Del Toro revela por qué Frankenstein es sobre padres tóxicos (no monstruos)

Descubre cómo del Toro transforma el clásico Frankenstein en una reflexión emocional sobre la paternidad y la conexión humana en su nueva adaptación.

✍🏻 Por Alex Reyna

julio 29, 2025

• Del Toro materializa su obsesión de cinco décadas con Frankenstein en una adaptación para Netflix que promete redefinir el clásico desde la intimidad emocional.

• Esta versión trasciende el terror tradicional para convertirse en una reflexión profunda sobre la paternidad fallida y los traumas que transmitimos sin darnos cuenta.

• La elección de Elordi e Isaac sugiere una aproximación madura al mito, donde la verdadera monstruosidad reside en nuestra incapacidad para conectar con quienes creamos.

Hay historias que nos persiguen durante décadas, susurrando desde las sombras de nuestra imaginación hasta que finalmente encontramos el momento preciso para darles vida. Para Guillermo del Toro, Frankenstein ha sido esa obsesión silenciosa durante medio siglo.

Cuando pienso en las grandes adaptaciones de la ciencia ficción, siempre me pregunto qué impulsa a un cineasta a revisitar territorios tan transitados. ¿Qué puede decirnos una nueva versión de Frankenstein sobre nosotros mismos en 2024?

La respuesta, según del Toro, no reside en los laboratorios ni en los rayos que dan vida a la carne muerta, sino en algo mucho más aterrador y universal: la incapacidad de conectar con aquellos a quienes hemos traído al mundo.

La ciencia ficción como espejo emocional

La aproximación de del Toro a este clásico de Mary Shelley trasciende las expectativas del género de terror para adentrarse en territorio mucho más íntimo. «Es una historia emocional para mí. Es tan personal como cualquier cosa. Me estoy preguntando sobre ser padre, sobre ser hijo», confesó el director.

Esta declaración revela la verdadera naturaleza de su proyecto: no estamos ante otro monstruo de laboratorio, sino ante un espejo que refleja nuestras propias fallas como sociedad y como individuos.

Jacob Elordi se enfrenta aquí a un desafío completamente diferente a sus trabajos anteriores. Interpretar a la Criatura de Frankenstein no es simplemente ponerse maquillaje protésico y gruñir amenazadoramente.

Del Toro le pidió que estudiara las interpretaciones clásicas de Boris Karloff, esas actuaciones que convirtieron al monstruo en algo profundamente humano y trágico. La Criatura nunca ha sido realmente el villano de la historia; es la víctima de un padre que lo abandona en el momento de su nacimiento.

El peso de crear sin asumir responsabilidades

Oscar Isaac como Victor Frankenstein promete aportar esa complejidad emocional que el personaje requiere. No estamos hablando del científico loco de las películas de serie B, sino de un hombre cuya ambición intelectual se ve eclipsada por su incapacidad emocional.

«La película trata de articular que el padre se convierte en su padre para su hijo sin darse cuenta», explica del Toro, tocando uno de los temas más universales y dolorosos de la experiencia humana.

El enfoque visual que del Toro describe suena como una sinfonía gótica de decadencia hermosa. Ruinas de edificios que una vez fueron grandiosos sirven como metáfora perfecta para las relaciones rotas entre padres e hijos.

Hay algo profundamente poético en situar esta historia de creación y abandono en espacios que han conocido la gloria y ahora abrazan la decadencia.

Frankenstein en la era de la inteligencia artificial

Lo que más me intriga de este proyecto es cómo del Toro utiliza su propia experiencia como padre para reinterpretar un clásico. La ciencia ficción siempre ha sido más efectiva cuando funciona como alegoría de nuestras preocupaciones contemporáneas.

Esta nueva versión llega en un momento donde las preguntas sobre la responsabilidad de los creadores hacia sus creaciones resuenan con particular intensidad. Vivimos en una era donde la tecnología avanza más rápido que nuestra capacidad de comprender sus implicaciones éticas.

Los «padres» de la inteligencia artificial y las redes sociales a menudo parecen tan desconectados de las consecuencias de sus creaciones como el Victor Frankenstein original.

Del Toro no está simplemente adaptando una novela del siglo XIX; está utilizando esa estructura narrativa para examinar patrones de comportamiento que se repiten generación tras generación.

Su Frankenstein promete ser un espejo incómodo pero necesario, uno que nos obligue a preguntarnos no solo qué tipo de monstruos creamos, sino qué tipo de responsables somos de aquellos que dependen de nosotros para encontrar su lugar en el mundo.

En una época donde las plataformas priorizan contenido de consumo rápido, ver que Netflix invierte en una interpretación profunda y personal de un clásico literario sugiere que aún hay espacio para la reflexión pausada en el entretenimiento masivo.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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