Stephen King Ya No Vende: Por Qué $20M No Salvaron «The Long Walk»

“The Long Walk” fracasa en taquilla pese a su presupuesto millonario. ¿Por qué el nombre de Stephen King ya no garantiza el éxito en cines?

✍🏻 Por Tomas Velarde

septiembre 13, 2025

The Long Walk de Francis Lawrence recauda apenas 1,3 millones en preestrenos, quedando por debajo de The Monkey y evidenciando las dificultades de las adaptaciones de King.

• Una vez más comprobamos que el nombre de Stephen King no garantiza el éxito comercial, recordándonos que el cine requiere algo más que una marca reconocible para conectar con el público.

• Con un presupuesto de 20 millones y la necesidad de alcanzar los 50 para ser rentable, la película se enfrenta a un septiembre cinematográfico que podría ser tanto su salvación como su condena.

El cine contemporáneo parece obsesionado con exhumar cada rincón de la obra de Stephen King, como si el mero nombre del autor de Maine fuese una panacea comercial. Sin embargo, la realidad del mercado nos recuerda, una y otra vez, que ni siquiera los nombres más venerados pueden asegurar el triunfo. La reciente llegada de The Long Walk a las salas estadounidenses nos ofrece un nuevo capítulo en esta compleja relación entre literatura de género e industria cinematográfica.

Francis Lawrence, director que ya demostró su capacidad para manejar distopías juveniles con la saga Los Juegos del Hambre, se enfrenta ahora a uno de los relatos más despiadados que King escribió bajo el seudónimo de Richard Bachman. La pregunta surge inevitable: ¿puede el cine actual capturar la brutalidad psicológica de una obra que, desde 1979, ha perturbado a generaciones de lectores?

Los primeros datos de taquilla sugieren que el público no está respondiendo con el entusiasmo esperado. La película ha conseguido recaudar 1,3 millones de dólares en sus preestrenos domésticos, una cifra que queda 600.000 dólares por debajo de lo conseguido por The Monkey, otra adaptación de King estrenada este mismo año.

Esta comparación resulta especialmente reveladora cuando consideramos los presupuestos respectivos. Mientras que The Monkey contó con un modesto presupuesto de 10 millones, The Long Walk ha requerido una inversión de 20 millones. La aritmética cinematográfica es implacable: para alcanzar el punto de equilibrio, la película necesitará generar aproximadamente 50 millones de dólares en taquilla mundial.

El reparto no carece de atractivos. Mark Hamill, que ha sabido reinventarse como actor de carácter tras su etapa galáctica, comparte cartel con Judy Greer y Cooper Hoffman. Sin embargo, como bien sabemos quienes hemos observado la industria durante décadas, ni el mejor reparto puede salvar una película si la puesta en escena no funciona.

La elección de septiembre como fecha de estreno plantea interrogantes estratégicos. Tradicionalmente, este mes ha sido considerado un cementerio cinematográfico, reminiscente de aquellos estrenos discretos que Hitchcock utilizaba para sus experimentos más arriesgados. El maestro del suspense sabía que a veces las mejores obras necesitan tiempo para encontrar su audiencia.

No obstante, esta aparente desventaja podría transformarse en oportunidad. El calendario cinematográfico de septiembre se presenta relativamente despejado, sin grandes superproducciones que monopolicen las salas. Esta ventana temporal podría permitir que The Long Walk se desarrolle orgánicamente, como esos éxitos inesperados que nos recuerdan que el cine sigue siendo impredecible.

La novela original representa uno de los ejercicios más brutales de King en el terreno de la distopía social. La premisa es tan simple como aterradora: un grupo de adolescentes debe caminar sin parar hasta que sólo quede uno en pie. Quien se detenga, muere. Esta alegoría sobre la competitividad extrema resonaba poderosamente en 1979, y su relevancia no ha hecho sino aumentar.

Francis Lawrence se enfrenta al desafío de trasladar esta crueldad psicológica a la pantalla sin caer en la espectacularización gratuita. Su experiencia previa sugiere que comprende los mecanismos narrativos de este tipo de historias, pero The Long Walk exige una aproximación más íntima, más claustrofóbica. Aquí echo en falta la precisión de un Kubrick en La naranja mecánica, esa capacidad para mostrar la violencia sin regodearse en ella.

La comparación con The Monkey resulta inevitable pero injusta. Ambas películas, pese a compartir autor original, pertenecen a registros completamente diferentes. Mientras que The Monkey abraza sin complejos su naturaleza de terror sobrenatural, The Long Walk se adentra en territorios más ambiguos, donde el horror surge de la propia condición humana.

El mercado actual, dominado por franquicias y secuelas, no siempre sabe qué hacer con propuestas que requieren una digestión más pausada. The Long Walk no busca el impacto inmediato del susto fácil, sino que aspira a instalarse en la conciencia del espectador como una inquietud persistente. Es el tipo de cine que Bergman defendía: aquel que nos acompaña mucho después de abandonar la sala.

Los próximos días serán cruciales para determinar si la película puede superar este arranque modesto. El boca a boca, ese factor impredecible que transformó discretos estrenos como El ciudadano Kane en obras maestras reconocidas, será determinante para el destino de esta adaptación.

La industria actual nos ha acostumbrado a medir el éxito exclusivamente en términos de cifras de apertura, olvidando que algunas de las películas más perdurables tuvieron estrenos modestos. The Long Walk podría convertirse en uno de esos casos que nos recuerdan que el verdadero valor del cine trasciende los números del primer fin de semana.

Sin embargo, la realidad comercial es ineludible. En un ecosistema donde los estudios necesitan recuperar inversiones cada vez mayores, el margen para el crecimiento orgánico se reduce progresivamente. The Long Walk se encuentra en esa encrucijada donde el arte y el comercio libran su eterna batalla.

Desde mi experiencia observando adaptaciones literarias desde los años 90, he comprobado que las más exitosas son aquellas que comprenden el lenguaje cinematográfico como algo distinto al literario. No se trata de trasladar páginas a fotogramas, sino de encontrar equivalencias visuales y narrativas que respeten el espíritu original.

El tiempo dirá si Francis Lawrence ha logrado capturar la esencia perturbadora de la obra de King. Mientras tanto, The Long Walk continúa su particular maratón hacia un destino incierto, cargando con las expectativas de quienes creemos que el cine aún puede sorprendernos.

En definitiva, nos encontramos ante una de esas encrucijadas que definen el estado actual del cine: la tensión constante entre la ambición artística y las demandas comerciales. La modestia de estos primeros números no debe interpretarse necesariamente como un fracaso, sino como el punto de partida de una conversación más amplia sobre qué tipo de cine queremos y merecemos.

La verdadera medida del éxito de The Long Walk no se encontrará únicamente en las cifras de taquilla, sino en su capacidad para generar esa inquietud duradera que caracteriza a las mejores adaptaciones de Stephen King. Al fin y al cabo, el cine que perdura es aquel que nos acompaña mucho después de abandonar la sala, como una caminata interminable que se prolonga en nuestra conciencia.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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