La Odisea de Nolan vende entradas para 2026… y ya no quedan

Descubre la revolución cinematográfica con ‘The Odyssey’ de Nolan, filmada en IMAX 70mm. Una experiencia única que ya es un fenómeno cultural.

✍🏻 Por Alex Reyna

julio 18, 2025
Guerrero con casco romano de perfil.

Hay momentos en el cine que trascienden la simple venta de entradas y se convierten en fenómenos culturales que nos hablan de algo más profundo. Cuando las colas se forman un año antes del estreno, me viene a la memoria aquellas madrugadas esperando las entradas de El despertar de la Fuerza. Pero esto es diferente: estamos ante un ritual colectivo que promete ser transformador.

• Las proyecciones IMAX 70mm de «The Odyssey» de Christopher Nolan se han agotado un año completo antes de su estreno previsto para julio de 2026

• Será la primera película rodada íntegramente con cámaras IMAX 70mm, una decisión técnica que revela la ambición narrativa del proyecto

• Este fenómeno demuestra nuestra necesidad colectiva de experiencias cinematográficas que trasciendan lo ordinario en plena era del streaming

Christopher Nolan lo ha vuelto a hacer. No solo ha conseguido que vendamos nuestro futuro por una promesa cinematográfica, sino que nos ha recordado por qué el cine sigue siendo, en plena era digital, un acto de fe compartida.

Vivimos en una época donde todo se consume al instante, donde el streaming ha democratizado el acceso pero ha diluido la experiencia. Y entonces llega Nolan, como un arquitecto del tiempo y el espacio, recordándonos que hay algo irreemplazable en la sala oscura.

«The Odyssey» ha logrado algo que parecía imposible: vender entradas para una película que no veremos hasta dentro de un año. Solo 25 cines en todo el mundo pueden proyectar esta experiencia en su formato original IMAX 70mm. Veinticinco templos modernos donde la tecnología se encuentra con el arte.

En Nueva York, las entradas desaparecieron en minutos. En Los Ángeles, resistieron una hora. No estamos hablando solo de marketing; estamos ante un fenómeno que nos habla de nuestra relación con la escasez, con lo exclusivo, con la promesa de lo extraordinario.

La elección del formato no es casual. El IMAX 70mm no es solo una especificación técnica; es una declaración de intenciones. Cuando Nolan decide rodar íntegramente en este formato, nos está diciendo que la historia que quiere contar necesita de cada píxel, de cada centímetro de pantalla. Es como si nos dijera: «Para entender esta odisea, necesitáis verla como yo la he imaginado».

Me recuerda a la primera vez que vi 2001: Una odisea del espacio en pantalla grande. La diferencia entre verla en casa y experimentarla en cine no es solo de tamaño; es ontológica. Cambia la naturaleza misma de lo que estás presenciando.

El aspecto 1.43:1 durante toda la película es revolucionario. Estamos acostumbrados a que solo las secuencias más espectaculares de las películas de Nolan se expandan a este formato. Pero aquí, cada conversación, cada silencio, cada mirada tendrá la monumentalidad que normalmente reservamos para las batallas espaciales.

Los revendedores ya están inflando los precios, convirtiendo una entrada de cine en un objeto de especulación. Es el lado más prosaico de este fenómeno, pero también el más revelador. Cuando algo se convierte en mercancía escasa, estamos viendo cómo funciona realmente nuestro deseo de trascendencia.

IMAX promete que habrá más proyecciones disponibles conforme se amplíe el número de pantallas compatibles. Pero hay algo poético en esta escasez inicial, en esta democratización gradual de lo extraordinario. Es como si Nolan hubiera diseñado no solo una película, sino toda una experiencia de distribución que refleja el viaje del héroe.

Este fenómeno nos dice algo hermoso y preocupante a la vez sobre nuestro momento histórico. Hermoso porque demuestra que seguimos anhelando experiencias que nos conecten con algo más grande que nosotros mismos. Preocupante porque revela hasta qué punto la escasez artificial puede convertirse en motor de deseo.

«The Odyssey» aún no existe como experiencia completa, pero ya existe como promesa, como horizonte de expectativas. Y quizás eso sea lo más fascinante: Nolan ha conseguido que un año de espera se convierta en parte de la experiencia cinematográfica.

Cuando finalmente nos sentemos en esas butacas en julio de 2026, no estaremos viendo solo una película; estaremos culminando un viaje que comenzó con un clic desesperado en una web de venta de entradas. Como en las mejores historias de ciencia ficción, el tiempo se ha convertido en protagonista, y nosotros, sin saberlo, ya formamos parte de la odisea.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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