• The Batman – Part II llegará en octubre de 2027 desarrollándose apenas unas semanas después de The Penguin, estableciendo una continuidad narrativa en tiempo real sin precedentes en el cine de superhéroes.
• Esta aproximación de Reeves me recuerda a los mejores arcos de Grant Morrison o Scott Snyder en los cómics, donde cada consecuencia se siente inmediatamente en la siguiente historia, creando un universo verdaderamente vivo.
• La ausencia de Catwoman y el ascenso inmediato de Penguin como nuevo señor del crimen prometen explorar las consecuencias no intencionadas de la justicia vigilante de una forma que ni siquiera Nolan se atrevió a intentar.
Hay algo profundamente refrescante en la forma en que Matt Reeves está construyendo su universo de Batman. Después de décadas viendo cómo el género de superhéroes salta años entre secuelas (como hizo Nolan entre Batman Begins y The Dark Knight) o reinicia cronologías constantemente (recordemos el caos del DCEU de Snyder), Reeves ha elegido algo mucho más arriesgado y cinematográficamente ambicioso: contar una historia en tiempo real.
Es como si estuviésemos presenciando una versión audiovisual de Batman: Año Uno de Frank Miller, pero extendida a lo largo de varios años de producción. Cada capítulo se conecta directamente con el anterior, sin esos convenientes saltos temporales que permiten a los guionistas esquivar las consecuencias narrativas.
La confirmación de que The Batman – Part II transcurrirá apenas unas semanas después de The Penguin no es solo una decisión narrativa; es una declaración de guerra contra la narrativa perezosa del cine de superhéroes actual.
Un Gotham sin respiro
Colin Farrell ha confirmado lo que muchos intuíamos: la secuela arrancará prácticamente donde termine la serie de HBO Max. Estamos hablando de noviembre o principios de diciembre en el calendario de Gotham, con Oswald «Oz» Cobb recién coronado como el nuevo emperador del crimen organizado.
Esta proximidad temporal significa que veremos a un Batman que debe enfrentarse inmediatamente a las consecuencias de sus propias acciones. No habrá ese cómodo montaje de entrenamiento que vimos en Batman Begins, ni esa pausa reflexiva que Snyder utilizaba entre sus actos narrativos.
Robert Pattinson tendrá que lidiar con un Gotham donde el equilibrio de poder criminal ha cambiado radicalmente, y donde cada decisión tomada en la primera película resuena directamente en la segunda.
Me recuerda a la estructura narrativa de The Long Halloween de Jeph Loeb, donde cada mes que pasa en Gotham trae consecuencias directas del anterior. Es el tipo de continuidad que hace que el universo se sienta orgánico y coherente, algo que el DCEU anterior nunca logró conseguir.
El momento perfecto para Penguin
Lo más inteligente de este salto temporal mínimo es cómo posiciona a Penguin como antagonista principal. Farrell ha demostrado en la serie que su Oz Cobb no es el villano operístico de Tim Burton ni el caricaturesco de los cómics más clásicos, sino un criminal genuinamente peligroso y políticamente astuto.
Con apenas unas semanas para consolidar su imperio, Penguin estará en su momento más vulnerable pero también más despiadado. Es el timing perfecto para que Batman intervenga, pero también el más complicado estratégicamente.
¿Cómo enfrentas a alguien que acaba de llenar un vacío de poder que tú mismo ayudaste a crear eliminando a Carmine Falcone?
Esta dinámica promete explorar uno de los temas más fascinantes y menos explorados del universo de Batman: las consecuencias no intencionadas de la justicia vigilante. Es algo que incluso Christopher Nolan apenas rozó en su trilogía, y que Zack Snyder abordó de forma más brutal pero menos matizada en Batman v Superman.
Una apuesta narrativa sin precedentes
La estrategia de Reeves de mantener la continuidad temporal es arriesgada pero brillante. Mientras el MCU salta décadas entre proyectos y el nuevo DCU de James Gunn promete reiniciar cronologías, este Batman evoluciona de forma completamente orgánica.
Recuerdo haber pensado algo similar cuando leí por primera vez Batman: Año Dos de Mike W. Barr en los ochenta. Esa sensación de que cada historia importaba, de que cada decisión tenía peso narrativo real.
La diferencia es que Reeves va un paso más allá al incluir las series de televisión en esta continuidad férrea. Es una apuesta por la narrativa serializada que podría redefinir completamente cómo se estructuran las historias de superhéroes en el cine.
El hecho de que The Batman – Part II no llegue hasta octubre de 2027 nos da tiempo para digerir completamente The Penguin y teorizar sobre las conexiones. Pero también significa que cuando llegue la película, la expectación será estratosférica.
La ausencia estratégica de Catwoman
Una de las decisiones más inteligentes de este salto temporal mínimo es la ausencia confirmada de Catwoman. Zoë Kravitz se ha mudado a Blüdhaven, dejando a Batman sin su aliada más cercana justo cuando más la necesitaría.
Esta decisión narrativa es brillante por múltiples razones. Primero, evita que la relación Batman-Catwoman se vuelva repetitiva o predecible. Segundo, fuerza a Batman a enfrentar solo las consecuencias de sus acciones previas.
Y tercero, abre la puerta para nuevos personajes y dinámicas que podrían incluir desde Robin hasta Red Hood, dependiendo de hacia dónde quiera llevar Reeves su universo.
La ausencia de Selina Kyle también significa que Batman tendrá que encontrar nuevas formas de infiltrarse en el submundo criminal de Gotham. Sin su conexión directa con ese mundo, tendrá que ser más creativo y posiblemente más brutal en sus métodos de investigación.
Es una decisión que me recuerda a cómo Frank Miller separó a Batman de sus aliados tradicionales en The Dark Knight Returns, forzándolo a redefinir sus métodos y su identidad.
El ecosistema narrativo del futuro
Lo que más me emociona de esta estructura narrativa es cómo establece las bases para un ecosistema de entretenimiento completamente nuevo. Si The Batman – Part II continúa inmediatamente después de The Penguin, ¿qué pasará con futuras temporadas de la serie?
Reeves está creando algo que hemos visto intentar en otros universos cinematográficos, pero nunca con esta precisión temporal y narrativa. Ni siquiera el MCU, con toda su planificación, se ha atrevido a mantener una continuidad tan estricta entre medios diferentes.
La clave estará en mantener la calidad narrativa sin que la continuidad se vuelva una carga creativa. El riesgo de las sagas interconectadas es que a veces la necesidad de conectar historias supera la necesidad de contar buenas historias individuales.
Pero si alguien puede conseguirlo, es Reeves. Su trabajo en El Planeta de los Simios demostró su capacidad para manejar narrativas complejas y emocionales dentro de universos establecidos.
Esta aproximación en tiempo real también significa que cada proyecto tiene consecuencias inmediatas y visibles. No hay forma de ignorar o minimizar los eventos de The Penguin en la película, lo que debería resultar en una narrativa más cohesiva y satisfactoria para los espectadores.
La decisión de Matt Reeves de mantener su universo de Batman en tiempo real representa una de las apuestas narrativas más ambiciosas del cine de superhéroes desde que Christopher Nolan decidió aterrizar el personaje en el mundo real. Al rechazar los saltos temporales tradicionales, está creando algo que se siente más como una novela gráfica extendida que como una serie de películas independientes.
Es arriesgado, sí, pero también es exactamente el tipo de riesgo creativo que necesita un género que a veces se ha vuelto demasiado predecible. Cuando The Batman – Part II llegue a los cines en 2027, no será solo una secuela; será la continuación directa de una historia que habremos estado viviendo en tiempo real durante años.
Y eso, para alguien que ha visto demasiadas secuelas que ignoran o minimizan sus predecesoras, es tremendamente emocionante. Reeves entiende algo fundamental: en Gotham, como en los mejores cómics de Batman, las consecuencias no esperan.



 
 
        