• Peacemaker regresa el 21 de agosto con 8 episodios que incluyen viajes interdimensionales y John Cena enfrentándose a sí mismo.
• James Gunn vuelve a demostrar que entiende el equilibrio perfecto entre espectáculo y narrativa, algo que Warner debería haber aprendido hace años.
• La nueva secuencia de baile de los créditos promete superar la original, con Jennifer Holland haciendo el mítico levantamiento de Dirty Dancing.
Cuando James Gunn agarra las riendas de algo, sabes que va a ser épico. Y no hablo de esa épica de cartón que nos han vendido en los últimos años, sino de la épica de verdad, la que te pone los pelos de punta desde el primer fotograma. Peacemaker fue la prueba de que DC podía funcionar cuando dejaban trabajar a un visionario sin meter las narices cada cinco minutos.
Ahora, después de tres años de espera que se han hecho eternos, Cena vuelve a ponerse el casco más polémico del universo DC. Y por lo que hemos visto en la Comic-Con, esto va a ser una locura interdimensional que nos va a recordar por qué algunos directores entienden estos personajes mejor que los ejecutivos de Warner.
El regreso que todos esperábamos
La Comic-Con de San Diego ha sido el escenario perfecto para que James Gunn y John Cena nos enseñaran por qué Peacemaker sigue siendo una de las mejores cosas que le han pasado a DC en años. El tráiler que presentaron no es solo un adelanto, es una declaración de intenciones: esto va a ser grande.
Christopher Smith regresa el 21 de agosto a HBO Max con ocho episodios que prometen llevarnos por un viaje interdimensional. Porque cuando Gunn habla de portales y dimensiones alternativas, sabes que no va a ser cualquier cosa. Va a ser cine de verdad, con esa narrativa visual que tanto echamos de menos.
La premisa es sencilla pero brillante: Peacemaker viaja a través de un portal hacia una dimensión alternativa, creando complicaciones que seguramente van a dar para momentos épicos. Y conociendo a Gunn, cada uno de esos momentos va a estar cargado de esa composición visual que hace que cada fotograma cuente una historia.
Es curioso cómo algunos directores entienden que el contraste y la iluminación no son solo técnica, sino narrativa pura. Mientras otros se conforman con planos genéricos, Gunn construye cada escena como si fuera un cuadro. Esa es la diferencia entre hacer televisión y hacer arte.
Tensiones familiares y consecuencias
Pero no todo va a ser acción interdimensional. La segunda temporada va a explorar la relación entre Peacemaker y Emilia Harcourt, algo que ya se intuía en la primera temporada pero que ahora parece que va a tomar protagonismo.
La tensión con Rick Flag Sr. va a ser otro de los pilares narrativos. Las consecuencias de haber matado a Rick Flag Jr. no se van a olvidar así como así, y esa carga emocional va a pesar sobre Christopher Smith como una losa. Es exactamente el tipo de profundidad psicológica que necesitan estos personajes.
Porque al final, Peacemaker no es solo un tipo con un casco ridículo que mata gente. Es un personaje complejo, lleno de contradicciones, y Gunn lo entiende perfectamente. Esa es la diferencia entre hacer cine de superhéroes y hacer televisión de cartón.
Me recuerda a esa forma de construir personajes que vimos en Watchmen, donde cada héroe cargaba con el peso de sus decisiones. Esa narrativa densa, esa complejidad moral que hace que cada acción tenga consecuencias reales.
Los créditos que marcaron una época
Si hay algo que demostró la primera temporada de Peacemaker es que los créditos de apertura pueden ser arte puro. Esa secuencia de baile no era solo un capricho, era una declaración de estilo que nos decía desde el primer momento que esto iba a ser diferente.
James Gunn lo explicó perfectamente en el panel: «Una de las cosas milagrosas de los créditos de la primera temporada es que nadie se lo esperaba. La gente no podía creer lo que estaba viendo.» Y tenía razón. Era puro espectáculo, pero con alma.
Para esta segunda temporada, la secuencia va a cambiar completamente. Nuevos personajes, nuevos bailarines, y según Jennifer Holland, ella misma va a hacer el mítico levantamiento de Dirty Dancing. «Tuve un tiempo increíble haciéndolo. Conseguí hacer un levantamiento y es increíble.»
Es esa atención al detalle, esa obsesión por crear momentos memorables lo que diferencia a los visionarios de los simples ejecutores. Cada plano, cada movimiento, cada segundo de música está pensado para crear una experiencia única.
La espera que mereció la pena
Tres años. Tres malditos años hemos tenido que esperar para ver qué pasaba después de que Christopher Smith salvara el mundo. Pero si algo nos ha enseñado el cine es que las buenas cosas se hacen esperar, y Gunn no es de los que se precipita.
Estos ocho episodios van a ser la prueba de que Peacemaker no fue casualidad. Que cuando dejas trabajar a un director con visión propia, sin interferencias de estudio, sin comités creativos que no entienden nada, el resultado es cine de verdad.
Y es que al final, eso es lo que diferencia a James Gunn del resto: entiende que estos personajes no son solo disfraces y efectos especiales. Son seres humanos rotos, complejos, que luchan contra sus propios demonios mientras intentan salvar el mundo.
El 21 de agosto no es solo una fecha en el calendario. Es el día en que vamos a recordar por qué el cine de superhéroes puede ser arte cuando está en las manos correctas. Porque Peacemaker no es solo entretenimiento, es la demostración de que cuando respetas la visión de un autor, el resultado trasciende cualquier expectativa.
Gunn ha vuelto a demostrar que entiende estos personajes mejor que nadie, y esta segunda temporada va a ser la confirmación definitiva de que Peacemaker no fue un golpe de suerte. Fue el resultado de dejar trabajar a un visionario sin ataduras, y el resultado va a ser épico en el sentido más puro de la palabra.