• Jet Li consiguió trasladar la elegancia del wushu tradicional al cine comercial estadounidense, aunque Hollywood no siempre supo aprovechar su potencial dramático.
• «Unleashed» representa la obra maestra de su etapa americana, donde Louis Leterrier permite que Li explore territorios interpretativos vedados en el cine de acción convencional.
• Su filmografía estadounidense constituye un fascinante estudio sobre las tensiones entre el arte marcial auténtico y las exigencias del sistema de estudios de Hollywood.
En el vasto panorama del cine de acción contemporáneo, pocos nombres evocan la elegancia marcial con la precisión de Jet Li. Mientras que sus contemporáneos como Jackie Chan optaron por el espectáculo acrobático y el humor físico, Li siempre mantuvo una solemnidad casi ritual en sus movimientos.
Esta herencia directa de su formación como atleta de wushu que representó a China en competiciones internacionales se tradujo en una aproximación cinematográfica única. Su llegada a Hollywood a finales de los noventa prometía una revolución en la coreografía de combate, aunque el resultado final sería más complejo de lo esperado.
La paradoja del talento en territorio extranjero
La carrera americana de Li constituye un fascinante estudio de caso sobre cómo el sistema de estudios de Hollywood puede tanto potenciar como limitar el talento genuino. A diferencia de sus trabajos con directores como Tsui Hark o Zhang Yimou, donde encarnaba héroes épicos de la tradición china, sus películas estadounidenses le obligaron a adaptarse a fórmulas más comerciales.
Sin embargo, entre esta producción desigual emergen obras que trascienden sus limitaciones presupuestarias y narrativas. Estas joyas revelan la verdadera dimensión artística de este maestro de las artes marciales, demostrando que el cine comercial puede alcanzar cotas de auténtica grandeza cuando las circunstancias se alinean correctamente.
«Unleashed»: la cumbre artística
«Unleashed», dirigida por Louis Leterrier en 2005, representa sin duda alguna la cumbre artística de la filmografía americana de Li. La película, distribuida en España como «Danny el Perro», funciona como una parábola sobre la deshumanización y la redención que recuerda, salvando las distancias, a los trabajos más introspectivos de Kurosawa.
Li interpreta a Danny, un hombre criado como un animal de pelea. Su interpretación trasciende el mero virtuosismo marcial para adentrarse en territorios dramáticos genuinos. La dirección de Leterrier comprende algo fundamental que muchos realizadores occidentales pasan por alto: Li no es simplemente un especialista en combate, sino un intérprete capaz de transmitir emociones complejas a través del lenguaje corporal.
Las secuencias de lucha poseen una coreografía que dialoga con la narrativa. Cada movimiento cuenta una historia, cada golpe expresa un estado emocional. Es cine de acción elevado a la categoría de arte.
El debut contradictorio en «Arma Letal 4»
«Arma Letal 4» marcó el debut de Li en Hollywood, y resulta revelador analizar cómo Richard Donner decidió utilizarlo. A diferencia de sus roles heroicos en el cine chino, aquí Li encarna al antagonista, Wah Sing Ku, un asesino silencioso cuya presencia física resulta más inquietante que la de muchos villanos construidos únicamente a base de diálogos amenazantes.
Su enfrentamiento final con Mel Gibson y Danny Glover constituye una de las secuencias de combate más coreografiadas de toda la saga. Sin embargo, la película también evidencia las limitaciones del sistema de estudios.
Li aparece como un elemento casi decorativo en una trama que privilegia el humor y la nostalgia por encima de la exploración de su potencial dramático. Es el precio que muchos artistas marciales han pagado por acceder al mercado estadounidense: la reducción de su arte a mero espectáculo.
«Romeo Must Die» y la fusión de géneros
La colaboración con el productor Joel Silver en «Romeo Must Die» representó un intento ambicioso de fusionar el cine de artes marciales con elementos del thriller urbano contemporáneo. Andrzej Bartkowiak, procedente del mundo de la dirección de fotografía, aporta una estética visual que recuerda a los mejores momentos del cine de acción de los ochenta.
Li comparte protagonismo con la malograda Aaliyah, y su química en pantalla funciona mejor de lo que cabría esperar en un proyecto que, sobre el papel, parece más un ejercicio de marketing que una propuesta cinematográfica genuina.
Las secuencias de combate, coreografiadas por Corey Yuen, mantienen la fluidez característica del cine hongkonés, aunque adaptadas al ritmo más pausado del montaje occidental. La película adolece de cierta falta de coherencia tonal, pero logra momentos de auténtica inspiración visual.
«The One»: experimento de ciencia ficción
«The One», dirigida por James Wong, representa uno de los experimentos más arriesgados de la carrera americana de Li. La premisa, que involucra universos paralelos y versiones alternativas del protagonista, permite al actor desplegar un registro interpretativo más amplio, encarnando tanto al héroe como al villano de la historia.
Es una dualidad que recuerda a los grandes temas del cine de género clásico: el bien y el mal como fuerzas complementarias. La película, pese a sus limitaciones presupuestarias evidentes, posee momentos de auténtica inspiración visual.
Las secuencias donde Li combate contra sí mismo están resueltas con una elegancia técnica que trasciende los efectos digitales de la época. Wong aporta un ritmo narrativo que privilegia la acción por encima de la exposición, una decisión acertada que mantiene la tensión dramática.
«The Expendables»: nostalgia de titanes
La participación de Li en la saga «The Expendables» de Sylvester Stallone merece una consideración aparte. Estas películas, concebidas como un homenaje nostálgico al cine de acción de los ochenta y noventa, reúnen a veteranos del género en lo que podría describirse como un ejercicio de metacine involuntario.
Li, junto a Stallone, Statham, y otros iconos del género, participa en una celebración melancólica de una época dorada que quizás nunca existió realmente. Desde una perspectiva puramente cinematográfica, «The Expendables» funciona mejor como fenómeno cultural que como obra fílmica.
Sin embargo, permite observar a Li en un contexto coral, donde su presencia física y su carisma natural destacan incluso en medio del caos narrativo característico de estas producciones. Es cine de entretenimiento puro, sin pretensiones artísticas, pero ejecutado con la profesionalidad de veteranos que conocen perfectamente los códigos del género.
El legado de un maestro en Hollywood
La filmografía americana de Jet Li debe entenderse en el contexto de una industria que, históricamente, ha tenido dificultades para integrar el talento asiático más allá de estereotipos limitantes. Li logró, en mayor medida que muchos de sus contemporáneos, mantener cierta dignidad artística incluso en proyectos comerciales de dudosa calidad narrativa.
Su aproximación al combate cinematográfico, heredera de la tradición del wushu pero adaptada a las exigencias del montaje occidental, ha influido en toda una generación de coreógrafos y directores. Películas como «The Matrix» o «Kill Bill» son impensables sin la revolución estética que Li y otros maestros asiáticos introdujeron en Hollywood a finales del siglo XX.
La carrera americana de Jet Li constituye un testimonio fascinante de los encuentros y desencuentros entre tradiciones cinematográficas diferentes. Aunque no todas sus películas alcanzan la excelencia artística, su legado perdura en cada secuencia de combate que privilegia la coreografía sobre la pirotecnia, la elegancia sobre la brutalidad gratuita.
En una época donde el cine de acción tiende hacia la saturación digital, la filmografía de Li nos recuerda que el verdadero espectáculo reside en la precisión del gesto humano. Como espectador que ha seguido la evolución del cine de acción durante décadas, no puedo sino lamentar que Hollywood no supiera aprovechar completamente el potencial dramático de Li.
Sin embargo, las joyas que emergen de su producción americana demuestran que, cuando las circunstancias se alinean correctamente, el cine comercial puede alcanzar cotas de auténtica grandeza artística.