Rian Johnson rompe la cuarta pared con Renner en Knives Out 3

Jeremy Renner interpreta a un médico que ignora su propia fama en la nueva entrega de Knives Out, explorando la identidad y la desconexión en la era digital.

✍🏻 Por Alex Reyna

septiembre 18, 2025

• Jeremy Renner se incorpora al universo Knives Out interpretando a un personaje que desconoce por completo la existencia del actor Jeremy Renner.

• Esta paradoja meta-narrativa funciona como un espejo de nuestra propia desconexión digital: vivimos rodeados de versiones de nosotros mismos que no reconocemos.

• Johnson trasciende el simple guiño cómico para crear un comentario profundo sobre la fragmentación de la identidad en el mundo contemporáneo.

Hay algo profundamente inquietante en la idea de interpretar a alguien que no sabe quién eres. Es como si el espejo se fragmentase y cada pedazo reflejara una versión distinta de la realidad.

En el cine, estamos acostumbrados a los cameos, a las referencias cruzadas, a ese constante guiño al espectador que reconoce las capas de significado. Pero, ¿qué ocurre cuando el propio actor se convierte en un fantasma dentro de su propia interpretación?

Como alguien que se quedó pensando en Her durante días, entiendo esa fascinación por las identidades que se desdoblan. Rian Johnson, ese arquitecto de narrativas laberínticas que nos regaló los giros temporales de Looper, vuelve a jugar con nuestras expectativas de una forma que me recuerda a los mejores relatos de Philip K. Dick.

En «Wake Up Dead Man: A Knives Out Mystery», la realidad y la ficción no solo se entrelazan, sino que se ignoran mutuamente de forma deliberada. Es un experimento que va más allá del entretenimiento: es una reflexión sobre la naturaleza misma de la identidad en un mundo saturado de referencias.

La paradoja del actor invisible

Jeremy Renner encarna a Dr. Nat Sharp, un médico melancólico que vive ajeno al universo mediático donde Jeremy Renner es Hawkeye, donde Jeremy Renner tiene una marca de salsa picante, donde Jeremy Renner existe como figura pública.

Es una construcción narrativa que me transporta directamente a esos relatos donde los personajes descubren que su realidad es solo una de las muchas posibles. Como los replicantes de Blade Runner, que desconocen su propia naturaleza artificial.

«No tiene ni idea de quién es. Es un médico triste. No ve películas, tío. Es un hombre triste», explica Renner sobre su personaje. Hay algo hermoso y perturbador en esta descripción.

Un hombre desconectado no solo del entretenimiento, sino de la versión de sí mismo que existe en otra dimensión narrativa. La genialidad de Johnson radica en convertir esta desconexión en el núcleo emocional del personaje.

Dr. Sharp no es simplemente alguien que no conoce las películas de Marvel; es alguien tan sumergido en su propia crisis existencial que el mundo exterior, con todas sus referencias culturales, se vuelve irrelevante.

El eco de la salsa picante

En «Glass Onion», ya habíamos visto el primer guiño: una referencia a la salsa picante de Renner que funcionaba como easter egg para los espectadores atentos. Era un detalle aparentemente menor, una de esas bromas internas que Johnson disfruta plantando en sus películas.

Pero ahora, con Renner físicamente presente en el universo, esa referencia adquiere una dimensión casi surrealista.

«Jeremy es un gran actor con el que he querido trabajar durante mucho tiempo. ¡Me tranquilizó mucho que pensara que lo de la salsa picante era divertido!», confiesa Johnson. Pero más allá de la anécdota simpática, hay algo más profundo en juego.

Estamos ante un personaje que coexiste con referencias a su propio intérprete sin ser consciente de ello. Es como si viviéramos en un mundo donde nuestro nombre apareciera en carteles publicitarios de productos que nunca hemos creado, interpretados por alguien que lleva nuestro rostro pero que no somos nosotros.

Me recuerda a esos momentos en los que pausas una película para apuntar una frase, solo para descubrir después que esa reflexión ya existía en otra dimensión narrativa que desconocías.

El arquetipo del padre en crisis

«Ese es el arquetipo que interpreto: padre en crisis», dice Renner con una honestidad que trasciende la promoción cinematográfica. Hay algo revelador en esta autodefinición.

No habla de héroes, no menciona la acción o la aventura. Habla de crisis, de paternidad, de esa melancolía que define a los hombres de mediana edad en el cine contemporáneo.

Dr. Sharp se perfila como uno de esos personajes que Johnson sabe construir: complejos, con motivaciones turbias, capaces de sorprendernos cuando creemos haberlos descifrado. Un médico triste que no ve películas es, paradójicamente, el tipo de personaje que más necesita estar en una película.

La elección de Renner no es casual. Su propio recorrido como actor, desde las intensidades dramáticas de «En tierra hostil» hasta el espectáculo de Marvel, le otorga una gravedad que funciona perfectamente para este tipo de roles.

Es un intérprete que entiende tanto la acción como la introspección, y Johnson parece decidido a explorar esta segunda faceta.

La meta-narrativa como espejo social

Lo que Johnson está construyendo trasciende el simple entretenimiento. En una época donde vivimos rodeados de versiones digitales de nosotros mismos, donde nuestras identidades se fragmentan entre redes sociales, trabajos, relaciones familiares, la idea de un personaje que desconoce su propia existencia mediática se vuelve casi profética.

Dr. Sharp representa a todos aquellos que han decidido, consciente o inconscientemente, desconectarse del ruido cultural. Es el anti-influencer, el hombre que no googlea su propio nombre, que no sabe qué dicen de él en internet.

En cierto modo, es una figura envidiable. Como esos personajes de Arrival que encuentran la paz en la desconexión temporal, Sharp encuentra su identidad en la ignorancia mediática.

Esta construcción narrativa nos obliga a preguntarnos: ¿cuántas versiones de nosotros mismos existen sin que lo sepamos? ¿Cuántas referencias a nuestra propia existencia pasan desapercibidas en nuestro día a día?

La fecha de estreno se acerca: 26 de noviembre en cines selectos, 12 de diciembre en Netflix. Pero más allá del calendario, «Wake Up Dead Man» promete ser una reflexión sobre cómo navegamos entre nuestras múltiples identidades en un mundo que no para de crear versiones de nosotros mismos.


Johnson ha creado algo más que una secuela; ha construido un experimento sobre la percepción y la identidad que promete quedarse en nuestras mentes mucho después de los créditos finales.

Como esas películas que te obligan a pausar para apuntar frases, «Wake Up Dead Man» parece diseñada para generar conversaciones que trascienden la pantalla.

En un universo cinematográfico donde todo está conectado, donde cada referencia tiene su lugar y cada cameo su propósito, la decisión de crear un personaje que existe en completa ignorancia de su propio contexto mediático es, quizás, el giro más audaz de todos.

Porque al final, ¿no somos todos, en cierto modo, ajenos a las versiones de nosotros mismos que habitan en las mentes de otros? Como los replicantes que buscan sus recuerdos implantados, quizás nosotros también estamos buscando las versiones auténticas de nosotros mismos en un mundo lleno de reflejos distorsionados.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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