Cuando una serie televisiva osa desafiar las expectativas de su audiencia, el resultado puede ser tan brillante como devastador. En el panorama actual de la televisión, pocas producciones han generado una división tan profunda entre crítica y público como The Last of Us de HBO, una adaptación que parecía destinada al éxito tras su prometedor arranque.
• HBO ha confirmado que The Last of Us Temporada 3 llegará en 2027, tras una segunda entrega que dividió profundamente a la audiencia con una caída del 86% al 37% en la puntuación del público.
• La muerte de Joel y el protagonismo de nuevos personajes han generado un rechazo similar al que experimentó Hitchcock con Psicosis cuando eliminó a Janet Leigh a mitad de metraje.
• La tercera temporada centrará su narrativa en Abby, interpretada por Kaitlyn Dever, una decisión que recuerda a las estructuras narrativas de Kurosawa en Rashomon.
El Desplome de una Promesa
Resulta fascinante observar cómo una serie que comenzó con tanto ímpetu puede experimentar una caída tan pronunciada en la percepción del público. La segunda temporada de The Last of Us ha sido testigo de una transformación radical en su recepción, con una puntuación de audiencia que se ha desplomado desde un respetable 86% hasta un preocupante 37%.
Este descenso me recuerda inevitablemente a las reacciones iniciales que provocó Hitchcock cuando decidió eliminar a su protagonista aparente en Psicosis. Sin embargo, existe una diferencia fundamental: el maestro del suspense sabía exactamente qué efecto buscaba y cómo sostener la tensión narrativa tras su audaz decisión.
La eliminación de Joel, interpretado magistralmente por Pedro Pascal, representó un punto de inflexión que muchos espectadores no estaban preparados para aceptar. Como observador del medio audiovisual desde finales de los 90, he presenciado cómo las decisiones narrativas audaces pueden tanto elevar una obra como condenarla al ostracismo del público.
La Apuesta Arriesgada de los Creadores
Los responsables de la serie han optado por seguir la estructura narrativa del videojuego original, una decisión que, si bien puede resultar fiel al material fuente, no necesariamente se traduce en una experiencia televisiva satisfactoria. La muerte de Joel no es simplemente un giro argumental; es una declaración de intenciones que redefine completamente el alma de la serie.
Esta aproximación me evoca las técnicas narrativas de Akira Kurosawa en Rashomon, donde diferentes perspectivas revelan verdades ocultas. Sin embargo, mientras Kurosawa dominaba la puesta en escena para sostener el interés del espectador a través de cada cambio de perspectiva, The Last of Us parece haber subestimado la importancia de la coherencia emocional en el medio televisivo.
Como señalaron los propios creadores: «Los seguidores de los videojuegos sabían qué esperar, pero los recién llegados fueron tomados por sorpresa». Esta observación revela una de las tensiones fundamentales en las adaptaciones: el equilibrio entre satisfacer a los conocedores del material original y crear una experiencia accesible para nuevos espectadores.
El Futuro Incierto: Abby como Protagonista
HBO ha confirmado que la tercera temporada, prevista para 2027, centrará su atención en Abby, interpretada por Kaitlyn Dever. Esta elección narrativa representa una continuación lógica de la estructura establecida, pero plantea interrogantes sobre la capacidad de la serie para reconectar con una audiencia que se sintió traicionada.
La serie promete «arrojar luz sobre Abby, miembro del Frente de Liberación de Washington que mató a Joel en un acto de venganza». Esta aproximación, aunque comprensible desde una perspectiva narrativa, carece de la maestría técnica que caracterizaba a directores como Billy Wilder cuando manejaban personajes moralmente ambiguos.
Recuerdo vívidamente cómo Wilder logró que el público empatizara con personajes inicialmente antipáticos en El Crepúsculo de los Dioses. La clave residía en su comprensión profunda de la psicología humana y su capacidad para revelar gradualmente las motivaciones sin traicionar la lógica emocional de la obra.
La Estructura Narrativa en Cuestión
La decisión de rotar el foco narrativo entre diferentes personajes cada temporada revela una ambición estructural que recuerda a las grandes sagas literarias, pero que en el medio televisivo puede resultar problemática. El público televisivo tiende a crear vínculos emocionales con personajes específicos, y romper esos vínculos de manera abrupta puede generar el tipo de rechazo que hemos presenciado.
Esta estrategia me recuerda a los experimentos narrativos de Ingmar Bergman en su trilogía del silencio, donde cada filme exploraba diferentes aspectos de la condición humana. Sin embargo, Bergman poseía la sabiduría de mantener una coherencia temática y visual que unificaba sus exploraciones dispares.
El Desafío de la Redención
Con tres años por delante hasta el estreno de la tercera temporada, HBO tiene tiempo suficiente para reflexionar sobre los errores cometidos y ajustar el rumbo. La pregunta fundamental es si la serie podrá recuperar la magia que la caracterizó en sus inicios o si continuará por un sendero que la aleje cada vez más de su audiencia original.
La industria audiovisual actual está plagada de ejemplos de producciones que perdieron su esencia al intentar subvertir las expectativas del público de manera forzada. The Last of Us se encuentra en una encrucijada similar, donde las decisiones creativas de los próximos años determinarán si esta adaptación será recordada como una obra maestra truncada o como una lección sobre los peligros de alienar a la audiencia.
El anuncio de la fecha de estreno para 2027 ofrece tanto esperanza como incertidumbre. En el competitivo panorama televisivo actual, tres años pueden ser una eternidad. La verdadera prueba para The Last of Us Temporada 3 no será simplemente contar la historia de Abby, sino hacerlo con la maestría técnica y la sensibilidad narrativa que caracterizaba a los grandes directores del pasado.
Como aprendí observando las obras de Kubrick, la audacia narrativa sin una comprensión profunda de la estructura dramática raramente produce resultados satisfactorios. El futuro de la serie depende de su capacidad para transformar la controversia en comprensión, y el rechazo en redención narrativa.