Por qué The Walking Dead: Daryl Dixon es el espejo más brutal de 2024

Explora cómo diferentes culturas procesan el colapso civilizatorio en Europa en la emocionante nueva temporada. ¡Descubre la odisea final!

✍🏻 Por Alex Reyna

julio 29, 2025
Dos personas mirando al horizonte con fuego atrás

• La tercera temporada de The Walking Dead: Daryl Dixon transforma Europa en un laboratorio narrativo donde explorar cómo diferentes culturas procesan el colapso civilizatorio.

• Como espectador que pausó Arrival para reflexionar sobre el lenguaje, encuentro fascinante cómo la serie utiliza el viaje como metáfora del desarraigo contemporáneo.

• AMC confirma una cuarta temporada final, sugiriendo que esta odisea europea tendrá un cierre definitivo tras años expandiendo el universo zombie.

Hay algo profundamente humano en la búsqueda del hogar perdido. Desde Ulises navegando hacia Ítaca hasta Luke Skywalker contemplando los soles gemelos de Tatooine, la humanidad ha encontrado en el regreso una de sus narrativas más poderosas. The Walking Dead: Daryl Dixon parece haber comprendido esto, transformando lo que podría ser una extensión comercial en algo más reflexivo: una meditación sobre qué significa «hogar» cuando el mundo conocido ha dejado de existir.

El nuevo tráiler nos presenta a Daryl y Carol navegando por un Londres post-apocalíptico antes de naufragar en costas españolas. No es casualidad que la serie haya elegido Europa como escenario. Mientras las temporadas anteriores se centraban en supervivencia inmediata, esta expansión geográfica permite algo más ambicioso: examinar cómo diferentes sociedades han respondido al colapso.

Me recuerda a Blade Runner 2049, donde los paisajes desolados no son solo decorado, sino espejos de la condición humana. Aquí, cada territorio europeo que atraviesan representa una versión diferente de cómo la humanidad ha procesado su propia extinción.

La incorporación de Stephen Merchant añade una capa intrigante. Su presencia sugiere que la serie no se conforma con ser espectáculo zombie en paisajes europeos, sino que busca examinar cómo supervivientes de diferentes trasfondos culturales han adaptado sus estrategias de supervivencia.

Lo fascinante del planteamiento es cómo utiliza el concepto del viaje como vehículo narrativo. La sinopsis oficial menciona que «el camino los lleva más lejos, conduciéndolos a través de tierras distantes con condiciones siempre cambiantes». Esta descripción evoca las grandes odiseas literarias, pero plantea una pregunta más contemporánea: ¿qué ocurre cuando el concepto mismo de «hogar» se vuelve obsoleto?

En un mundo donde las fronteras han perdido significado debido al colapso social, Daryl y Carol se convierten en arquetipos del refugiado moderno. Su travesía no es solo física, sino existencial. Como en Dune, donde el viaje por el desierto transforma tanto como el destino final.

La decisión de AMC de confirmar una cuarta temporada final, ya en producción en Madrid, sugiere planificación narrativa que va más allá del aprovechamiento comercial. Hay intención de cerrar esta historia definitivamente, algo poco común en una industria que tiende a exprimir las franquicias exitosas hasta el agotamiento.

El rodaje en localizaciones reales como Londres y Madrid añade autenticidad que contrasta con escenarios más controlados de temporadas anteriores. Estos espacios urbanos europeos, con su peso histórico y cultural, se convierten en personajes por derecho propio. Madrid, con su arquitectura que mezcla lo clásico y lo moderno, ofrece un telón perfecto para explorar la persistencia de la civilización frente a la barbarie.

Es de esas decisiones narrativas que me hacen pausar el episodio para reflexionar. Como cuando Her nos mostraba que la tecnología no nos deshumaniza, sino que revela nuestra humanidad más profunda.

La fecha de estreno del 7 de septiembre marca el regreso de una serie que ha evolucionado considerablemente. Lo que comenzó como supervivencia en el sur rural estadounidense se ha transformado en reflexión más amplia sobre la condición humana en crisis global.

Esta tercera temporada promete ser más que entretenimiento zombie. En un momento donde migraciones masivas, cambio climático e inestabilidad social dominan nuestras conversaciones, la historia de Daryl y Carol adquiere resonancias inesperadas. Su búsqueda del hogar se convierte en espejo de nuestras propias incertidumbres sobre el futuro.

Como espectador que se quedó días pensando en las implicaciones de Arrival sobre comunicación y tiempo, encuentro en esta propuesta algo similar: una oportunidad para reflexionar sobre qué elementos de nuestra humanidad persisten cuando todo se desmorona.

The Walking Dead: Daryl Dixon parece haber encontrado en Europa no solo nuevos escenarios, sino una oportunidad para examinar qué preservamos de nosotros mismos cuando el mundo desaparece. La serie nos recuerda que, incluso en paisajes desolados, la búsqueda de conexión y pertenencia sigue siendo el motor que nos impulsa.

Mientras esperamos el 7 de septiembre, cabe preguntarse si esta odisea europea logrará ofrecer algo más que espectáculo visual. Las mejores historias post-apocalípticas no tratan sobre el fin del mundo, sino sobre lo que elegimos conservar cuando ese mundo desaparece. En las calles de Madrid y los páramos españoles, Daryl y Carol tendrán la oportunidad de demostrar que algunas búsquedas trascienden incluso el apocalipsis.


Sobre Alex Reyna

Mi primer recuerdo de infancia es ver El Imperio Contraataca en VHS. Desde entonces, la ciencia ficción ha sido mi lenguaje. He montado Legos, he visto Interstellar más veces de las que debería, y siempre estoy buscando la próxima historia que me vuele la cabeza. Star Wars, Star Trek, Dune, Nolan… si tiene naves o viajes temporales, cuenta conmigo.

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