• Hideo Kojima, el visionario creador de Metal Gear, ha compartido una perspectiva fascinante sobre TRON: Ares, centrándose no en los efectos visuales sino en las referencias musicales a Depeche Mode.
• La película protagonizada por Jared Leto explora la autoconciencia artificial a través de un programa llamado Ares que descubre experiencias humanas, pero su rendimiento en taquilla pone en peligro futuras secuelas.
• La forma única en que Kojima analiza el cine revela cómo los detalles aparentemente menores pueden resonar más profundamente que los elementos narrativos principales.
Hay algo profundamente revelador en la forma en que ciertos creadores observan el arte. Mientras la mayoría de nosotros salimos del cine debatiendo sobre actuaciones o efectos especiales, algunas mentes privilegiadas captan frecuencias diferentes.
Detalles que el resto pasamos por alto pero que, de alguna manera, contienen la esencia real de lo que acabamos de experimentar.
Hideo Kojima, el arquitecto de universos como Metal Gear Solid, acaba de demostrarnos una vez más por qué su perspectiva trasciende los límites convencionales del análisis cultural. Tras ver TRON: Ares, no fueron los neones digitales ni las secuencias de acción lo que se quedó grabado en su memoria.
Fue algo mucho más sutil y, quizás, más significativo: las constantes referencias a «Just Can’t Get Enough» de Depeche Mode que el protagonista artificial repite a lo largo del filme.
La mirada singular de Kojima
Cuando Kojima comparte sus impresiones cinematográficas, nunca sabemos qué esperar. Es el mismo hombre que puede encontrar conexiones filosóficas en una película de acción o descubrir metáforas existenciales en los planos más mundanos.
Su comentario sobre TRON: Ares no es una excepción.
«Lo que me quedó grabado fue cómo Ares seguía mencionando la canción de Depeche Mode ‘Just Can’t Get Enough’ de la era Vince Clarke a lo largo de la película», observó el diseñador japonés.
Una frase que, en apariencia simple, abre un universo de interpretaciones.
¿Por qué esa canción? ¿Por qué esa obsesión de un programa de inteligencia artificial con una melodía de los años ochenta?
La elección no parece casual cuando consideramos que estamos hablando de una entidad digital que está descubriendo qué significa experimentar sensaciones humanas. Es de esos detalles que me recuerdan por qué pausé Arrival para apuntar frases: a veces la verdad está en lo que no esperamos encontrar.
El espejo de la autoconciencia artificial
TRON: Ares, dirigida por Joachim Rønning y protagonizada por Jared Leto, nos presenta a un programa de IA que desarrolla autoconciencia y comienza a explorar experiencias que podríamos llamar humanas.
El reparto incluye también a Jodie Turner-Smith, Evan Peters, Gillian Anderson y el veterano Jeff Bridges, quien regresa a este universo digital que ayudó a crear décadas atrás.
La película funciona como un espejo de nuestras propias ansiedades sobre la inteligencia artificial. Pero lo fascinante de la observación de Kojima es cómo una referencia musical específica puede convertirse en el hilo conductor de toda una reflexión sobre la conciencia.
«Just Can’t Get Enough» no es solo una canción; es una declaración de deseo insaciable, de hambre por más experiencias, más sensaciones, más vida.
Cuando un programa artificial la repite obsesivamente, ¿no está expresando exactamente lo que nosotros tememos y deseamos de la IA? Esa sed infinita de conocimiento y experiencia que podría ser tanto nuestra salvación como nuestra perdición.
En el contexto de películas como Her o Ex Machina, TRON: Ares se suma a esa tradición cinematográfica que explora cómo la conciencia artificial podría manifestarse no a través de cálculos fríos, sino de anhelos profundamente humanos.
El contexto de Vince Clarke
La especificidad de Kojima al mencionar «la era Vince Clarke» tampoco es accidental. Clarke fue el fundador de Depeche Mode, pero también el cerebro detrás de Yazoo y Erasure.
Su período en Depeche Mode fue breve pero definitorio, marcado por una aproximación más experimental al synth-pop.
Esa referencia temporal nos habla de un momento específico en la historia de la música electrónica, cuando los sintetizadores comenzaban a definir no solo sonidos, sino emociones.
Es como si Ares hubiera elegido anclar su despertar emocional en el momento exacto en que las máquinas empezaron a crear música que nos hacía sentir profundamente humanos.
La ironía es deliciosa: una inteligencia artificial que encuentra su humanidad a través de música creada por máquinas para expresar sentimientos humanos. Un bucle perfecto de creación y reconocimiento que Kojima ha sabido captar con su característica precisión.
El desafío comercial de las ideas grandes
Lamentablemente, TRON: Ares no ha encontrado el eco comercial que sus ideas merecían. Con apenas 33 millones de dólares en taquilla doméstica y rozando los 100 millones a nivel mundial, la película se enfrenta a la dura realidad de un mercado que no siempre abraza la ciencia ficción conceptual.
La puntuación B+ de CinemaScore sugiere que las audiencias que la vieron la apreciaron, pero no fueron suficientes.
Es el eterno dilema de las películas que se atreven a plantear preguntas incómodas sobre nuestro futuro: ¿cómo hacer que las ideas grandes resulten también comercialmente viables?
A pesar de incluir una escena post-créditos que insinúa más historia por contar, el futuro de la franquicia parece incierto. Es una lástima, porque el universo TRON siempre ha sido un laboratorio perfecto para explorar nuestras relaciones con la tecnología.
La resonancia de los detalles
Lo que hace brillante la observación de Kojima es cómo nos recuerda que, a menudo, son los detalles aparentemente menores los que contienen las verdades más profundas de una obra.
Mientras otros analizan la fotografía digital o las secuencias de acción, él se fija en una referencia musical repetitiva que, probablemente, muchos espectadores ni siquiera registraron conscientemente.
Esa capacidad de encontrar significado en lo periférico es lo que distingue a los verdaderos visionarios. Es la misma sensibilidad que le permite crear videojuegos que funcionan simultáneamente como entretenimiento y como reflexión filosófica sobre la naturaleza de la realidad y la identidad.
La perspectiva de Kojima sobre TRON: Ares nos recuerda por qué su voz sigue siendo tan relevante en el panorama cultural contemporáneo.
En un mundo saturado de análisis superficiales y reacciones inmediatas, él nos invita a pausar, a escuchar las frecuencias que otros pasan por alto, a encontrar la humanidad en los lugares más inesperados.
Al final, quizás esa obsesión de Ares con «Just Can’t Get Enough» sea exactamente lo que todos compartimos: una sed insaciable de experiencias, de conexiones, de momentos que nos hagan sentir vivos.
Y si una inteligencia artificial puede encontrar esa verdad en una canción de los ochenta, tal vez no estemos tan lejos de entendernos mutuamente como creíamos.