Jimmy Kimmel vetado: El regreso de la censura que amenaza tu libertad

La suspensión de Kimmel revela cómo la presión política y corporativa amenaza la libertad de expresión en la televisión estadounidense.

✍🏻 Por Tomas Velarde

septiembre 19, 2025

• La suspensión de «Jimmy Kimmel Live» tras presiones de la FCC marca un precedente alarmante que recuerda a los períodos más oscuros de la censura en el entretenimiento estadounidense.

• La respuesta satírica de Seth Meyers evidencia cómo el late-night televisivo se convierte en la última trinchera de resistencia frente a una coacción política cada vez más descarada.

• Este episodio revela la fragilidad de las libertades democráticas cuando los intereses corporativos se pliegan ante las amenazas del poder regulatorio.

En los albores del cine sonoro, los estudios de Hollywood temblaban ante la llegada del Código Hays, esa férrea censura que dictaría qué podía mostrarse en pantalla durante décadas. Hoy asistimos a un fenómeno similar en la televisión estadounidense, donde las presiones políticas vuelven a determinar qué voces pueden alzarse y cuáles deben ser silenciadas.

La diferencia radica en que ahora no son los valores morales conservadores los que empuñan las tijeras, sino directamente el poder político ejercido a través de organismos reguladores. Como espectador que ha presenciado la evolución del medio durante décadas, resulta inquietante observar cómo los mecanismos de control se refinan pero mantienen su esencia coercitiva intacta.

La caída de Kimmel: anatomía de una censura moderna

La cadena ABC ha suspendido «Jimmy Kimmel Live» en sus filiales tras comentarios controvertidos del presentador sobre la «turba MAGA» en relación con Charlie Kirk. La decisión llegó después de que Brendan Carr, presidente de la FCC designado por Trump, amenazase con emprender acciones legales contra el programa.

La respuesta fue inmediata. Nexstar y Sinclair retiraron el programa de sus estaciones afiliadas, evidenciando la rapidez con la que las presiones regulatorias se traducen en autocensura corporativa.

La amenaza de Carr, formulada con un inquietante «podemos hacer esto por las buenas o por las malas», evoca métodos de presión que creíamos relegados a épocas menos democráticas. Su posición como regulador federal otorga un peso específico a sus palabras que trasciende la mera opinión política.

La resistencia satírica de Meyers

Seth Meyers respondió con la ironía característica del género, aunque su mensaje destilaba preocupación genuina. «Me despierto cada día y cuento mis bendiciones por vivir en un país que al menos pretende valorar la libertad de expresión», declaró, empleando esa sutil mordacidad que recuerda a los mejores momentos de la sátira política televisiva.

Su defensa de Kimmel trasciende la solidaridad gremial para convertirse en una reivindicación de principios fundamentales. El apoyo satírico a Trump, cargado de ironía, funciona como un espejo que refleja las contradicciones inherentes a cualquier intento de silenciar la crítica humorística.

Trump celebró la suspensión a través de Truth Social, calificando a Kimmel de «sin talento» y sugiriendo que otros presentadores deberían enfrentarse a consecuencias similares. Esta declaración revela una estrategia dirigida a domesticar un género tradicionalmente crítico con el poder.

Ecos del pasado: de McCarthy al presente

La situación presenta paralelismos evidentes con los períodos más sombríos de la censura estadounidense. Durante la era McCarthy, los artistas se enfrentaban a listas negras por sus opiniones políticas. Hoy, los mecanismos son más sofisticados pero igualmente efectivos: la presión regulatoria sustituye a la persecución directa.

El late-night televisivo ha funcionado históricamente como válvula de escape democrática, un espacio donde el poder político podía ser cuestionado a través del humor. Desde Johnny Carson hasta la generación actual, estos programas han mantenido una tradición de irreverencia que forma parte del ADN cultural estadounidense.

La rapidez con la que las cadenas retiraron el programa demuestra hasta qué punto el miedo a las represalias puede condicionar las decisiones editoriales. Esta dinámica establece un precedente peligroso que podría extenderse a otros ámbitos del entretenimiento.

El futuro de la libertad expresiva

Lo que presenciamos trasciende el caso de Kimmel para convertirse en síntoma de una enfermedad más profunda del panorama mediático contemporáneo. La facilidad con la que las presiones políticas se traducen en censura efectiva revela la fragilidad de libertades que creíamos consolidadas.

Como cinéfilo que ha estudiado los períodos más oscuros de la censura en Hollywood, reconozco en estos acontecimientos los mismos patrones que llevaron al silenciamiento de voces críticas durante décadas. El humor ha sido históricamente una de las últimas trincheras de la resistencia cultural.

La respuesta de Meyers nos recuerda que el entretenimiento debe desempeñar un papel crucial en una sociedad democrática. El futuro dirá si esta resistencia será suficiente para preservar un espacio de libertad que, una vez perdido, resulta extraordinariamente difícil de recuperar.


Cinéfilo empedernido, coleccionista de vinilos de bandas sonoras y defensor de la sala de cine como templo cultural. Llevo más de una década escribiendo sobre cine clásico, directores de culto y el arte de la narrativa visual. Creo que no hay nada como un plano secuencia bien ejecutado y que el cine perdió algo cuando dejó de oler a celuloide.

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