Hollywood Nos Mintió: Películas Que Eran Secuelas Y No Lo Sabíamos

Descubre cómo el cine contemporáneo utiliza conexiones ocultas para cautivar al público más allá de la pantalla. ¡Un fenómeno más allá del guion!

✍🏻 Por Tomas Velarde

agosto 23, 2025

• El cine contemporáneo ha transformado las conexiones entre franquicias en una sofisticada herramienta narrativa que permanece oculta hasta los momentos finales de la proyección.

• Considero que estas revelaciones secretas constituyen una forma de manipulación comercial que, paradójicamente, puede resultar más cautivadora que las propias películas que las contienen.

• Los entresijos legales y corporativos que determinan estas conexiones suelen ser más fascinantes que las tramas que pretenden sorprendernos en pantalla.

En los albores del cine, cuando los estudios de Hollywood forjaban sus imperios bajo la férrea disciplina del sistema de estudios, cada película nacía como una entidad autónoma, completa en sí misma. Hitchcock no necesitaba que Vértigo fuese parte de un universo expandido para cautivarnos con esa escalofriante secuencia en la torre de la misión.

Wilder no requería secuelas para que El crepúsculo de los dioses alcanzase la inmortalidad con el cadáver de William Holden flotando en aquella piscina mientras Norma Desmond descendía por la escalinata hacia su locura final.

Sin embargo, el cine contemporáneo ha abrazado una filosofía diametralmente opuesta: la interconexión perpetua, el universo expandido, la promesa constante de «algo más grande».

Esta evolución hacia las franquicias interconectadas no es necesariamente perniciosa, pero sí revela una transformación fundamental en cómo concebimos el arte cinematográfico.

Cuando una película mantiene en secreto sus vínculos con otras obras hasta el último fotograma, estamos ante un fenómeno que trasciende la mera narrativa para adentrarse en el territorio del marketing sofisticado.

El Arte de la Revelación Tardía

En el panorama cinematográfico actual, la asunción de que cualquier película forma parte de una franquicia mayor se ha convertido en la norma. Esta expectativa del público ha generado una respuesta creativa fascinante: el ocultamiento deliberado de dichas conexiones.

Como observador de la evolución del lenguaje cinematográfico desde finales de los noventa, cuando debatíamos en foros sobre la pureza narrativa de Ciudadano Kane, debo reconocer que esta estrategia posee una elegancia particular.

La técnica de mantener en secreto los vínculos franquiciales hasta el momento culminante no es nueva en esencia. Recordemos cómo Kubrick manejaba la información en 2001: Una odisea del espacio, dosificando las revelaciones con precisión quirúrgica.

Aquella secuencia final donde Dave Bowman envejece en la habitación blanca nos mantenía en vilo sin revelar sus cartas hasta el último momento.

La diferencia radica en que, mientras Kubrick revelaba verdades narrativas esenciales, el cine contemporáneo revela conexiones comerciales.

Conexiones Sutiles y Revelaciones Dramáticas

Las películas que mantienen secretas sus conexiones franquiciales operan en un espectro que va desde los guiños apenas perceptibles hasta las revelaciones explosivas en los minutos finales.

Esta gradación recuerda a la construcción del suspense hitchcockiano, aunque aplicada a propósitos distintos.

Los easter eggs sutiles funcionan como un código secreto para los iniciados. Son elementos que, como los objetos simbólicos en el cine de Bergman, adquieren significado pleno sólo para aquellos que poseen las claves interpretativas adecuadas.

Pensemos en cómo Bergman utilizaba los espejos en Persona para crear capas de significado que se revelaban gradualmente.

Sin embargo, a diferencia de los símbolos bergmanianos, estos guiños contemporáneos no enriquecen necesariamente la experiencia narrativa inmediata.

Las revelaciones dramáticas en el acto final representan una estrategia más audaz. Cuando Glass de M. Night Shyamalan desveló súbitamente en sus minutos finales que formaba parte del universo de El protegido y Múltiple, el efecto resultó tan electrizante como divisivo.

Es una técnica que requiere el mismo cuidado que Wilder empleaba en sus giros argumentales: debe sentirse inevitable en retrospectiva, pero completamente inesperada en el momento.

La Política de los Universos Cinematográficos

Detrás de estas conexiones secretas se esconde a menudo una realidad menos romántica: los entresijos legales y comerciales de la industria.

Los derechos cinematográficos, las negociaciones entre estudios y las maniobras corporativas pueden resultar más intrincados que cualquier trama de espionaje.

Recuerdo vívidamente las discusiones en los foros de cinéfilos sobre los derechos de Spider-Man entre Sony y Marvel, debates que resultaban más apasionantes que muchas de las películas resultantes.

Estas consideraciones extrafílmicas influyen directamente en la narrativa. Cuando una película mantiene conexiones «no oficiales» con una franquicia por motivos legales, estamos ante un fenómeno que habría resultado incomprensible para los maestros del cine clásico.

Es como si Casablanca hubiese tenido que insinuar su relación con otras películas de Warner Bros sin poder hacerlo explícitamente por restricciones contractuales.

El Espectador Como Detective

Esta tendencia ha transformado al espectador en una suerte de detective cinematográfico, siempre alerta a las pistas que puedan revelar conexiones ocultas.

Es un cambio fundamental en la relación entre la obra y su audiencia.

Mientras que en el cine clásico el espectador se sumergía en la historia presentada —pensemos en cómo nos perdíamos en el laberinto psicológico de Vértigo—, el cine contemporáneo le pide constantemente que mire más allá de los límites de la pantalla.

Esta nueva dinámica no carece de mérito artístico. Genera una forma de participación activa que puede resultar estimulante.

Sin embargo, también plantea la cuestión de si estamos contemplando cine o resolviendo acertijos comerciales disfrazados de arte.

La Paradoja de la Sorpresa Calculada

Existe una paradoja inherente en estas revelaciones secretas: cuanto más comunes se vuelven, menos sorprendentes resultan.

El público contemporáneo ha desarrollado una sofisticación particular para detectar estos patrones, lo que obliga a los cineastas a ser cada vez más ingeniosos en sus ocultaciones.

Esta escalada recuerda a la carrera armamentística entre Hitchcock y su audiencia, donde cada nueva película debía superar las expectativas generadas por la anterior.

Recordemos cómo el maestro del suspense tuvo que reinventarse constantemente, desde la ducha de Psicosis hasta los pájaros atacando a los niños en el patio de recreo.

Sin embargo, mientras Hitchcock competía en el terreno del suspense narrativo puro, el cine actual compite en el ámbito de las conexiones franquiciales.

Reflexiones Sobre la Autenticidad Narrativa

Como crítico formado en la tradición del cine de autor, no puedo evitar preguntarme si estas conexiones secretas enriquecen genuinamente la experiencia cinematográfica o simplemente la complican.

Una película debe justificar su existencia por sus propios méritos, no por su capacidad de sorprendernos con vínculos inesperados.

Cuando contemplo la perfección autónoma de El séptimo sello, con esa partida de ajedrez entre el caballero y la Muerte, comprendo que Bergman no necesitaba universos expandidos para alcanzar la trascendencia.

No obstante, sería injusto descartar completamente esta tendencia. Cuando se ejecuta con maestría, puede añadir capas de significado que trascienden lo meramente comercial.

El desafío radica en distinguir entre las conexiones que sirven a la narrativa y aquellas que simplemente sirven a la taquilla.


La proliferación de películas con conexiones franquiciales secretas refleja tanto la sofisticación como las limitaciones del cine contemporáneo.

Por un lado, demuestra una comprensión profunda de las expectativas del público y una habilidad notable para subvertirlas.

Por otro, revela una dependencia preocupante de elementos externos a la propia obra para generar impacto emocional.

Como espectadores educados en la tradición cinematográfica, debemos mantener una perspectiva equilibrada ante este fenómeno. Podemos apreciar la destreza técnica y narrativa que requieren estas revelaciones sin perder de vista que el verdadero arte cinematográfico reside en la capacidad de una película para conmovernos por sí misma.

Las conexiones secretas pueden ser el condimento, pero nunca deberían ser el plato principal en el banquete del séptimo arte.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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