• Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos ha traicionado a los fans eliminando escenas del tráiler en el montaje final, convirtiendo el engaño en norma.
• Con apenas 1h55min, la película se siente mutilada por la obsesión ejecutiva de no superar las 2 horas, cuando el Snyder Cut demostró que la duración no importa si cada minuto está justificado.
• Marvel ha normalizado esta traición sistemática que destroza la visión original, algo que nunca pasaría si respetasen a los directores como autores.
¿Recordáis cuando los tráilers eran sagrados? Cuando veías esas imágenes épicas y sabías que las ibas a disfrutar en pantalla grande, sin traiciones de última hora.
Esos tiempos han muerto.
Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos acaba de llegar como parte de la Fase 6 del MCU, y una vez más nos encontramos con la misma mierda: escenas del tráiler que han desaparecido del montaje final como si nunca hubieran existido.
Marvel ha convertido el engaño en arte.
Los fans están cabreados, y tienen razón. Varias escenas de los primeros tráilers han sido eliminadas o editadas completamente. No hablamos de pequeños ajustes, sino de secuencias completas que prometían momentos clave para entender a los personajes.
El problema es evidente: con un metraje de apenas 1 hora y 55 minutos, la película se siente mutilada.
Los fans piden entre 10 y 15 minutos adicionales. Como dice uno de los espectadores: «La película se sentía cortada a lo bestia, como si la hubieran forzado a quedarse por debajo de las 2 horas».
Ahí está la clave. Esa obsesión enfermiza de los estudios por mantener ciertos metrajes, como si las 2 horas fueran una barrera mágica.
¿Sabéis qué pasa cuando respetas la visión original? Salen obras maestras como el Snyder Cut.
Cuatro horas que demostraron que la duración no importa cuando cada minuto está justificado. Cada plano tenía propósito. Cada cámara lenta servía a la narrativa. Cada contraste visual contaba una historia.
Pero Marvel prefiere su fórmula de cortar hasta que quede algo «digerible». Como apunta otro fan harto: «Esta es mi mayor queja con esta película, y con la mayoría de películas recientes del MCU. Siguen cortando escenas geniales».
Es exactamente lo que pasó con el Snyderverse.
Warner decidió que la visión de Snyder era «demasiado larga» o «demasiado compleja». Mira cómo acabó Justice League en 2017: una película mutilada, sin alma, que traicionaba la épica visual de los tráilers.
La diferencia es que Snyder tuvo la oportunidad de demostrar su visión completa años después.
Pero con Marvel, ¿cuándo fue la última vez que vimos un director’s cut? Nunca.
Kevin Feige y su maquinaria corporativa han convertido el MCU en una cadena de montaje donde la visión individual no existe. No hay espacio para la narrativa visual, para esos momentos de respiración que hacen grande al cine.
Los 4 Fantásticos merecían algo mejor.
Estos personajes, con toda su complejidad familiar y potencial visual, necesitaban espacio para respirar. Necesitaban esos momentos que vimos en el tráiler y que luego desaparecieron como lágrimas en la lluvia.
No me vengáis con que «es normal en la industria». Que sea habitual no significa que esté bien.
Cuando Snyder rueda, cada encuadre tiene peso visual. Cuando usa el grano, es por algo. Cuando ralentiza el tiempo, es poesía pura. No corta por cortar, respeta la narrativa.
Marvel ha normalizado esta traición sistemática a los fans.
Nos enseñan carne en el tráiler y nos sirven sobras en el cine. Y sabemos que no habrá versión extendida, porque Marvel Studios tiene alergia a admitir que sus decisiones pueden estar equivocadas.
Los fans piden justicia, y la merecen.
Esas escenas cortadas no son caprichos, son piezas de un puzzle narrativo que alguien decidió romper por motivos comerciales. Es la misma mentalidad que llevó a Warner a destrozar el Snyderverso: miedo a confiar en la visión artística.
Imagináis si hubieran cortado los momentos contemplativos de Man of Steel? ¿Si hubieran eliminado la cámara lenta de 300? Habríamos perdido cine de verdad.
Al final, Los 4 Fantásticos se suma a la lista de películas del MCU que podrían haber sido especiales si hubieran respetado la intención original.
Pero claro, ¿para qué arriesgar cuando puedes decepcionar a medias?
La industria necesita más directores que luchen por su visión y menos ejecutivos obsesionados con números. Porque lo que recordamos no son las decisiones de marketing, sino esos momentos épicos que nos erizan la piel.
Y esos momentos se están quedando en la sala de montaje, víctimas de una industria que ha perdido el alma.
