• DC y Marvel han apostado simultáneamente por saltarse los orígenes tradicionales, presentando héroes ya consolidados en ‘Superman’ y ‘Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos’.
• Ambas producciones recuperan el optimismo visual y narrativo que el género había perdido, demostrando que la madurez no requiere cinismo.
• Esta convergencia marca un punto de inflexión hacia narrativas más sofisticadas que priorizan el «cómo ser mejor héroe» sobre el «cómo convertirse en héroe».
¿Os acordáis de cuando cada película de superhéroes era un déjà vu constante? Esa época dorada del «vamos a ver otra vez cómo Peter Parker es picado por una araña» o «toca el turno de explicar por qué Bruce Wayne se pone una capa». Pues bien, parece que tanto DC como Marvel han decidido que el público ya se ha graduado de esa escuela básica del género. Y como alguien que ha defendido los aspectos más ambiciosos de la trilogía de Snyder y que ahora disfruta del regreso a la esperanza que propone Gunn, debo decir que esta evolución era necesaria y bienvenida.
Lo fascinante es observar cómo ambos estudios, sin coordinarse, han llegado a la misma conclusión: el público está preparado para algo más complejo. No es casualidad que tanto el Superman de James Gunn como Los 4 Fantásticos de Matt Shakman hayan optado por mostrarnos héroes veteranos. Es como si Hollywood hubiera entendido por fin que podemos manejar historias donde el conflicto central no sea «¿tengo poderes?» sino «¿cómo uso estos poderes para algo que realmente importe?».
Cuando los rivales piensan igual (y aciertan)
Resulta curioso ver cómo DC y Marvel, históricamente empeñados en diferenciarse, han convergido en una visión similar del entretenimiento superheroico. Ambas películas presentan protagonistas que ya han superado esa fase inicial de autodescubrimiento que tanto hemos masticado en pantalla.
El Superman de Gunn nos presenta a un Clark Kent que ya lleva tiempo siendo el símbolo de Metrópolis. No necesitamos la secuencia de Krypton explotando por enésima vez, ni ver cómo descubre que puede volar, ni el momento en que Martha Kent le cose el traje. Todo eso ya ha pasado, y la película puede centrarse en aspectos mucho más interesantes de su mitología. Es una decisión que recuerda a la sabiduría de los cómics de John Byrne en los 80, donde Superman ya era Superman y las historias exploraban qué significaba serlo.
Los 4 Fantásticos toman una decisión igualmente inteligente. En lugar de dedicar la primera hora a la tediosa secuencia de «rayos cósmicos + accidente espacial = poderes», la película arranca con Reed, Sue, Johnny y Ben ya funcionando como la primera familia de Marvel. Es una apuesta que honra el espíritu original de Stan Lee y Jack Kirby, donde lo importante nunca fueron los poderes, sino la dinámica familiar.
Compañeros que importan (peludos y metálicos)
Una de las decisiones más acertadas de ambas producciones ha sido la inclusión de personajes secundarios que aportan carisma genuino sin resultar forzados. Krypto en Superman y H.E.R.B.I.E. en Los 4 Fantásticos cumplen funciones similares: son el corazón emocional que conecta con audiencias más jóvenes sin infantilizar la propuesta general.
Krypto no es solo merchandising con patas. En los cómics, desde su debut en Adventure Comics #210 en 1955, siempre ha representado la humanidad de Superman, esa parte de Clark que necesita compañía incondicional. Verle en pantalla grande, con toda la tecnología actual, promete momentos tanto épicos como entrañables. Es la clase de decisión que demuestra que Gunn entiende que Superman funciona mejor cuando abraza su naturaleza aparentemente «ingenua».
H.E.R.B.I.E., por su parte, es una elección más arriesgada pero igualmente acertada. Este pequeño robot, creado originalmente para la serie animada de los 70 (cuando los derechos de la Antorcha Humana estaban en otro sitio), se ha convertido en el quinto miembro no oficial de la familia Richards-Storm. Su presencia sugiere que la película entiende que Los 4 Fantásticos funcionan mejor como unidad familiar extendida.
El regreso del color (y de la esperanza)
Ambas películas han optado por paletas de colores vibrantes y optimistas, alejándose definitivamente de la estética desaturada que dominó el género durante la era post-Dark Knight. Es una decisión que va más allá de lo puramente visual: refleja un cambio filosófico fundamental en cómo entendemos a los superhéroes en pantalla.
Superman siempre ha sido sinónimo de esperanza, pero durante años el cine parecía avergonzado de esa cualidad. Desde el Superman de Donner hasta el de Snyder, cada era ha lidiado de forma diferente con este aspecto del personaje. La película de Gunn abraza sin complejos esa naturaleza luminosa, y los primeros materiales promocionales muestran un mundo donde ser héroe no es una maldición existencial, sino una vocación genuina.
Los 4 Fantásticos van por el mismo camino cromático y temático. Esta primera familia de Marvel nunca ha sido oscura ni torturada por definición. Son exploradores, científicos, aventureros cósmicos. Su mundo es el de la ciencia ficción optimista de los 60, donde cada nuevo descubrimiento es una oportunidad para expandir los límites de lo posible.
Mensajes que resuenan
Lo que más me llama la atención de ambas propuestas es cómo recuperan algo que el género había perdido en su obsesión por la «relevancia»: la idea de que trabajar juntos puede cambiar el mundo de verdad. Suena ingenuo escrito así, pero en el contexto actual, resulta casi revolucionario.
Superman, desde Action Comics #1, ha sido el superhéroe que inspira a otros a ser mejores versiones de sí mismos. Su poder real nunca ha estado en su fuerza sobrehumana o su velocidad, sino en su capacidad para sacar lo mejor de quienes le rodean. Una película que entienda esto a nivel narrativo tiene mucho ganado desde el primer fotograma.
Los 4 Fantásticos, por su parte, son la definición misma del trabajo en equipo funcional. Cada miembro aporta algo único e irreemplazable, pero solo alcanzan su potencial cuando actúan como familia. Es una metáfora perfecta para los tiempos fragmentados que vivimos, donde la colaboración parece cada vez más difícil de conseguir.
Nostalgia inteligente vs. nostalgia vacía
Ambas películas parecen entender la diferencia crucial entre nostalgia inteligente y nostalgia vacía. No se trata de repetir mecánicamente fórmulas del pasado, sino de recuperar lo que funcionaba emocionalmente y actualizarlo para el público contemporáneo.
El Superman de Gunn regresa a sus raíces como símbolo de esperanza, pero sin ignorar la complejidad del mundo moderno. No es el Superman ingenuo de los 50, pero tampoco el Superman torturado de los 2000. Es una síntesis que honra tanto la tradición como la evolución del personaje.
Los 4 Fantásticos recuperan su espíritu aventurero original, pero con la sofisticación visual y narrativa que permite la tecnología actual. Es como si hubieran entendido que lo que hacía especiales a esos primeros cómics de Lee y Kirby no eran los efectos limitados de la época, sino la sensación de asombro ante lo desconocido.
El factor Gunn y la nueva DC
Desde mi perspectiva como seguidor de las diferentes eras de DC, resulta especialmente interesante ver cómo James Gunn está posicionando a Superman como la piedra angular de su nuevo universo cinematográfico. Después de haber demostrado con The Suicide Squad que puede manejar tanto la acción como la emoción genuina, su aproximación a Superman promete ser la síntesis que muchos llevábamos años esperando.
La decisión de empezar con un Superman ya establecido es estratégicamente brillante. Permite que futuras películas del DCU se construyan sobre una base sólida, sin necesidad de justificar constantemente la existencia de un mundo donde los superhéroes son posibles. Es una lección aprendida tanto de los aciertos de Marvel como de los tropiezos del DCEU anterior.
Recepción y perspectivas de futuro
Las primeras reacciones a ambas películas sugieren que la apuesta por la madurez narrativa está funcionando. El público parece no solo preparado, sino hambriento de superhéroes que no necesiten justificar constantemente su existencia o disculparse por ser inspiradores.
En términos comerciales, los números también acompañan esta tendencia. Esto es crucial porque demuestra a los ejecutivos de estudio que el optimismo vende, que no hace falta ser grimdark para ser relevante o taquillero. Otros estudios están tomando nota de cómo estas dos propuestas están redefiniendo las reglas no escritas del género.
La industria parece estar entrando en una nueva fase de madurez, donde la sofisticación no está reñida con la diversión, y donde la esperanza no es sinónimo de ingenuidad.
Al final, tanto ‘Superman’ como ‘Los 4 Fantásticos: Primeros Pasos’ representan algo más significativo que entretenimiento estival de calidad. Son la demostración práctica de que el cine de superhéroes puede evolucionar sin traicionar su esencia fundamental. Ambas películas entienden que madurar no significa volverse cínico, sino encontrar nuevas formas de contar historias que ya conocemos pero que aún pueden sorprendernos.
¿Cuál es objetivamente mejor? Probablemente esa no sea la pregunta más interesante. Tal vez lo verdaderamente importante es que ambas existen, que ambas apuestan por la esperanza sin complejos, y que ambas nos recuerdan por qué nos enamoramos de estos personajes en primer lugar. En un panorama mediático que a menudo parece empeñado en dividirnos, tener dos películas que celebran la colaboración y el optimismo inteligente no es poca cosa. Es, de hecho, bastante heroico.