Netflix va a por Warner Bros: ¿el fin de las salas de cine?

Netflix podría comprar Warner Bros y transformar los grandes estrenos en contenido exclusivo de streaming, amenazando la experiencia del cine tradicional.

✍🏻 Por Lucas Ferrer

septiembre 20, 2025

• Netflix podría hacerse con Warner Bros., lo que convertiría los blockbusters del estudio en contenido exclusivo de streaming y acabaría con sus estrenos en cines.

• Warner Bros. está viviendo su mejor racha en años con siete fines de semana consecutivos por encima de los 40 millones de dólares, demostrando que el cine tradicional sigue funcionando.

• Esta operación sería el golpe definitivo a las salas de cine, transformando experiencias cinematográficas únicas en mero contenido para consumir en el sofá.

Los rumores vuelan por Hollywood, y esta vez no hablamos de casting ni de secuelas. Netflix, esa plataforma que cambió para siempre cómo vemos películas, tiene en el punto de mira nada menos que Warner Bros.

Como alguien que lleva años analizando cifras de taquilla, he visto de todo. Pero esto podría ser el movimiento más disruptivo de la industria en décadas.

La ironía es brutal: justo cuando Warner demuestra que el cine en salas sigue siendo rentable, podría acabar en manos de quienes consideran los cines «obsoletos». Los números no mienten, y Warner está viviendo uno de sus mejores años. Pero Netflix opera bajo una lógica completamente diferente.

Cuando los números chocan con la ideología

Ted Sarandos, CEO de Netflix, declaró hace tiempo que las experiencias cinematográficas tradicionales estaban «obsoletas». En su momento pensé que era marketing agresivo. Ahora, con esta posible compra, esas palabras suenan más amenazantes.

Los datos de Warner en 2025 son espectaculares. Siete fines de semana consecutivos superando los 40 millones en taquilla estadounidense. Para ponerlo en perspectiva: es como si cada fin de semana fuera un pequeño evento cinematográfico.

Superman ha recaudado 615,1 millones de dólares globalmente. A Minecraft Movie alcanzó los 957,8 millones. Sinners se quedó en 366,6 millones. Cifras que cualquier estudio envidiaría.

Estas no son casualidades estadísticas. Representan algo que ningún algoritmo puede replicar: la magia de la experiencia compartida. Esa emoción colectiva que solo se vive en una sala oscura, rodeado de desconocidos que ríen, lloran o gritan al unísono.

Recuerdo analizar las cifras de Avengers: Endgame en 2019. Los números eran impresionantes, sí, pero lo que más me llamó la atención fueron los testimonios de gente que había vivido esos momentos épicos en salas abarrotadas. Eso no se puede medir en métricas de streaming.

La paradoja del éxito que nadie quiere

Aquí está lo más cruel de esta situación: Warner está demostrando que el modelo tradicional funciona. Mientras otros estudios luchan por encontrar su lugar post-pandemia, Warner ha conseguido algo que parecía imposible: crear una racha de éxitos consecutivos.

Pero Netflix mide el éxito de forma radicalmente diferente. Para ellos no importa la taquilla, sino las suscripciones, el tiempo de visualización y la penetración de mercado. Es como comparar el sabor de un buen vino con la eficiencia de una cadena de montaje.

La estrategia de Netflix con sus películas es conocida: estrenos limitados para cumplir requisitos de premios, y después directamente a la plataforma. Funciona para sus objetivos, pero elimina completamente esa experiencia comunal que hace del cine algo especial.

He analizado docenas de películas de Netflix que podrían haber sido fenómenos en salas. Películas con presupuestos de blockbuster que se consumen como cualquier serie, sin ceremonia, sin evento.

El futuro de Superman en tu salón

Imaginemos que esta adquisición se materializa. ¿Qué pasaría con las futuras películas de Superman? ¿Con las secuelas de Minecraft? ¿Con todo el universo DC que Warner está construyendo?

La respuesta más probable, basándome en el historial de Netflix, es que se convertirían en contenido exclusivo de streaming. Nada de colas en el cine, nada de palomitas compartidas, nada de esa expectación colectiva de una premiere.

Amazon mantuvo los estrenos teatrales de MGM tras su adquisición, es cierto. Pero Amazon tiene una estrategia más diversificada. Netflix tiene una visión muy clara sobre cómo debe distribuirse el contenido audiovisual.

Los datos son claros: Netflix estrena unas 70 películas originales al año. De esas, quizás 5 o 6 tienen estreno teatral significativo. El resto van directamente a la plataforma.

El terremoto que se avecina

Esta posible adquisición no afectaría solo a Warner. Sería un terremoto en toda la industria.

Los exhibidores, que ya sufrieron durante la pandemia, verían desaparecer una de sus fuentes más fiables de contenido de calidad. He visto las cifras: los cines dependen enormemente de los blockbusters para mantenerse a flote.

Los cineastas también tendrían que replantearse sus carreras. Dirigir para Netflix no es lo mismo que dirigir para cines. Los planos se piensan diferente, el ritmo cambia, incluso la forma de contar historias se adapta al consumo doméstico.

Y luego están los fans. Esos millones que aún disfrutan de la experiencia cinematográfica tradicional. Para ellos, sería como perder un templo cultural.

Los números como resistencia

Pero no todo está perdido. Los datos de Warner demuestran que hay público para el cine tradicional. La gente sigue queriendo salir de casa y compartir emociones.

Otros estudios están tomando nota. Disney, Universal y Paramount han visto cómo Warner ha creado esta racha de éxitos. La competencia podría salvar el modelo teatral.

También Netflix podría sorprendernos. Aunque su historial sugiere lo contrario, podrían ver en Warner una oportunidad para experimentar con modelos híbridos.

Evolución vs. extinción

Como analista que lleva años siguiendo taquillas, entiendo que la industria debe evolucionar. Los hábitos cambian, las tecnologías avanzan, las empresas deben adaptarse.

Pero también creo que hay valor en preservar tradiciones que han demostrado su valía. El cine en salas no es solo un modelo de negocio; es una experiencia cultural.

He visto películas que funcionan perfectamente en streaming y otras que necesitan la pantalla grande. Los datos me han enseñado que no todo el contenido es igual. Algunos necesitan esa experiencia comunal para cobrar vida.

La pregunta no es si Netflix puede comprar Warner. En el capitalismo, quien puede pagar, puede comprar. La pregunta es si estamos dispuestos a sacrificar una forma de arte centenaria por la conveniencia.

Esta posible adquisición nos pone ante una encrucijada fascinante y aterradora. Podríamos presenciar la consolidación definitiva del streaming. O podríamos perder algo irreemplazable: la magia comunal del cine.

Los números de Warner en 2025 son un recordatorio poderoso: el público sigue respondiendo al cine tradicional cuando se le ofrece calidad. Pero en un mundo donde las decisiones priorizan la eficiencia sobre la experiencia, no está claro si será suficiente.

Esta batalla no es solo sobre modelos de negocio. Es sobre qué tipo de cultura cinematográfica queremos legar al futuro. Y los números, por una vez, están del lado de las salas oscuras.


Apasionado por los números que cuentan historias, llevo más de 12 años desentrañando qué hay detrás del éxito (o fracaso) en taquilla. Para mí, cada cifra es un reflejo del público y la industria, y me encanta traducir esos datos en análisis claros y sorprendentes.

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