mantener su relevancia, Pixar se atreve a explorar un territorio existencial que trasciende la mera nostalgia.

La franquicia que una vez nos enseñó que los juguetes tenían alma ahora debe preguntarse si esa alma puede sobrevivir en un mundo digital. Es una reflexión que va más allá del entretenimiento: es un espejo de nuestra propia relación con la tecnología.

El fin de una era, el comienzo de otra reflexión

Cuando Andrew Stanton afirma que «Toy Story 3 fue el final… de los años de Andy», no está simplemente justificando una secuela. Está reconociendo algo más profundo: que las historias, como los juguetes, deben evolucionar para mantener su propósito.

La trilogía original funcionaba bajo una premisa clara: los juguetes existían para ser amados por los niños. Pero ¿qué sucede cuando esa premisa fundamental se tambalea?

La respuesta no es nostálgica, sino filosófica. Y eso me fascina.

La tecnología como espejo, no como villano

Lo más inteligente de la propuesta de Stanton es su enfoque matizado hacia la tecnología. «No podemos limitarnos a convertir la tecnología en el villano», declara, y en esa frase hay una sabiduría que trasciende el cine infantil.

Esta perspectiva me recuerda a Her, donde la tecnología no era el antagonista, sino el catalizador de preguntas más profundas sobre la conexión humana. Toy Story 5 parece seguir un camino similar.

El personaje de «LilyPad» (claramente inspirado en el iPad) no será probablemente un villano tradicional, sino una representación de un cambio paradigmático. Los juguetes no luchan contra un enemigo, sino contra la irrelevancia.

Woody y Buzz en el siglo XXI

Ver a Tom Hanks y Tim Allen regresar como Woody y Buzz no es solo un ejercicio nostálgico. Es la oportunidad de observar cómo personajes que representan valores «analógicos» navegan un mundo digital.

Woody, con su ética del deber y la lealtad, se enfrenta ahora a un dilema que va más allá de ser el juguete favorito de un niño. ¿Cómo mantienes tu propósito cuando el concepto mismo de «jugar» está siendo redefinido?

La incorporación de Conan O’Brien como «Smarty Pants» sugiere que la película no rehúye el humor inteligente. Pero más allá de las risas, hay una pregunta seria: ¿pueden coexistir la sabiduría tradicional y la innovación tecnológica?

El juego como acto de resistencia

En el fondo, Toy Story 5 parece plantear una pregunta que resonará con cualquier padre contemporáneo: ¿estamos perdiendo algo esencial cuando el juego se digitaliza completamente?

No se trata de demonizar las tablets o los videojuegos. Se trata de reflexionar sobre qué elementos del juego tradicional merecen ser preservados.

La tactilidad. La imaginación sin límites programados. La capacidad de crear narrativas completamente libres.

Recuerdo pausar Arrival para apuntar frases sobre el lenguaje y el tiempo. Con Toy Story 5, sospecho que pausaré para reflexionar sobre algo igual de fundamental: cómo definimos la infancia en 2026.

Una metáfora de nuestro tiempo

Como ocurre con la mejor ciencia ficción, Toy Story 5 usa elementos fantásticos para explorar dilemas muy reales. Los juguetes que luchan por mantener su relevancia son una metáfora de cualquier tradición que se enfrenta a la disrupción tecnológica.

La película, programada para el 19 de junio de 2026, llega en un momento perfecto. Una generación que creció con los juguetes de Toy Story ahora cría hijos en un mundo radicalmente diferente.


Al final, Toy Story 5 promete ser algo más que una secuela: una meditación sobre la permanencia y el cambio. En manos de Stanton, esta no será una lamentación nostálgica, sino una exploración madura de cómo adaptarse sin perder la esencia.

La pregunta que quedará resonando no será si los juguetes pueden competir con la tecnología, sino si nosotros podemos encontrar un equilibrio entre el progreso y la preservación de aquello que nos hace humanos.

Porque al final, tanto los juguetes como nosotros enfrentamos el mismo desafío existencial: mantenernos relevantes en un mundo que cambia más rápido de lo que podemos procesar.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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