• «The Smashing Machine» marca el peor estreno en taquilla de la carrera de Dwayne Johnson con apenas 5,9 millones de dólares frente a un presupuesto de 50 millones.
• A pesar del fracaso comercial, la película ha recibido críticas positivas y podría posicionar a Johnson para una nominación al Oscar por primera vez en su carrera.
• Este tropiezo demuestra que ni siquiera las estrellas más taquilleras están blindadas contra los riesgos del cine dramático independiente.
¿Qué ocurre cuando una de las estrellas más rentables de Hollywood se estrella contra la realidad implacable de la taquilla? La respuesta tiene nombre y apellidos: Dwayne «The Rock» Johnson acaba de vivir el fin de semana más duro de su carrera cinematográfica, y no precisamente por los golpes que reparte en pantalla.
Los números no mienten, y en este caso cuentan una historia fascinante sobre los límites del star power en la industria actual. Porque cuando un actor que ha movido miles de millones en taquilla se enfrenta a su mayor fracaso comercial, las cifras revelan verdades incómodas sobre el negocio del entretenimiento.
El golpe más duro no vino del ring
«The Smashing Machine» ha conseguido algo que parecía imposible: hacer que Dwayne Johnson experimente su peor estreno en taquilla. Con apenas 5,9 millones de dólares recaudados en su fin de semana de apertura, esta película biográfica sobre el luchador de MMA Mark Kerr se ha convertido en un caso de estudio perfecto sobre cómo incluso las estrellas más consolidadas pueden estrellarse contra las expectativas del mercado.
Y vaya si se han estrellado. Las previsiones iniciales apuntaban a una recaudación de entre 8 y 15 millones de dólares, cifras ya modestas para los estándares de Johnson. La realidad ha sido aún más cruda.
Con un presupuesto estimado de 50 millones de dólares, cortesía de A24, los números pintan un panorama financiero que haría llorar a cualquier ejecutivo de estudio. Estamos hablando de un actor cuyas películas han generado más de 10.000 millones de dólares a nivel mundial.
Desde «Fast & Furious» hasta «Jumanji», pasando por «Black Adam», Johnson había demostrado una capacidad casi infalible para atraer audiencias masivas. Hasta ahora.
Cuando el drama se encuentra con la realidad comercial
El fracaso de «The Smashing Machine» ilustra una tendencia que llevo años observando: la creciente dificultad para que el cine dramático encuentre su público en salas. A24, conocida por producciones como «Everything Everywhere All at Once» o «Moonlight», apostó fuerte por esta biografía protagonizada por Johnson y Emily Blunt.
El mercado ha respondido con un silencio ensordecedor.
La película narra la historia de Mark Kerr, una figura legendaria en el mundo de las artes marciales mixtas cuya carrera estuvo marcada tanto por el éxito como por las adicciones. En teoría, tenía todos los ingredientes para funcionar: una estrella global, una historia real fascinante, y el respaldo de una productora prestigiosa.
Pero aquí viene lo interesante: los datos demuestran que el público no siempre sigue a sus estrellas favoritas cuando estas se aventuran fuera de su zona de confort. Johnson, acostumbrado a los blockbusters de acción y las comedias familiares, se enfrentaba al desafío de convencer a su audiencia habitual de que lo siguieran a un territorio más oscuro y complejo.
Spoiler: no funcionó.
La respuesta de The Rock: clase magistral de gestión de crisis
Lo que más me ha llamado la atención de toda esta situación no son las cifras en sí, sino la reacción de Johnson ante el fracaso. En lugar de esconderse o buscar excusas, el actor ha demostrado una madurez profesional admirable a través de sus redes sociales.
En un emotivo post de Instagram, Johnson reflexionaba: «En nuestro mundo narrativo, no puedes controlar los resultados de taquilla, pero lo que he descubierto es que sí puedes controlar tu interpretación y tu compromiso de desaparecer completamente e ir a otro lugar».
Esta respuesta revela algo fundamental sobre la evolución de Johnson como artista. Ya no se trata solo del tipo duro que salva el mundo en películas de 200 millones de dólares.
Aquí vemos a un actor dispuesto a asumir riesgos creativos, aunque eso signifique enfrentarse a la posibilidad del fracaso comercial. Y eso, amigos, tiene mérito.
El lado positivo: críticas y posibles nominaciones
Paradójicamente, mientras los números de taquilla han sido desastrosos, la recepción crítica ha sido considerablemente más favorable. Los especialistas han elogiado la interpretación de Johnson, sugiriendo incluso que podría estar en la conversación para una nominación al Oscar.
Esta dicotomía entre éxito crítico y fracaso comercial no es nueva en Hollywood, pero resulta especialmente significativa cuando afecta a una estrella de la magnitud de Johnson.
Demuestra que el reconocimiento artístico y el éxito comercial no siempre van de la mano, especialmente en un mercado cada vez más polarizado.
La transformación física y emocional de Johnson para interpretar a Mark Kerr ha sido ampliamente reconocida. Alejándose de su imagen habitual de héroe invencible, el actor ha explorado la vulnerabilidad y la complejidad humana de una manera que muchos críticos consideran reveladora.
Lecciones de una taquilla implacable
Este caso nos enseña varias lecciones valiosas sobre el estado actual de la industria cinematográfica.
En primer lugar, que el star power tiene límites más definidos de lo que muchos ejecutivos quisieran admitir. El público de Johnson, acostumbrado a espectáculos de gran presupuesto, no necesariamente lo seguirá a territorios más íntimos.
En segundo lugar, la importancia del marketing y el posicionamiento. A24 es una marca respetada en círculos cinéfilos, pero su alcance masivo es limitado comparado con los grandes estudios.
La estrategia de distribución y promoción claramente no logró conectar con el público general.
Finalmente, este fracaso subraya la crisis del cine dramático en salas. Mientras las plataformas de streaming devoran este tipo de contenido, las audiencias teatrales parecen cada vez más reticentes a apostar por dramas, independientemente de quién los protagonice.
El futuro después del tropiezo
A pesar de este revés, sería prematuro escribir el obituario de la carrera dramática de Johnson. Hollywood está lleno de ejemplos de actores que necesitaron varios intentos antes de encontrar su lugar en el cine serio.
Will Smith, Matthew McConaughey, o más recientemente Adam Sandler, han demostrado que la transición es posible, aunque no siempre inmediata.
La clave estará en cómo Johnson y su equipo interpreten estas cifras. ¿Volverá corriendo a la seguridad de los blockbusters, o utilizará esta experiencia como trampolín hacia proyectos más arriesgados?
Su respuesta pública sugiere que está dispuesto a seguir explorando, lo cual es prometedor tanto para su evolución artística como para la diversidad del panorama cinematográfico.
«The Smashing Machine» puede haber sido un fracaso comercial, pero también representa algo valioso: la voluntad de una superestrella de arriesgar su capital de taquilla en nombre del arte.
En una industria obsesionada con las fórmulas seguras, esa valentía merece reconocimiento, independientemente de los números del fin de semana de estreno.
Al final del día, los 5,9 millones de dólares de «The Smashing Machine» cuentan una historia más compleja que un simple fracaso. Hablan de un actor en transición, de una industria en cambio, y de un público que aún está decidiendo qué tipo de entretenimiento quiere consumir en las salas de cine.
Y esa, queridos lectores, es una historia que vale la pena seguir.