No es Pennywise: HBO muestra quién perpetúa el verdadero horror

Final brutal en Derry: horror como metáfora del racismo, ciclos temporales de Pennywise y conexiones generacionales que demuestran que el verdadero monstruo somos nosotros.

✍🏻 Por Alex Reyna

diciembre 16, 2025

• El final de temporada de «It: Welcome to Derry» trasciende el terror convencional para explorar cómo el mal se perpetúa a través del tiempo y las generaciones.

• La serie utiliza brillantemente el horror sobrenatural como metáfora del racismo y la crueldad humana, demostrando que los verdaderos monstruos somos nosotros.

• La concepción no lineal del tiempo de Pennywise abre fascinantes posibilidades narrativas que conectan pasado, presente y futuro de forma compleja.

Hay algo fascinante en cómo el terror puede convertirse en un espejo de nuestras propias monstruosidades. Cuando Pennywise regresa a las pantallas, no lo hace simplemente para asustarnos con payasos y globos rojos, sino para recordarnos que los verdaderos horrores a menudo llevan rostro humano.

La nueva serie de HBO «It: Welcome to Derry» ha llegado a su final de temporada, y lo que nos deja no es solo el eco de gritos en alcantarillas, sino preguntas mucho más profundas sobre la naturaleza del mal y nuestra relación con el tiempo.

El universo de Stephen King siempre ha funcionado mejor cuando trasciende el género de terror puro para adentrarse en territorios más complejos. Aquí, lo sobrenatural sirve como metáfora de traumas colectivos y heridas sociales que nunca terminan de sanar.

Este final parece entender esa premisa a la perfección, ofreciéndonos no solo una conclusión, sino una reflexión sobre cómo el pasado, presente y futuro se entrelazan de formas que desafían nuestra comprensión lineal del tiempo.

Un enfrentamiento que trasciende lo físico

El final nos presenta una confrontación que va más allá del típico «bien contra mal». En un paisaje helado y cubierto de niebla, los protagonistas se enfrentan no solo a Pennywise, sino a la comprensión de que están lidiando con algo que existe fuera de nuestras concepciones tradicionales del tiempo y el espacio.

La destrucción accidental del pilar sobrenatural por parte del ejército funciona como una metáfora perfecta. Las instituciones humanas, en su intento de controlar lo que no comprenden, a menudo empeoran las situaciones.

Es un eco de esos momentos en la ciencia ficción donde la intervención militar solo acelera el caos. Me recuerda a las decisiones desastrosas en «Arrival», donde la comunicación se sacrifica por la acción.

La naturaleza temporal de Pennywise

Lo más fascinante del episodio es cómo aborda la relación de Pennywise con el tiempo. Cuando el monstruo revela que Marge dará a luz a Richie Tozier, no estamos ante una simple predicción.

Estamos ante la confirmación de que esta entidad experimenta pasado, presente y futuro como una realidad simultánea.

Esta concepción no lineal del tiempo me recuerda a los heptápodos de «Arrival», donde la percepción temporal determina la naturaleza misma de la existencia. Pennywise no está atrapado en nuestro flujo temporal; él lo observa desde fuera, como quien lee un libro completo en lugar de página por página.

La revelación de que Will es el abuelo de Mike Hanlon añade otra capa a esta complejidad temporal. No es casualidad; es la confirmación de que estamos ante un ciclo que se perpetúa a través de generaciones.

Cada enfrentamiento es tanto un final como un comienzo.

El verdadero horror: la humanidad

Quizás el elemento más perturbador del final no sea Pennywise mismo, sino cómo la serie utiliza el incendio del Black Spot para explorar el racismo y la crueldad humana.

Esta decisión narrativa es brillante porque nos obliga a confrontar una verdad incómoda: los monstruos reales no necesitan poderes sobrenaturales.

El horror cósmico funciona mejor cuando nos hace cuestionar no solo lo que tememos, sino por qué lo tememos. Aquí, Pennywise se convierte en un amplificador de los horrores que ya existen en la sociedad humana.

No los crea; simplemente los magnifica y los devuelve transformados.

Conexiones generacionales y el ciclo eterno

El hecho de que los niños logren plantar el pilar final y detener temporalmente a Pennywise no es una victoria tradicional. Es más bien una tregua, un momento de respiro en un ciclo que sabemos continuará.

Esta comprensión de que el mal no se destruye, sino que se contiene temporalmente, refleja una madurez narrativa que honra la complejidad del material original de King.

La promesa de explorar eventos que se remontan hasta 1935 abre posibilidades narrativas fascinantes. No se trata solo de precuelas, sino de la oportunidad de examinar cómo los traumas colectivos se perpetúan a través del tiempo.

Cada generación hereda y reinterpreta los miedos de la anterior.

La historia de Bob Gray e Ingrid promete profundizar en los orígenes de esta maldición, pero también en cómo los individuos se convierten en vehículos del mal. Es una exploración que va más allá del terror superficial para adentrarse en territorios psicológicos y sociológicos más complejos.

El espejo de nuestras pesadillas

La serie entiende que el verdadero horror no reside en los sustos momentáneos, sino en la comprensión de que algunos males son cíclicos, inevitables, parte del tejido mismo de la existencia humana.

Este final de «It: Welcome to Derry» logra algo que pocas adaptaciones consiguen: expandir el universo original sin traicionarlo, añadir capas de significado sin perder la esencia del terror primordial.

Al final, nos quedamos no solo con la promesa de más horror, sino con la inquietante certeza de que los verdaderos monstruos somos nosotros. Pennywise es simplemente el espejo que refleja nuestras peores pesadillas colectivas.

La serie nos recuerda que el mejor terror no es el que nos hace saltar del asiento, sino el que nos hace cuestionar qué significa ser humano en un mundo donde la crueldad puede disfrazarse de normalidad.

Y en esa reflexión, quizás encontremos no solo entretenimiento, sino una forma de comprender mejor los demonios que todos llevamos dentro.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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