• KPop: Demon Hunters ha conquistado Netflix fusionando música, acción sobrenatural y crecimiento personal de una forma que me recuerda por qué me enamoré perdidamente de la animación.
• Como alguien que llora tanto con slice of life como con épicas batallas, creo firmemente que esta serie demuestra el poder único de la animación para explorar temas profundos sin perder ni un ápice de diversión.
• Estas 10 películas animadas comparten esa misma magia palpitante: historias sobre encontrar tu lugar en el mundo, el poder transformador de la música y la importancia sagrada de la comunidad.
¿Habéis terminado de ver KPop: Demon Hunters y os habéis quedado con ese vacío existencial que solo deja una buena serie? Yo también, y no me da ni pizca de vergüenza admitir que me he emocionado como una cría viendo cómo estos personajes luchan contra demonios mientras lidian con sus propias inseguridades.
Es esa combinación perfecta de acción trepidante y momentos íntimos que me recuerda exactamente por qué me enamoré de la animación en primer lugar. Me pasa lo mismo cuando veo una película de Ghibli o cuando Madhouse me destroza emocionalmente con alguna de sus obras maestras.
La serie ha conseguido algo que no es nada fácil: mezclar la cultura del K-pop con elementos sobrenaturales sin que suene forzado ni artificial. Y eso me ha hecho reflexionar sobre todas esas películas animadas que, de alguna manera, comparten esa misma magia especial.
Películas que entienden que la música no es solo banda sonora, sino que puede ser un personaje más, un catalizador de emociones y transformaciones. Así que he preparado esta lista pensando en todos vosotros que, como yo, necesitáis llenar ese vacío que deja una buena serie cuando termina.
Belle (2021): Cuando la música te transforma por completo
Mamoru Hosoda nunca me decepciona, y Belle es la prueba perfecta de por qué este director es uno de mis favoritos absolutos. Esta reimaginación de La Bella y la Bestia en un mundo virtual llamado «U» es visualmente impresionante, pero lo que realmente me llegó al alma fue cómo explora la identidad a través de la música.
Suzu, nuestra protagonista, encuentra su voz literal y metafóricamente en este universo digital donde se convierte en Belle, una cantante famosa. Es imposible no ver las conexiones con KPop: Demon Hunters aquí.
Ambas historias entienden que la música puede ser tanto una máscara como una revelación, una forma de esconderse y de mostrarse al mundo al mismo tiempo. Me recuerda a esos momentos en los que el anime te hace reflexionar sobre tu propia identidad.
La animación de Studio Chizu es absolutamente sugoi, especialmente en las secuencias musicales que te dejan literalmente sin aliento. Y no puedo evitar pensar en cómo tanto Belle como los protagonistas de KPop: Demon Hunters usan la música como una forma de conectar con otros, de sanar heridas y de enfrentarse a sus miedos más profundos.
Big Hero 6 (2014): Superhéroes con corazón de nakama
Disney Animation Studios nos regaló algo especial con Big Hero 6, y aunque no tenga música como elemento central, comparte con KPop: Demon Hunters esa hermosa exploración de la amistad y la responsabilidad que viene con el poder.
Hiro y Baymax me robaron el corazón desde el primer momento, y su relación me recuerda a esas dinámicas de grupo que tanto me gustan en el anime. Esa sensación de nakama, de familia elegida, que es tan poderosa en las mejores historias.
La forma en que Hiro procesa el duelo y encuentra una nueva familia en su equipo de superhéroes tiene ecos de cómo los personajes de KPop: Demon Hunters se apoyan mutuamente mientras luchan contra fuerzas que los superan.
La película también comparte esa estética vibrante y colorida que hace que cada frame sea un placer visual. San Fransokyo es un mundo que mezcla culturas de forma orgánica, algo que también vemos en la serie de Netflix con su fusión de elementos coreanos y sobrenaturales.
Spider-Man: Into the Spider-Verse (2018): Revolución visual y emocional
Si hay una película que ha cambiado para siempre mi percepción de lo que puede hacer la animación, es Spider-Man: Into the Spider-Verse. Sony Pictures Animation creó algo que va más allá de ser visualmente innovador: es emocionalmente revolucionario.
Miles Morales y su viaje para convertirse en Spider-Man comparte con KPop: Demon Hunters esa sensación de «no estoy preparado para esto, pero tengo que hacerlo». Es esa misma vulnerabilidad que me hace llorar con los slice of life más tiernos.
La película entiende que crecer duele, que aceptar responsabilidades da miedo, pero que al final, encontrar tu propia versión de ser héroe es lo que realmente importa.
La banda sonora, con temas como «Sunflower» y «What’s Up Danger», funciona como elemento narrativo, no solo como acompañamiento. Cada canción amplifica las emociones y marca momentos clave en el desarrollo de Miles, algo que KPop: Demon Hunters hace magistralmente con sus números musicales.
La técnica de animación me recuerda a por qué admiro tanto el trabajo de estudios como MAPPA cuando experimentan con estilos visuales únicos.
Trolls World Tour (2020): El poder unificador de la música
Admito que Trolls World Tour no estaba en mi radar inicialmente, pero DreamWorks Animation me sorprendió gratamente con esta secuela que toma la música muy en serio. La premisa de diferentes tribus musicales que deben unirse para salvar su mundo resuena perfectamente con los temas de KPop: Demon Hunters.
Poppy y Branch enfrentan el desafío de entender que la diversidad musical (y cultural) es una fortaleza, no una amenaza. Es una lección que los protagonistas de la serie de Netflix también aprenden mientras navegan entre sus identidades como ídolos del K-pop y cazadores de demonios.
La película celebra géneros musicales desde el pop hasta el heavy metal, pasando por el country y el reggaeton, mostrando que cada estilo tiene su lugar y su poder.
Es esa misma inclusividad y respeto por la diversidad que hace que KPop: Demon Hunters se sienta tan auténtico y universal. Me recuerda a cómo el anime puede abrazar géneros completamente diferentes y encontrar belleza en todos ellos.
Turning Red (2022): Fandom, amistad y transformación
Pixar me hizo llorar otra vez con Turning Red, y no me sorprende en absoluto. Domee Shi dirigió una película que entiende perfectamente la experiencia del fandom, algo que cualquier fan de KPop: Demon Hunters reconocerá inmediatamente.
Mei y sus amigas obsesionadas con 4*Town me recordaron a mí misma descubriendo el anime por primera vez. Esa pasión pura, esa necesidad de compartir lo que amas con tus amigos, esa forma en que la música y los ídolos pueden ayudarte a entender quién eres…
Todo eso está presente tanto en la película como en la serie. Es esa sensación kawaii pero profunda que solo ciertas historias logran capturar.
La transformación literal de Mei en panda rojo funciona como metáfora perfecta de la adolescencia, pero también de cómo a veces nuestras «transformaciones» más importantes vienen acompañadas de música, de comunidad, de personas que nos entienden sin juzgarnos.
Perfect Blue (1997): La cara oscura de la fama
Tengo que incluir Perfect Blue de Satoshi Kon porque, aunque es mucho más madura y perturbadora, explora temas que KPop: Demon Hunters toca de forma más ligera pero igualmente importante: la identidad, la fama y el precio del éxito.
Mima, una idol que intenta reinventarse como actriz, enfrenta una crisis de identidad que se vuelve literal y aterradora. Madhouse produjo una obra maestra que sigue siendo relevante décadas después, especialmente en nuestra era de redes sociales y cultura de celebridades.
Aunque el tono es completamente diferente, ambas obras entienden que ser una figura pública, especialmente en la industria del entretenimiento, conlleva sacrificios y desafíos únicos.
La diferencia es que KPop: Demon Hunters encuentra esperanza y comunidad donde Perfect Blue encuentra aislamiento y paranoia. Ambos enfoques son válidos y necesarios para entender la complejidad de la fama moderna.
Más allá de la superficie: La magia compartida
Lo que todas estas películas comparten con KPop: Demon Hunters es algo que va más allá de los elementos superficiales como la música o la acción. Todas entienden que las mejores historias son aquellas que nos permiten ver reflejadas nuestras propias luchas, nuestros propios sueños, nuestras propias transformaciones.
Ya sea Suzu encontrando su voz en Belle, Miles aprendiendo a ser Spider-Man, o Mei aceptando su panda rojo, estas historias nos recuerdan que crecer es un proceso continuo.
Nos enseñan que la identidad es fluida, y que la música, la amistad y la comunidad pueden ser nuestros mejores aliados en ese viaje. Es la misma lección que he aprendido viendo anime durante años.
Cada una de estas películas, a su manera, celebra el poder transformador del arte y la importancia de encontrar tu tribu. Son historias que nos dicen que está bien ser diferente, que está bien tener miedo, pero que al final, lo que realmente importa es tener el valor de ser auténtico.
El poder universal de la animación
Si KPop: Demon Hunters os ha llegado al corazón como me llegó a mí, estas películas os van a encantar. Cada una ofrece su propia perspectiva sobre temas universales, pero todas comparten esa magia especial que solo la animación puede ofrecer.
Esa capacidad de hacer que lo imposible se sienta completamente real y emocionalmente verdadero. Es lo mismo que siento cuando veo una película de Ghibli o cuando MAPPA me destroza con una secuencia de acción perfectamente coreografiada.
Así que coged las palomitas, preparad los pañuelos (porque seguramente vais a llorar con alguna), y dejad que estas historias os transporten.
Al final del día, todas son recordatorios de que la música, la amistad y un poco de magia pueden ayudarnos a superar cualquier demonio, literal o metafórico, que se cruce en nuestro camino.
Y si me disculpáis, creo que voy a volver a ver Belle otra vez. Porque a veces necesitas una buena sesión de llanto con una película hermosa, y no hay absolutamente nada de malo en eso