• Predator: Badlands arrasa con 60 millones proyectados tras años de ausencia teatral.
• Un 90% en Rotten Tomatoes demuestra que Trachtenberg ha dado en el clavo absoluto.
• Esta reinvención inteligente podría ser la clave para revivir franquicias dormidas.
Os voy a ser sincero: después de años viendo cómo la franquicia Predator daba tumbos entre plataformas y lanzamientos directos a streaming, por fin tengo motivos para emocionarme. Y cuando digo emocionarme, me refiero a esa sensación que solo me dan los números cuando cuentan una historia de éxito inesperado.
Los datos no mienten: cuando una película de ciencia ficción con bichos alienígenas consigue un 90% en Rotten Tomatoes basado en 77 reseñas, algo gordo está pasando. Y si a eso le sumamos proyecciones de taquilla que rondan los 60 millones de dólares a nivel mundial, estamos ante un fenómeno que me tiene más intrigado que las cifras de apertura de Top Gun: Maverick.
La industria lleva meses esperando ese empujón que reactive la taquilla tras una temporada de Halloween 2025 especialmente floja. Predator: Badlands podría ser exactamente la medicina que necesitábamos: una propuesta fresca que respeta el ADN de la saga pero se atreve a explorar nuevos territorios. Y aquí viene lo interesante: los datos preliminares sugieren que Dan Trachtenberg ha conseguido algo que parecía imposible.
El regreso que nadie vio venir pero todos necesitábamos
Seamos realistas: la franquicia Predator llevaba tiempo en el limbo comercial. Desde The Predator de 2018, que apenas rozó los 160 millones mundiales con un presupuesto de 88 millones, parecía que estos cazadores intergalácticos habían perdido su mordiente en taquilla.
Pero esperad, que hay más. Las cifras de Predator: Badlands pintan un panorama completamente diferente.
Con proyecciones que apuntan a más de 25 millones de dólares solo en Estados Unidos y Canadá durante su fin de semana de estreno, estamos viendo números que cualquier estudio consideraría un éxito rotundo para una película de género con presupuesto medio. Y eso sin contar los mercados internacionales, donde la marca Predator siempre ha tenido un tirón especial.
Lo que más me fascina es cómo Trachtenberg ha conseguido equilibrar las expectativas. Después del éxito de Prey en streaming (que, por cierto, fue lo mejor que le pasó a la franquicia en años), había mucha presión sobre sus hombros. Pero los primeros indicadores sugieren que ha logrado algo complicadísimo: mantener la esencia de lo que hace especial a un Predator mientras amplía el público objetivo.
Y eso, amigos, se traduce directamente en euros y céntimos.
Los números hablan: 90% en Rotten Tomatoes no es casualidad
Cuando veo un 90% en Rotten Tomatoes, mi radar de analista se activa inmediatamente. Estos porcentajes no aparecen por arte de magia, especialmente en el género de ciencia ficción donde la crítica suele ser más exigente que un padre viendo las notas de su hijo.
Los críticos están destacando precisamente lo que los datos de taquilla necesitan: un equilibrio perfecto entre tensión, acción y espectáculo sci-fi. Pero hay algo más interesante en las reseñas: muchos mencionan que es «más familiar» que las entregas anteriores.
Esto no es un detalle menor; es una decisión estratégica brillante.
Pensadlo: las películas de Predator siempre han tenido un público muy específico, principalmente adulto y masculino. Al suavizar ligeramente el tono sin perder la intensidad, Trachtenberg está ampliando la base de espectadores potenciales. Es como cuando Marvel empezó a meter más humor en sus películas: no alienaron a los fans hardcore, pero atrajeron a familias enteras.
Y eso se traduce directamente en números de taquilla más sólidos.
El timing perfecto para un éxito inesperado
El momento de Predator: Badlands no podría ser mejor. Después de una temporada de Halloween 2025 especialmente decepcionante en taquilla, la industria necesitaba desesperadamente una inyección de adrenalina.
Los 60 millones de dólares proyectados a nivel mundial pueden parecer modestos comparados con los blockbusters de superhéroes que mueven 200-300 millones, pero en el contexto actual son una cifra excelente. Para que os hagáis una idea: Prey costó unos 65 millones y fue directo a streaming. Si Badlands consigue estos números con un presupuesto similar, estamos hablando de rentabilidad pura y dura.
Además, hay que tener en cuenta el factor nostalgia multiplicado por el poder adquisitivo. Los fans que crecieron con Predator (1987) y Predator 2 (1990) ahora tienen entre 40 y 50 años, dinero en el bolsillo, y están llevando a sus hijos al cine. Es el público perfecto para una película que, según las críticas, logra ser «muy diferente en tono, pero funciona jodidamente bien».
Más allá de los números: una masterclass de reinvención
Lo que realmente me tiene emocionado de este caso es cómo demuestra que las franquicias pueden reinventarse sin traicionar su esencia. Trachtenberg no ha intentado hacer un Predator para la Generación Z con TikToks y referencias a redes sociales. Simplemente lo ha refinado y actualizado para el público actual.
Las proyecciones sugieren que estamos ante una película que podría no ser «el mayor estreno de la franquicia» (ese honor sigue siendo para el original), pero que tiene potencial para «establecer una carrera saludable que mantenga vivo el legado Predator».
Y eso, desde mi punto de vista como analista, es oro puro.
Los estudios están tomando nota, os lo aseguro. En una época donde los reboots fracasan más que los propósitos de Año Nuevo, Predator: Badlands está demostrando que la clave no está en reinventar la rueda, sino en entender qué hace que esa rueda funcione y adaptarlo a los tiempos actuales.
Es la diferencia entre Ghostbusters: Answer the Call (que intentó cambiar demasiado) y Top Gun: Maverick (que respetó la esencia pero la modernizó). Los números no mienten: el respeto inteligente al material original funciona.
El veredicto final
Predator: Badlands no solo representa el regreso triunfal de una franquicia querida; es una masterclass sobre cómo revitalizar una propiedad intelectual sin perder su alma. Los números no mienten: 60 millones de dólares proyectados y un 90% en Rotten Tomatoes son cifras que cualquier estudio envidiaría en el mercado actual.
Pero más allá de los datos, estamos ante una película que parece haber encontrado la fórmula perfecta para satisfacer tanto a fans veteranos como a nuevas audiencias. Y eso, en una industria obsesionada con los cuadrantes demográficos, es más valioso que el vibranium.
Como analista, casos como este me recuerdan por qué me enamoré de los números de taquilla en primer lugar. Cada cifra cuenta una historia, y la historia de Predator: Badlands es la de una franquicia que se negó a morir y encontró la manera de cazar de nuevo en el competitivo ecosistema cinematográfico actual.
Si las proyecciones se cumplen, no solo habremos recuperado a uno de los depredadores más icónicos del cine, sino que habremos aprendido una valiosa lección sobre el arte de la reinvención inteligente. Y eso, amigos, no tiene precio.

