• Henry Cavill protagonizará el reinicio de Highlander bajo la dirección de Chad Stahelski, con Dave Bautista como el temible Kurgan y un reparto que incluye a Russell Crowe y Karen Gillan.
• La combinación de Stahelski y Cavill representa una oportunidad única para elevar el material original sin traicionar su espíritu grandilocuente, siempre que mantengan la valentía narrativa del filme de Mulcahy.
• El retraso del rodaje hasta 2026 podría ser una bendición disfrazada, permitiendo perfeccionar una visión que podría redefinir la fantasía urbana contemporánea.
En el panorama cinematográfico actual, donde los reboots proliferan como setas después de la lluvia, es natural aproximarse con escepticismo a cualquier intento de resucitar una propiedad querida del pasado. Sin embargo, cuando se trata de Highlander, esa peculiar joya de culto de 1986 que combinaba esgrima inmortal con Queen sonando de fondo, la perspectiva cambia considerablemente.
La película original de Russell Mulcahy poseía esa extraña alquimia que convierte a ciertos filmes en objetos de veneración: una premisa absurda ejecutada con absoluta convicción. Como las mejores obras de género, nunca se disculpaba por su extravagancia.
El arquitecto de la violencia poética
La noticia de que Henry Cavill encarnará al nuevo Connor MacLeod bajo la batuta de Chad Stahelski no es casualidad del destino. Stahelski, artífice de la saga John Wick, ha demostrado una comprensión casi arquitectónica de la coreografía de acción, elevando la violencia cinematográfica a la categoría de ballet letal.
Si existe alguien capaz de dotar de credibilidad física y emocional a la danza eterna de los inmortales, ese es precisamente él. Su trabajo recuerda a los maestros del género de acción clásico, donde cada movimiento tenía propósito narrativo.
Dave Bautista, quien interpretará al Kurgan —ese coloso bárbaro que Clancy Brown inmortalizó con su presencia amenazante—, ha confesado haber perseguido este papel durante más de una década. «Quiero este papel. Decidme qué tengo que hacer para conseguirlo», declaró el actor, evidenciando una pasión que trasciende la mera ambición profesional.
Un reparto que inspira confianza
La incorporación de Russell Crowe, Karen Gillan, Djimon Hounsou y Max Zhang revela una ambición que va más allá del simple entretenimiento de masas. Crowe, en particular, aporta esa gravitas shakespeariana que el material requiere.
Recordemos que Highlander funciona mejor cuando sus intérpretes abrazan completamente la grandilocuencia inherente a la premisa. Es teatro épico disfrazado de cine de género.
Henry Cavill posee esa presencia física y melancolía natural que el personaje de MacLeod demanda. Su trabajo en The Witcher ha demostrado su capacidad para navegar entre lo épico y lo íntimo, cualidad esencial para un personaje condenado a presenciar el paso de los siglos.
Los riesgos del legado
El retraso del rodaje hasta 2026, motivado por una lesión de Cavill, podría interpretarse como un contratiempo. Prefiero verlo como una oportunidad para que Stahelski y su equipo perfeccionen una visión que, de ejecutarse correctamente, podría redefinir el subgénero de la fantasía urbana.
La clave residirá en mantener ese equilibrio delicado entre respeto al material original y necesidad de innovación. La promesa de Bautista de que «la acción está a la par de John Wick» sugiere una aproximación que honra tanto la brutalidad visceral del original como las expectativas contemporáneas.
La producción de Neal H. Moritz, veterano en el arte de equilibrar espectáculo y sustancia, añade una capa adicional de confianza al proyecto. Su historial sugiere comprensión de que el verdadero desafío no reside en superar técnicamente al original, sino en capturar su espíritu indomable.
Al final, el éxito de este nuevo Highlander dependerá de si Stahelski logra traducir la poesía violenta de la inmortalidad al lenguaje cinematográfico contemporáneo. La premisa sigue siendo fascinante: guerreros condenados a una existencia eterna, luchando por un premio que podría ser tanto bendición como maldición.
En manos adecuadas, esta historia atemporal podría resonar con una nueva generación sin traicionar a quienes guardamos el original en nuestros corazones. Mientras esperamos a 2026, solo podemos confiar en que Cavill, Bautista y Stahelski comprendan que no están haciendo una película de acción más.
Están custodiando un mito moderno, y como bien sabe cualquier inmortal que se precie, con gran poder viene una responsabilidad aún mayor. Al final, solo puede quedar uno… pero esperemos que sea digno del legado que pretende continuar.