🦖 Jurassic World: Rebirth — Cuando la ciencia se queda sin alma

Jurassic World: Rebirth deslumbra visualmente, pero se queda sin alma. Acción sin riesgo, personajes planos y cero evolución real en la historia de la franquicia.

✍🏻 Por Alex Reyna

julio 10, 2025
Dinosaurio gigante rugiendo en la jungla

No sé si fue la nostalgia o la promesa de una nueva era lo que me llevó al cine con tantas ganas. Quizás las dos. Porque si hay una franquicia que marcó mi infancia y mi obsesión por los futuros imposibles, esa es Jurassic Park. Spielberg nos enseñó que el verdadero asombro no estaba en los dinosaurios en sí, sino en lo que representaban: el poder de la ciencia descontrolada, el choque entre naturaleza y tecnología, el precio de jugar a ser dioses.

Jurassic World: Rebirth, lamentablemente, no entiende eso. O al menos, no sabe transmitirlo.

La película comienza con una premisa que tenía todo el potencial del mundo: una nueva generación de científicos, una corporación rival con agendas poco claras, y un intento de “rehacer” el sueño del parque jurásico con nuevas herramientas tecnológicas. En el papel, suena bien. Pero en pantalla, todo se queda en un ejercicio de repetición: lo mismo de siempre, con gráficos más bonitos y personajes menos memorables.

Un mundo espectacular… pero vacío

No se puede negar que la película es visualmente impactante. La recreación de los dinosaurios —tanto los clásicos como los nuevos híbridos— es impresionante. El diseño de escenarios, la integración con entornos reales, la iluminación… todo cumple. Es uno de esos blockbusters donde puedes pausar casi cualquier fotograma y sacarlo de fondo de pantalla.

Pero el problema no está en la forma, sino en el fondo. Cada vez que se insinúa que va a haber una reflexión profunda sobre bioética, sobre los límites del control humano o sobre las consecuencias ecológicas del experimento original, la historia da un giro hacia lo seguro: una persecución, una explosión, un rugido.

Es frustrante. Porque uno siente que había intención, que había ideas ahí debajo, esperando salir a la superficie. Pero alguien —el estudio, el guionista, el algoritmo de streaming— decidió que mejor no arriesgar, que la gente viene a ver monstruos gigantes y ya.

Personajes sin alma

Uno de los grandes fallos de Rebirth está en su reparto. No porque actúen mal, sino porque están escritos con el piloto automático. Tenemos al científico brillante pero emocionalmente torpe. A la joven idealista que representa “el futuro”. Al empresario sin escrúpulos. Y, por supuesto, al protagonista de acción con pasado oscuro y una relación no resuelta. Todo eso suena familiar, ¿verdad?

La película parece tan preocupada por mover la trama que se olvida de construir personas. Nadie cambia. Nadie aprende. Nadie tiene un arco emocional real. Hay una escena en concreto —sin spoilers— que debería haber sido un punto de inflexión emocional para uno de los personajes… y pasa sin pena ni gloria. Como si solo estuvieran tachando casillas en una checklist narrativa.

Y lo peor es que Jurassic Park, incluso en su época, ya nos había demostrado que se puede tener emoción, espectáculo y personajes creíbles a la vez. Aquí, sin embargo, todo es funcional. Correcto. Pero carente de alma.

¿Y la ciencia ficción?

Lo que más me molesta no es que la película sea predecible. Es que se atreve a llamarse “Rebirth” sin nacer realmente en ningún lado. Se anuncia como un renacer de la franquicia, una vuelta a lo esencial, una mirada fresca… y termina siendo un refrito, un reciclaje de ideas antiguas con envoltorio nuevo.

Como fan de la ciencia ficción, me cuesta no imaginar todo lo que Rebirth pudo haber sido. ¿Qué pasa cuando la clonación ya no es solo de dinosaurios, sino de personas? ¿Qué pasa cuando la naturaleza empieza a adaptarse a estos nuevos depredadores como si fueran parte del ecosistema? ¿Qué ocurre cuando un mundo entero ha nacido con la presencia de estos animales como norma, no como accidente? Nada de eso se explora con profundidad. Apenas se menciona.

La película tenía la oportunidad de ampliar el universo, de lanzar preguntas que incomodaran, de alejarse del formato parque temático. Pero no. Volvemos a los mismos clichés: humanos corriendo, dinosaurios rugiendo, helicópteros estrellándose.

Lo bueno (porque algo hay)

No todo es negativo. Hay momentos visuales que funcionan como set pieces espectaculares. Hay un par de escenas con tensión bien medida. El diseño de algunos dinosaurios nuevos es original. La banda sonora, sin ser inolvidable, tiene pasajes que homenajean con respeto los temas clásicos.

Y hay algo que se agradece: el intento —aunque fallido— de desligarse del reparto anterior. La película no se apoya en cameos fáciles ni en nostalgia barata (al menos no demasiado). Intenta, por momentos, tener una identidad propia.

Pero claro… intentar no es lograr.


Veredicto final

Jurassic World: Rebirth es una película hecha con oficio, pero sin ambición. Funciona como entretenimiento de verano. Te da tus dosis de adrenalina, tus criaturas gigantes, tus momentos de “¡cuidado detrás de ti!”. Pero si esperas algo más —algo que te remueva, que te haga pensar, que te reconecte con la maravilla de la primera vez que viste un dinosaurio en pantalla—, saldrás decepcionado.

Y eso, viniendo de una saga que nació de la fascinación por lo imposible, duele.



Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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