Channing Tatum DESTROZA Hollywood: «Te pagan por hacer basura en vez de arte»

Tatum denuncia incentivos que premian mediocridad, la saturación del streaming y reclama un renacimiento donde la calidad artística vuelva al centro del cine.

✍🏻 Por Tomas Velarde

octubre 6, 2025

• Channing Tatum denuncia cómo los incentivos económicos actuales empujan a los actores hacia proyectos mediocres en lugar de apostar por el cine de calidad.

• Las plataformas de streaming han creado una saturación de contenido que dificulta distinguir entre lo valioso y lo prescindible, alterando los criterios tradicionales de producción cinematográfica.

• A pesar del panorama desalentador, el actor mantiene la esperanza de que esta crisis conduzca a un renacimiento donde la calidad artística recupere su lugar primordial.

En una época donde el séptimo arte navega entre las aguas turbulentas de la transformación digital, pocas voces se alzan con la valentía necesaria para señalar las grietas del sistema. Cuando un actor de la talla comercial de Channing Tatum decide romper el silencio sobre los vicios de la industria, merece la pena detenerse a escuchar.

Sus declaraciones recientes en el programa «Hot Ones» no son el típico lamento nostálgico de quien añora tiempos mejores. Son el testimonio lúcido de alguien que ha experimentado en primera persona cómo los mecanismos económicos actuales pueden corromper la esencia misma del arte cinematográfico.

La confesión de un intérprete en crisis

«Realmente sientes que, a veces, te incentivan a hacer cosas malas para cobrar, en lugar de crear algo realmente, realmente bueno», declaró Tatum con una franqueza que resulta tan refrescante como preocupante.

Esta afirmación revela una realidad que quienes amamos el cine venimos observando con creciente inquietud. El actor no se limita a señalar los males ajenos.

Con una honestidad que le honra, reconoce sus propios errores, calificando su película «Dear John» como «genérica». Esta autocrítica denota una madurez artística que contrasta favorablemente con la habitual complacencia de muchas figuras de Hollywood.

Recuerdo vívidamente cómo directores como Billy Wilder conseguían conjugar éxito comercial y excelencia artística en obras como «El apartamento». La tensión entre arte y comercio siempre ha existido, pero nunca había sido tan descaradamente explícita.

El impacto de las plataformas digitales

Tatum identifica a las plataformas de streaming como uno de los principales agentes disruptivos, creando lo que él denomina «una tubería confusa de posibilidades».

Esta observación resulta particularmente certera cuando contemplamos cómo Netflix y sus competidores han alterado no sólo los patrones de consumo, sino también los criterios de producción cinematográfica.

La democratización del acceso al contenido, que en principio debería haber favorecido la diversidad, ha derivado paradójicamente en una saturación que dificulta la distinción entre lo valioso y lo prescindible.

Como espectador que ha presenciado la evolución del medio desde los tiempos dorados del studio system, puedo atestiguar que nunca antes habíamos tenido tanto contenido disponible y, simultáneamente, tanta dificultad para encontrar obras verdaderamente memorables.

La búsqueda de la autenticidad perdida

«Quiero dar mi dinero a las buenas películas. Es un momento tan al revés», lamenta Tatum, expresando una frustración que resuena profundamente en quienes consideramos el cine como algo más que mero entretenimiento.

Esta declaración evoca inevitablemente los tiempos en que un David Lean podía dedicar años a perfeccionar cada encuadre de «Lawrence de Arabia», sabiendo que el estudio respetaría su visión artística.

El actor manifiesta su deseo de crear contenido significativo que pudiese atraer a espectadores como él mismo cuando era más joven. Esta aspiración, aparentemente sencilla, encierra una complejidad considerable en el contexto actual.

Los algoritmos y las métricas de engagement parecen haber sustituido a la intuición artística y al buen gusto como criterios rectores. Es como si hubiésemos cambiado la sabiduría de Irving Thalberg por las estadísticas de visualización.

Un panorama en transformación

A pesar de su diagnóstico pesimista, Tatum mantiene cierto optimismo respecto al futuro, sugiriendo que la actual disrupción podría conducir eventualmente a cambios positivos.

Esta esperanza, aunque comprensible, requiere de una fe considerable en la capacidad de autorregulación de una industria que ha demostrado repetidamente su tendencia a priorizar los beneficios a corto plazo.

La confusión que describe entre estudios y creadores refleja un momento de transición cuyo desenlace permanece incierto. Como observadores privilegiados de esta transformación, nos corresponde mantener viva la llama de la exigencia crítica.

Las palabras de Tatum nos recuerdan que, incluso en medio de la tormenta comercial que sacude Hollywood, persisten voces conscientes de que el cine verdadero trasciende las consideraciones puramente mercantiles.

Su testimonio constituye un llamamiento a la responsabilidad artística que merece ser escuchado tanto por creadores como por espectadores. Quizás sea precisamente en momentos como éste cuando más necesario resulta reivindicar los valores fundamentales que han convertido al séptimo arte en el lenguaje universal que conocemos y amamos.

La esperanza reside en que esta crisis de crecimiento conduzca finalmente a un renacimiento donde la calidad vuelva a ocupar el lugar que nunca debió abandonar.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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