¿Superman habla de Oriente Medio? Gunn dice no. Tú decides…

Gunn niega paralelos con Israel‑Palestina en su Superman. El público ve metáforas políticas y la “muerte del autor” reabre el debate sobre intención y lectura.

✍🏻 Por Mario Ortega

septiembre 30, 2025

• James Gunn niega que su Superman esté inspirado en el conflicto israelo-palestino, pese a las evidentes similitudes que muchos espectadores han identificado.

• Como seguidor de DC desde hace décadas, creo que esta controversia demuestra la madurez narrativa que el universo DC ha alcanzado bajo la dirección de Gunn.

• La teoría de «La muerte del autor» cobra especial relevancia aquí: una vez publicada, la obra pertenece tanto al creador como al público que la interpreta.

Cuando James Gunn decidió que Superman intervendría en un conflicto bélico entre dos naciones ficticias, probablemente no imaginaba que estaría generando uno de los debates más fascinantes sobre interpretación artística en el cine de superhéroes moderno.

La polémica ha surgido porque muchos espectadores ven claros paralelismos entre la guerra que presenta la película y el conflicto israelo-palestino, algo que el director niega categóricamente.

Como alguien que ha seguido la evolución de Superman desde los cómics de los años 40 hasta las adaptaciones más recientes, me parece fascinante cómo este personaje sigue siendo un espejo perfecto de nuestros dilemas contemporáneos. Esta situación nos plantea una pregunta fundamental: ¿importa realmente lo que el autor pretendía decir, o es más relevante lo que el público interpreta?

El conflicto que divide opiniones

En la nueva película de Gunn, Superman se ve obligado a intervenir en una guerra entre Boravia, una poderosa nación aliada de Estados Unidos, y Jarhanpur, un país menos desarrollado militarmente.

La trama presenta a Boravia como el agresor que invade territorio de Jarhanpur, creando un escenario que muchos espectadores han interpretado como una alegoría del conflicto en Oriente Medio.

El propio Superman pronuncia una frase que ha generado mucho debate: «Que Jarhanpur sea un país imperfecto no le da derecho a otra nación a invadirlo». Esta declaración, cargada de implicaciones geopolíticas, ha alimentado las especulaciones sobre las verdaderas intenciones narrativas del filme.

Gunn ha sido categórico en su defensa, asegurando que «absolutamente el 100% de esa película fue escrita y terminada antes de que ocurriera nada entre Israel y Palestina». Según el director, el guión estaba completado en mayo de 2023, meses antes de la escalada del conflicto en octubre.

Personalmente, creo a Gunn. He seguido su trabajo desde sus días en Marvel, y su proceso creativo suele ser muy meticuloso y planificado con años de antelación.

Cuando la interpretación supera la intención

Aquí es donde entra en juego la fascinante teoría de «La muerte del autor» de Roland Barthes. Una vez que una obra ve la luz, su significado ya no pertenece exclusivamente a quien la creó, sino que se construye a través de la interpretación del público.

En el contexto del cine de superhéroes, esto cobra especial relevancia. Superman no es solo un personaje; es un símbolo cultural que ha evolucionado durante más de ocho décadas.

Desde sus orígenes luchando contra la corrupción durante la Gran Depresión hasta las reflexiones sobre el poder en «Man of Steel» de Snyder, el Hombre de Acero ha servido como vehículo para explorar los dilemas de cada época.

La belleza de esta situación radica en que ambas perspectivas pueden coexistir. Gunn puede haber creado una historia sobre naciones ficticias sin intención de comentar conflictos específicos, pero eso no invalida que el público encuentre resonancias con situaciones reales.

Superman como espejo de nuestro tiempo

Lo que más me llama la atención es cómo Superman siempre ha funcionado mejor cuando aborda temas complejos sin ofrecer soluciones simplistas.

Recordemos cómo Christopher Reeve navegó la Guerra Fría en «Superman IV» (pese a sus problemas de producción), o cómo Snyder exploró las consecuencias del poder absoluto en su trilogía. Cada interpretación del personaje ha reflejado las preocupaciones de su momento histórico.

En este caso, independientemente de las intenciones de Gunn, su película está generando conversaciones necesarias sobre intervención internacional, justicia y responsabilidad moral. ¿No es eso exactamente lo que debería hacer un buen filme de Superman?

La controversia también nos recuerda que vivimos en una época donde es imposible crear arte en el vacío. Los creadores, por muy aislados que crean estar de los acontecimientos mundiales, inevitablemente absorben y reflejan el zeitgeist de su tiempo.

Quizás Gunn no pensara conscientemente en Oriente Medio, pero es difícil imaginar que las tensiones globales no influyeran de alguna manera en su narrativa.

Al final, esta polémica demuestra algo hermoso sobre el poder del cine de superhéroes: su capacidad para generar debates profundos sobre temas que van mucho más allá del entretenimiento.

James Gunn puede insistir en que su historia es puramente ficticia, pero el público tiene todo el derecho a encontrar en ella ecos de nuestra realidad más compleja.

Como fan de DC que ha visto evolucionar este universo a través de múltiples interpretaciones, creo que Gunn ha logrado algo que pocos directores consiguen: crear una obra que trasciende sus intenciones originales para convertirse en algo más grande.

Un espejo donde cada espectador puede ver reflejadas sus propias preocupaciones sobre el estado del mundo. Y eso, independientemente de las controversias, es la marca de un Superman verdaderamente relevante para nuestro tiempo.


Valenciano de corazón, fan de DC y de los desayunos largos. Me gusta el cine que emociona, pero más aún el que te deja pensando.

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