Timothée Chalamet: ¿Estrella de cine real o el truco de marketing perfecto?

Chalamet conquista la taquilla navideña y A24 arriesga con Marty Supreme. Éxito, crítica y marketing se mezclan: ¿estrella genuina o estrategia brillante?

✍🏻 Por Tomas Velarde

diciembre 29, 2025

• Timothée Chalamet ha consolidado un fenómeno único al convertirse en el rey indiscutible de los estrenos navideños con tres películas consecutivas en estas fechas, algo que no veíamos desde el dominio de Will Smith en los 4 de julio.

• «Marty Supreme» marca un hito para A24 con su mayor presupuesto hasta la fecha (70 millones), demostrando que el cine de autor puede competir en el mercado comercial sin renunciar a su identidad.

• La versatilidad de Chalamet para transitar entre géneros diversos con criterio artístico recuerda al star system clásico, aunque su éxito plantea interrogantes sobre si estamos ante verdadero talento o simplemente ante una estrategia de marketing brillante.


Hay algo que me resulta profundamente reconfortante en observar cómo un actor joven logra lo que parecía imposible en esta era de franquicias: convertirse en una auténtica estrella de cine. Timothée Chalamet, recién cumplidos los treinta, ha conseguido algo que no veíamos desde los tiempos del star system clásico: apropiarse de una fecha en el calendario cinematográfico.

Pero aquí viene la primera pregunta que debemos hacernos: ¿estamos realmente ante un nuevo Cary Grant o simplemente ante un producto de marketing excepcional?

La Navidad de 2025 ha confirmado lo que ya intuíamos tras «Wonka» y «A Complete Unknown». «Marty Supreme», dirigida por Josh Safdie, ha recaudado 27 millones de dólares en su fin de semana de cuatro días. Las cifras, por importantes que sean, no cuentan toda la historia.

Lo verdaderamente significativo es que estamos presenciando el nacimiento de una tradición cinematográfica. Algo cada vez más raro en un mercado dominado por el cálculo algorítmico.

«Marty Supreme» supone un hito para A24, ese estudio que ha sabido mantener viva la llama del cine de autor. Con un presupuesto de 70 millones de dólares —el más elevado en la historia de la compañía—, la película ha generado hasta la fecha 28,3 millones.

Es su segundo mejor estreno tras «Civil War». Y aunque las cifras puedan parecer modestas comparadas con los blockbusters habituales, representan una victoria del cine que se atreve a ser diferente.

La recepción crítica ha sido extraordinaria, con un 95% en Rotten Tomatoes. La respuesta del público, medida con un B+ en CinemaScore, sugiere que la película tiene recorrido más allá del fin de semana inaugural.

Aquí es donde la elección de la fecha cobra su verdadero sentido. El periodo entre Navidad y Año Nuevo es tradicionalmente la semana de mayor afluencia a los cines del año. Chalamet y sus colaboradores lo saben.

Josh Safdie, quien ya demostró su talento con «Good Time» y «Diamantes en bruto», encuentra en Chalamet al intérprete perfecto para su visión. La elección de un tema aparentemente menor —el ping-pong— para construir una narrativa mayor recuerda a la capacidad del mejor cine clásico para encontrar lo universal en lo particular.

Pienso en cómo Billy Wilder convirtió el periodismo en «El crepúsculo de los dioses» o cómo Hitchcock transformó una simple escalera en un elemento dramático en «Vértigo». El gran cine siempre ha sabido que el tema es secundario; lo importante es la mirada.

No he tenido aún la oportunidad de ver «Marty Supreme», pero la combinación de un director con ojo para el detalle y un actor capaz de entregarse completamente a sus personajes promete algo interesante. Aunque debo confesar mi escepticismo ante tanto entusiasmo crítico unánime.

La comparación con Will Smith y su dominio del 4 de julio es inevitable, pero también reveladora. Smith construyó su reinado sobre la base de grandes producciones de acción: «Independence Day», «Men in Black», «Wild Wild West».

Eran películas diseñadas para el espectáculo veraniego, con presupuestos astronómicos y efectos visuales deslumbrantes. Chalamet, en cambio, ha demostrado que se puede dominar una fecha sin depender de explosiones ni secuelas.

Pero aquí viene mi segunda reflexión crítica: ¿es esto realmente tan diferente?

Comparemos su trayectoria reciente: «Wonka» recaudó 634 millones de dólares en todo el mundo. «A Complete Unknown» ha generado 140 millones globalmente. Son películas radicalmente diferentes —un musical familiar y un biopic sobre Bob Dylan—, pero ambas comparten algo: son productos perfectamente diseñados para sus respectivos mercados.

La diferencia con las estrellas del Hollywood clásico es sustancial. James Stewart no elegía sus proyectos pensando en dominar una fecha específica del calendario. Cary Grant no necesitaba dirigibles naranjas volando por el país para atraer al público.

Su carisma residía en algo más intangible: la promesa de una presencia cinematográfica auténtica, de un oficio depurado hasta la perfección.

Hay algo profundamente revelador en ver cómo Chalamet ha construido su filmografía. Desde «Call Me by Your Name» hasta «Dune», pasando por «Lady Bird» o «The French Dispatch», cada elección revela criterio artístico.

Pero también revela algo más: una comprensión sofisticada del mercado cinematográfico contemporáneo. Y no estoy seguro de que esto sea necesariamente positivo para el cine como arte.

El futuro inmediato promete la continuación de este dominio navideño. «Dune: Parte III» está programada para el 18 de diciembre de 2026. Denis Villeneuve ha demostrado ser uno de los pocos directores contemporáneos capaces de combinar espectáculo visual con profundidad narrativa.

La saga de «Dune» representa el tipo de cine de gran formato que merece ser visto en pantalla grande. Aquí Chalamet ha acertado plenamente: trabajar con un director que entiende el lenguaje cinematográfico en su sentido más puro.


Observar la consolidación de Timothée Chalamet como rey de la taquilla navideña es asistir a un fenómeno complejo. Estamos presenciando el surgimiento de una estrella en el sentido clásico del término, sí. Pero también estamos viendo cómo el marketing y la estrategia comercial han aprendido a disfrazarse de decisiones artísticas.

En tiempos en los que el cine parece cada vez más dominado por algoritmos, resulta reconfortante comprobar que todavía hay espacio para el talento genuino. Pero también resulta inquietante ver cómo ese talento se pone al servicio de una maquinaria comercial cada vez más sofisticada.

«Marty Supreme» puede que no alcance las cifras estratosféricas de las superproducciones navideñas. Pero su éxito representa algo que merece ser analizado con más profundidad de la que habitualmente se le dedica.

Chalamet ha encontrado su momento en el calendario. Ha recordado a la industria que las estrellas de cine no han muerto. Simplemente han aprendido a adaptarse a los nuevos tiempos.

La pregunta que queda en el aire es si esta adaptación representa una evolución del cine como arte o simplemente una nueva forma de vender entradas. La Navidad ya tiene su nuevo guardián, ciertamente. Pero el tiempo dirá si su reinado deja algo más que cifras de taquilla.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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