• Leonardo DiCaprio defiende la importancia del rendimiento en taquilla de «One Battle After Another», la nueva película de Paul Thomas Anderson con un presupuesto de 130 millones de dólares.
• El filme representa una apuesta arriesgada por el cine original para adultos en un mercado dominado por secuelas y franquicias, utilizando tecnología Vista Vision de los años 60.
• En mis años analizando taquillas, pocas veces he visto una película que tenga tanto potencial para cambiar las reglas del juego o hundirse estrepitosamente.
Cuando Leonardo DiCaprio habla de taquilla, yo me pongo las gafas y saco la calculadora. No es broma. Después de años analizando números de recaudación, he aprendido que cuando un actor de su calibre se pone serio con las cifras, algo gordo está pasando. Y su última declaración sobre «One Battle After Another» no es marketing de andar por casa: es casi un SOS al público cinéfilo.
Los números de esta película me tienen fascinado, y no precisamente por lo tranquilizadores que sean. Con 130 millones de presupuesto, Paul Thomas Anderson se ha marcado el proyecto más caro de su carrera. Para que os hagáis una idea, «Petróleo Sangriento» costó unos 25 millones. Sí, habéis leído bien: ha multiplicado por cinco el presupuesto. O Anderson se ha vuelto loco, o tiene entre las manos algo realmente especial.
La apuesta tecnológica que me tiene intrigado
DiCaprio no se anda con rodeos cuando explica por qué considera crucial el éxito comercial: «Paul rodó esta película en Vista Vision, cámaras que apenas se han usado desde principios de los 60. Quiere que la gente tenga esa experiencia inmersiva».
Aquí es donde mi lado friki se emociona. Las cámaras Vista Vision fueron la joya de la corona en los años dorados de Hollywood. Hablamos de una calidad de imagen que hoy en día pocos directores se atreven a tocar, principalmente porque es carísimo y complicadísimo de manejar.
He estado investigando y solo tres cines en todo el mundo van a proyectar la película en formato Vista Vision original. Tres. En todo el planeta. Es como si Anderson hubiera decidido hacer cine artesanal con presupuesto de blockbuster. Una locura hermosa, pero locura al fin y al cabo.
Los números que me quitan el sueño
Aquí viene la parte que me pone nervioso. Anderson necesita superar los 76 millones que recaudó «Petróleo Sangriento» por goleada. Con este presupuesto, estamos hablando de que necesita rozar los 200 millones mundiales para no dar pérdidas. Y eso, conociendo el historial de Anderson, es como pedirle peras al olmo.
He repasado toda su filmografía y sus números son los de un cineasta de culto, no de taquillazos. «Magnolia» hizo 48 millones, «Punch-Drunk Love» apenas 25. Son obras maestras, pero comercialmente… bueno, digamos que no hacen saltar las alarmas de alegría en los despachos de los estudios.
Pero esta vez tiene a DiCaprio, y eso cambia la ecuación completamente. El tío sigue siendo una máquina de hacer dinero, especialmente en mercados internacionales. Además, la distribución en IMAX y 70mm puede inflar la recaudación por espectador. Cada entrada premium cuenta el doble.
El experimento que puede cambiar Hollywood
En mis años analizando la industria, pocas veces he visto un proyecto que sea tan claramente una prueba de fuego para el futuro del cine de autor. Hollywood está acojonado, perdón por la expresión, y se refugia en secuelas y remakes como si no hubiera mañana.
Una película original de 130 millones dirigida por un cineasta de autor es prácticamente un unicornio en 2024. Las críticas iniciales son espectaculares, con puntuaciones que rozan la perfección, pero ya sabemos que eso no garantiza nada en taquilla.
El reparto es inteligente: DiCaprio como gancho principal, Benicio Del Toro para darle peso actoral, y Teyana Taylor y Regina Hall para conectar con audiencias más diversas. Es una estrategia que sobre el papel funciona, pero el público tiene la última palabra.
La prueba definitiva
He visto proyectos similares hundirse por apostar demasiado alto, y otros triunfar contra todo pronóstico. «One Battle After Another» se ha convertido en el test definitivo: ¿quiere el público cine original y ambicioso, o prefiere lo seguro y conocido?
Si funciona, veremos más estudios apostando por directores visionarios. Si fracasa, podemos despedirnos de este tipo de experimentos durante una buena temporada. Los ejecutivos tienen memoria de elefante para los fracasos y de pez para los éxitos arriesgados.
Los primeros indicadores son prometedores. La expectación está ahí, la cobertura mediática es brutal y el boca a boca inicial suena bien. Pero hasta que no veamos las cifras del primer fin de semana, todo son especulaciones.
El veredicto está en nuestras manos
La industria está en un momento crucial, y esta película podría marcar un antes y un después. No solo por su calidad, que parece fuera de toda duda, sino por demostrar si hay mercado para la ambición creativa en tiempos de conservadurismo extremo.
Cuando DiCaprio y Anderson se alían para defender la importancia de la taquilla, no están hablando solo de pasta. Están hablando de si el cine que amamos tiene futuro o si vamos a condenarnos a una dieta eterna de superhéroes y remakes.
Los números, como siempre, tendrán la última palabra. Pero esta vez, más que nunca, esos números van a decidir mucho más que el éxito de una película. Van a decidir qué tipo de cine queremos ver en los próximos años.
Y eso, amigos, es algo que merece toda nuestra atención y, sobre todo, nuestras entradas de cine.

