• Dan Trachtenberg sugiere que una nueva película de Alien vs. Predator podría suceder eventualmente, introduciendo un sintético de Weyland Yutani en Predator: Badlands para crear conexiones narrativas.
• La paciencia del director para construir estos universos me recuerda a los mejores crossovers cinematográficos, que necesitan tiempo para madurar como las fases del MCU.
• Su enfoque en relaciones emocionales por encima del espectáculo sugiere una evolución hacia una ciencia ficción más madura y reflexiva.
Hay algo fascinante en la forma en que ciertos universos cinematográficos parecen gravitar hacia su inevitable colisión. Como planetas en órbitas distantes que, tarde o temprano, se encuentran en el mismo sistema solar.
Dan Trachtenberg lo sabe. Y quizás por eso sus palabras sobre un futuro Alien vs. Predator resuenan con la paciencia de quien entiende que las mejores historias no se fuerzan, sino que se cultivan.
La Arquitectura del Tiempo
Trachtenberg habla de dejar que las cosas «hiervan a fuego lento hasta alcanzar la temperatura perfecta». Hay algo profundamente cinematográfico en esa metáfora.
No es casualidad que el director que nos regaló Prey, una obra maestra de supervivencia minimalista, ahora piense en términos de relaciones y dinámicas emocionales.
Su decisión de introducir un sintético de Weyland Yutani en Predator: Badlands no es solo un guiño a los fans. Es arquitectura narrativa. Como esos planos que Ridley Scott plantó en el Alien original, semillas que décadas después siguen germinando.
El Dilema del Personaje Sintético
La elección de Elle Fanning para interpretar al sintético plantea preguntas fascinantes. ¿Cómo se relaciona un cazador intergaláctico con una creación artificial diseñada para imitar la humanidad?
Es el tipo de premisa que me recuerda a Her, esa exploración sobre conexiones emocionales con inteligencias no humanas.
Trachtenberg entiende algo crucial: si introduces un humano en una película de Predator, inevitablemente se convierte en la película del humano. Pero un sintético… eso cambia las reglas del juego.
No hay jerarquía emocional clara, no hay víctima obvia ni héroe predeterminado.
La Construcción Silenciosa de Puentes
Mientras Alien: Romulus devuelve a los Xenomorfos a las pantallas, y Predator: Badlands explora nuevas dinámicas relacionales, algo se está cociendo en los despachos de Disney.
Los mejores crossovers cinematográficos nunca se anuncian con bombos y platillos desde el principio. Se construyen ladrillo a ladrillo, película a película.
Como el universo de Marvel antes de The Avengers, o como Lucas construyó su galaxia muy, muy lejana.
La presencia de Weyland Yutani en el universo Predator no es solo continuidad; es una invitación. Una puerta entreabierta hacia posibilidades narrativas que van más allá del simple «monstruo contra monstruo».
El Arte de la Espera
En una era de contenido instantáneo, la aproximación de Trachtenberg resulta casi revolucionaria. Su insistencia en que las cosas deben «hervir a fuego lento» refleja una comprensión profunda de cómo funcionan las mejores historias de ciencia ficción.
Blade Runner no se convirtió en un clásico de la noche a la mañana. Dune necesitó décadas para encontrar su adaptación definitiva.
Algunas historias requieren tiempo, no solo para ser contadas, sino para ser comprendidas por su audiencia.
Más Allá del Espectáculo
Lo que más me intriga de las declaraciones de Trachtenberg es su enfoque en las relaciones por encima de la acción.
«Quería que fuese una película de relaciones», explica sobre su nueva aproximación. Después del enfoque de supervivencia pura de Prey, busca algo diferente: la exploración de vínculos imposibles entre especies.
¿Qué nos dice sobre nosotros como sociedad que estemos fascinados por las relaciones entre lo orgánico y lo artificial, entre el cazador y la presa?
Quizás que, en el fondo, todas las historias de ciencia ficción son historias sobre nosotros mismos.
La promesa de un futuro Alien vs. Predator no reside en la espectacularidad de la confrontación, sino en las preguntas que podría plantearnos sobre la naturaleza de la supervivencia y la conexión en un universo hostil.
Al final, Trachtenberg nos recuerda algo que a menudo olvidamos: las mejores historias no se construyen, se cultivan. Y quizás, en esa paciencia, reside la diferencia entre un simple entretenimiento y una obra que perdura en el tiempo.
Como esas frases de Arrival que uno pausa para apuntar, los mejores crossovers cinematográficos no son eventos, sino experiencias que transforman nuestra percepción de lo posible.

