Russell Crowe y el desastre de “Nuremberg”: ¿Por qué la película falla?

La película «Nuremberg» intenta profundizar en el mal histórico, pero se queda en la superficie y desaprovecha el potencial de Russell Crowe como Göring.

✍🏻 Por Tomas Velarde

septiembre 8, 2025

• La nueva película «Nuremberg» con Russell Crowe como Hermann Göring aborda los históricos juicios de posguerra pero carece de la profundidad psicológica necesaria para tratar semejante material.

• Se trata de un filme que, pese a su noble intención, resulta anticuado en su aproximación y superficial en su análisis del mal absoluto.

• Una oportunidad perdida que no logra elevarse por encima de lo convencional cuando el tema exigía una exploración cinematográfica excepcional.

El cine que se enfrenta a los grandes horrores de la historia siempre ha sido territorio resbaladizo. ¿Cómo retratar el mal absoluto sin caer en la banalización? La reciente «Nuremberg», con Russell Crowe encarnando al criminal de guerra nazi Hermann Göring, se adentra en este terreno minado con la ambición de explorar la psicología de quienes orquestaron el Holocausto.

La propuesta resulta fascinante sobre el papel: mostrar el primer tribunal internacional de crímenes de guerra a través del duelo psicológico entre Göring y el teniente coronel Douglas Kelley, el psiquiatra militar encargado de evaluar su aptitud mental. Sin embargo, la ejecución plantea interrogantes no sólo sobre la eficacia narrativa, sino sobre la responsabilidad ética del cine al enfrentarse a capítulos tan oscuros.

La representación cinematográfica de los juicios de Núremberg ha sido abordada en múltiples ocasiones, desde el magistral documental de Stuart Schulberg hasta la miniserie de 2000. Cada aproximación ha debido enfrentarse al mismo dilema: cómo mostrar a los arquitectos del genocidio sin otorgarles una dignidad inmerecida.

Russell Crowe se sumerge en la piel de Göring con su habitual dedicación. Su interpretación nos presenta a un narcisista patológico, adicto a los opiáceos y completamente desconectado de la realidad moral. El Göring de Crowe finge no entender inglés durante los interrogatorios, niega cualquier conocimiento del Holocausto y mantiene una lealtad inquebrantable hacia Hitler incluso ante las pruebas fílmicas de los campos.

El filme estructura su narrativa en torno a los encuentros entre ambos personajes, buscando crear un duelo intelectual que recuerda vagamente a «El silencio de los corderos». Aquí radica uno de sus principales problemas: carece de la sutileza psicológica necesaria para sostener semejante comparación.

La dirección opta por un enfoque que podríamos calificar de «cebo para los Oscar a la antigua usanza». Una puesta en escena convencional que no logra capturar la complejidad moral del momento histórico. Los diálogos, aunque correctos, resultan predecibles, y la estructura narrativa sigue patrones demasiado familiares.

Uno de los momentos más poderosos llega cuando se proyectan las imágenes de los campos de concentración. La cámara captura las reacciones de los acusados con genuina fuerza dramática. Sin embargo, estos instantes se ven diluidos por una aproximación general que no profundiza en las implicaciones psicológicas de lo que presenciamos.

La interpretación de Crowe, aunque competente, no consigue trascender la superficie. Su Göring es un narcisista evidente que incluso ante la evidencia abrumadora declara que volvería a jurar lealtad a Hitler. Pero la película no logra adentrarse en los mecanismos psicológicos que permitieron a hombres como él participar en la maquinaria del genocidio.

El tratamiento visual es correcto pero carece de fuerza expresiva. Echamos en falta la precisión compositiva de un Kubrick o la intensidad psicológica de un Bergman. La puesta en escena se mantiene en un registro convencional que no aporta nuevas perspectivas a un tema que exige una aproximación cinematográfica excepcional.

La película plantea cuestiones importantes sobre la naturaleza del mal, pero lo hace superficialmente. El guión no explora con la profundidad necesaria cómo individuos aparentemente normales pueden convertirse en ejecutores de atrocidades masivas.

«Nuremberg» es, en definitiva, una oportunidad perdida. Con material histórico de semejante peso y un actor de la talla de Crowe, esperábamos una obra que aportase nuevas perspectivas sobre uno de los momentos más cruciales de la justicia internacional.

El cine tiene la responsabilidad de abordar los grandes temas históricos con el rigor que merecen. «Nuremberg» cumple con los requisitos básicos de competencia técnica, pero carece del aliento artístico necesario para convertirse en obra memorable. En una época donde el extremismo vuelve a amenazar la democracia, necesitamos un cine que nos ayude a comprender los mecanismos del mal con mayor profundidad. Esta película se queda en la superficie de un abismo que requiere exploración mucho más valiente.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

Document

Ediciones Especiales

AL MEJOR PRECIO

books

SOLO EN

Ediciones Especiales

AL MEJOR PRECIO

SOLO EN

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}
>