• James Gunn ha revelado detalles sobre la nueva película de Batman «The Brave and the Bold», que se centrará en la relación entre Batman y su hijo Damian Wayne.
• El director de DC Studios prefiere un Batman más brutal y luchador que detective, alejándose de las versiones más cerebrales del personaje.
• Andy Muschietti dirigirá esta nueva visión que formará parte del Capítulo Uno de los Dioses y Monstruos del nuevo DCU.
¿Sabéis qué? Después de años viendo cómo Warner Bros destrozaba sistemáticamente todo lo que tocaba del universo DC, por fin tenemos a alguien que parece entender lo que significa el verdadero Batman.
James Gunn acaba de soltar unas declaraciones sobre la nueva película del Murciélago que me han puesto los pelos de punta, y no precisamente de miedo.
Mientras Hollywood sigue obsesionado con hacer versiones edulcoradas y políticamente correctas de nuestros héroes favoritos, Gunn habla de un Batman «bruto» que se dedica a repartir hostias.
Joder, por fin alguien que entiende que Batman no es solo un detective con complejo de papá: es una máquina de guerra envuelta en kevlar.
Y encima va a explorar la relación con Damian Wayne, el Robin más cabrón de todos. Esto promete ser épico.
Un Batman que por fin entiende la violencia
Gunn lo ha clavado cuando dice que le gusta «el Batman luchador, ese bruto que se dedica a pelear».
Por fin alguien que no se avergüenza de la naturaleza violenta del personaje. Llevamos años tragando con versiones descafeinadas que convierten al Caballero Oscuro en un consultor de autoayuda con capa.
Este nuevo enfoque me recuerda directamente a lo que Snyder consiguió en Batman v Superman. Ese Batman de Ben Affleck que marcaba a fuego a los criminales y no se andaba con gilipolleces.
Un Batman que había visto demasiada mierda y había decidido que los guantes blancos no servían para nada en Gotham.
Recuerdo perfectamente esa secuencia del almacén en BvS. La cámara de Snyder capturando cada golpe con esa precisión quirúrgica, el contraste perfecto entre las sombras y los destellos de luz.
Eso era narrativa visual pura. Batman como fuerza de la naturaleza, no como terapeuta nocturno.
La decisión de centrarse en Damian Wayne es brillante. Este chaval es puro veneno: un asesino entrenado por la Liga de las Sombras que resulta ser el hijo de Bruce.
La tensión dramática está servida en bandeja de plata.
La visión de Morrison cobra vida
Basar la película en el trabajo de Grant Morrison es una jugada maestra.
Morrison entendía que Batman funciona mejor cuando exploras sus contradicciones más oscuras. Un tipo que predica la no violencia letal pero que destroza huesos como si fuera su hobby favorito.
Damian Wayne no es tu Robin típico haciendo bromas y saltando por ahí con mallas de colores. Es un crío que puede degollarte mientras desayuna cereales.
La dinámica entre un Batman brutal y un hijo que es literalmente un asesino entrenado desde la cuna promete momentos de tensión que harán que te olvides de todas esas comedias familiares disfrazadas de películas de superhéroes.
Gunn ha dejado claro que le importa más el personaje y la historia que la estética visual. Perfecto.
Estoy hasta los cojones de directores que se preocupan más por hacer que todo parezca un anuncio de perfume que por contar una historia que te parta el alma.
Aunque espero que Muschietti entienda la importancia del lenguaje cinematográfico. Batman necesita esa fotografía que respire violencia contenida, esos encuadres que te hagan sentir la brutalidad sin romantizarla.
Andy Muschietti al timón
La elección de Andy Muschietti como director me parece acertada.
El tío demostró con «It» que sabe manejar la violencia sin romantizarla, y que puede extraer actuaciones brutalmente honestas de actores jóvenes.
Exactamente lo que necesitas cuando tu protagonista juvenil es un psicópata en potencia.
Muschietti también dirigió «The Flash», y aunque esa película tuvo sus problemas (gracias de nuevo, Warner), demostró que puede manejar el material de DC sin convertirlo en una parodia de sí mismo.
Algo que parecía imposible después de la era Whedon.
El hecho de que Gunn produzca personalmente la película me da esperanza. Por fin tenemos a alguien al mando de DC que no se disculpa por hacer entretenimiento para adultos.
Alguien que entiende que los cómics no son solo para niños, y que las mejores historias de Batman siempre han sido las más jodidamente oscuras.
Me pregunto si Muschietti será capaz de capturar esa épica visual que Snyder dominaba. Esos momentos donde cada frame parece una pintura renacentista, donde la cámara lenta no es un capricho sino poesía pura.
El nuevo DCU toma forma
Esta película formará parte del «Capítulo Uno: Dioses y Monstruos» del nuevo DCU.
Un título que ya me dice todo lo que necesito saber. Nada de «Héroes y Amigos» o «Esperanza y Arcoíris». Dioses y monstruos. Así es como debe ser.
Lo mejor de todo es que esta versión no estará conectada con la trilogía de Robert Pattinson. Nada contra Pattinson, pero su Batman es demasiado introspectivo para lo que necesitamos ahora.
Necesitamos un Batman que resuelva los problemas a puñetazos, no con terapia psicológica.
La decisión de separar ambas versiones es inteligente. Permite que cada una explore diferentes aspectos del personaje sin pisarse los pies.
Pattinson puede seguir haciendo su Batman emo mientras Gunn nos da el Batman que realmente queremos ver: uno que no tiene miedo de ensuciarse las manos.
Aunque no puedo evitar pensar en lo que podría haber sido si hubieran dejado a Snyder terminar su visión original. Ese Batman de Affleck en el futuro apocalíptico de Darkseid.
Esa era la épica de verdad, no la de cartón.
Damian Wayne: el Robin que necesitábamos
Gunn ha descrito a Damian como «un pequeño asesino» al que Batman intenta guiar.
Joder, solo con esa descripción ya me ha vendido la película. Por fin un Robin que no es un coñazo quejándose todo el rato o haciendo chistes de mierda.
La relación padre-hijo entre Bruce y Damian es puro oro narrativo. Un padre que intenta enseñar moralidad a un hijo que ha sido programado para matar.
Un crío que tiene que elegir entre el legado de su madre (Talia al Ghul) y los principios de su padre.
Es Shakespeare con capas y gadgets.
Esta dinámica promete momentos de tensión que harán que las peleas familiares de tu casa parezcan reuniones de la ONU.
Imagínate discutir con tu hijo adolescente cuando ese hijo sabe diecisiete formas diferentes de matarte con un lápiz.
La clave estará en cómo Muschietti capture visualmente esa tensión. Necesitamos primeros planos que muestren la lucha interna de Damian, encuadres que contrasten la inocencia aparente con la violencia latente.
Esa narrativa visual que separa el cine de autor del entretenimiento de usar y tirar.
Al final, lo que más me emociona de todo esto es que por fin tenemos a alguien al mando que no se avergüenza de lo que hace Batman especial.
Su capacidad para la violencia controlada y su naturaleza fundamentalmente contradictoria.
Gunn entiende que Batman funciona mejor cuando exploras sus aspectos más oscuros, no cuando intentas convertirlo en un boy scout con problemas de papá.
La combinación de un Batman brutal con Damian Wayne como Robin promete ser la película de DC que llevamos años esperando.
Una que no se disculpa por ser violenta, que no intenta ser para todos los públicos, y que entiende que las mejores historias de superhéroes son las que te hacen cuestionarte si los protagonistas son realmente los buenos.
Por fin, joder. Por fin alguien que lo entiende.