Por qué Toy Story (1995) DESTRUYÓ para siempre el cine de animación tradicional

Celebra con Pixar el legado de Toy Story, la joya que redefinió la animación digital. Evento especial 12/9, anticipando el esperado Toy Story 5.

✍🏻 Por Tomas Velarde

julio 21, 2025
Dos juguetes discuten en la cama

• Pixar celebra el 30º aniversario de Toy Story con una proyección especial el 12 de septiembre, reconociendo la obra que revolucionó para siempre el cine de animación digital.

• Esta película demostró que la verdadera innovación cinematográfica reside en servir a la narrativa con nuevos lenguajes, no en el mero espectáculo técnico.

• El evento anticipa Toy Story 5 (junio 2026) y confirma la perdurable relevancia de una saga que mantiene la integridad artística del universo original.

Hay fechas que trascienden su época y se convierten en hitos del séptimo arte. El 22 de noviembre de 1995 marcó el nacimiento de una nueva era cinematográfica.

Cuando John Lasseter dirigió aquella primera aventura de Woody y Buzz Lightyear, pocos imaginaban que presenciaban una revolución que cambiaría para siempre el cine de animación.

Treinta años después, Pixar rinde homenaje a su obra fundacional con una proyección especial que nos invita a reflexionar sobre la evolución del medio. Esta celebración trasciende la nostalgia; reconoce una película que, como los grandes clásicos de Hollywood, supo combinar innovación técnica con narrativa universal.

La decisión de llevar Toy Story a las salas el 12 de septiembre responde a algo más profundo que una estrategia comercial. Se trata del reconocimiento de una obra que, al igual que El ciudadano Kane revolucionó el lenguaje cinematográfico, transformó las posibilidades expresivas de la animación.

Recuerdo vívidamente mi primera experiencia con Toy Story en 1995. Como crítico acostumbrado al cine clásico, inicialmente mostré cierto escepticismo hacia la animación digital. Sin embargo, la película me conquistó por su respeto absoluto a los principios fundamentales del buen cine.

Lasseter, junto a Pete Docter y Andrew Stanton, no se limitaron a explorar las posibilidades técnicas. Construyeron una narrativa que dialogaba con los miedos universales del abandono y la obsolescencia, temas que resuenan tanto en adultos como en niños.

La recaudación inicial de 244,6 millones de dólares puede parecer modesta hoy, pero debemos contextualizarla. En 1995, el público se enfrentaba a un lenguaje visual completamente nuevo.

La textura plástica de los juguetes, la precisión de cada movimiento, la iluminación digital: todo constituía una gramática cinematográfica inédita.

Lo que más admiro de Toy Story es cómo la puesta en escena nunca se subordina al espectáculo técnico. Cada encuadre está justificado narrativamente.

La secuencia en casa de Sid funciona como un perfecto ejercicio de suspense hitchcockiano, donde la tensión se construye a través del montaje y la planificación, no mediante efectos gratuitos.

La franquicia ha demostrado una coherencia artística notable. Cada entrega posterior ha mantenido la integridad del universo original, algo que no siempre ocurre en las sagas contemporáneas.

La próxima Toy Story 5, programada para el 19 de junio de 2026, promete continuar esta tradición bajo la dirección de Andrew Stanton y la codirección de McKenna Harris.

El regreso de Tom Hanks, Tim Allen y Joan Cusack garantiza la continuidad interpretativa que tanto valoramos los cinéfilos. Sus voces se han convertido en parte indisociable de estos personajes.

Esta relación simbiótica entre intérprete y creación recuerda a los grandes dúos actor-director del cine clásico.

Las incorporaciones de Conan O’Brien y Ernie Hudson sugieren una expansión cuidadosa del universo narrativo. En animación, como en cualquier género, el casting vocal requiere la misma precisión que la dirección de actores en imagen real.

Esta proyección especial nos brinda la oportunidad de reevaluar Toy Story con tres décadas de perspectiva. Podremos apreciar cómo aquellos pioneros lograron que la innovación técnica sirviera al propósito narrativo.

La experiencia de verla en pantalla grande, treinta años después, será reveladora. Nos permitirá redescubrir una obra que ha ganado en profundidad y significado.

Como ocurre con todos los grandes clásicos, cada visionado descubre nuevas capas de sentido que habían permanecido ocultas.

Esta celebración no es solo un homenaje al pasado, sino una invitación a reflexionar sobre el futuro del cine de animación. Toy Story nos enseñó que la verdadera revolución cinematográfica reside en contar historias universales con nuevos lenguajes.

Una lección que, tres décadas después, sigue siendo tan relevante como el primer día.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

{"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}
>