• James Gunn defiende sin tapujos la controvertida línea argumental de Earth-X en Peacemaker, donde los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial.
• El showrunner se muestra completamente cómodo siendo «polarizante» y no teme las críticas racistas que pueda recibir por sus decisiones narrativas.
• La serie explora una realidad alternativa distópica donde las personas no blancas están encerradas en campos de concentración, generando debate interno en la producción.
Cuando pensamos en los límites del entretenimiento superheroico, rara vez imaginamos que alguien tendría las agallas de llevar a nuestros héroes favoritos a un mundo donde los nazis ganaron la guerra. Pero claro, estamos hablando de James Gunn, el mismo tío que convirtió a un mapache parlante y un árbol monosilábico en iconos cinematográficos.
Su capacidad para encontrar humanidad en los lugares más inesperados siempre ha sido su carta de presentación. Y ahora, con Peacemaker, vuelve a demostrar por qué DC acertó de lleno al ponerle las riendas del nuevo universo cinematográfico.
Lo que está ocurriendo con la segunda temporada de Peacemaker va más allá de la simple provocación. Gunn ha decidido enfrentar de cara uno de los temas más espinosos de nuestra época, y lo hace con la misma valentía narrativa que caracterizó sus mejores trabajos en Guardianes de la Galaxia.
Porque al final, ¿no es eso lo que debería hacer el buen cine de superhéroes? ¿Usar la fantasía para hablarnos de realidades incómodas?
Una apuesta narrativa sin concesiones
La Earth-X de Peacemaker no es territorio nuevo para DC. Los cómics llevan décadas explorando realidades alternativas donde la historia tomó caminos diferentes.
Pero llevar esa premisa a la pantalla, especialmente en el clima político actual, requiere un tipo especial de coraje creativo. Y Gunn lo tiene de sobra.
En el episodio 6 de la serie, Chris Smith se encuentra con una realidad donde Estados Unidos está controlado por los nazis y las personas no blancas están encerradas en campos de concentración. Es una imagen brutal, sin edulcorar, que ha generado exactamente el tipo de reacciones que cabría esperar.
Gunn ha sido transparente sobre las resistencias internas que encontró. «Recibimos mucha oposición de varias fuentes dentro de la estructura, especialmente con este episodio», confesó en una entrevista con GQ.
«Y nosotros dijimos: ‘No seamos tímidos con esto. Hagamos la historia que queremos hacer y no quiero tener que suavizar los golpes'».
La comodidad de ser polarizante
Lo que más me llama la atención de la postura de Gunn es su tranquilidad ante la controversia. No es la actitud defensiva de quien busca polémica por polémica, sino la serenidad de alguien que entiende que ciertas historias necesitan contarse.
«Tengo algunos racistas que me han llamado polarizante, pero estoy cómodo siendo polarizante y dejando que los racistas se queden en el camino», declaró sin rodeos.
Es una posición que recuerda a los mejores momentos del cómic social de DC, cuando escritores como Dennis O’Neil y Neal Adams usaron Green Lantern/Green Arrow para hablar de racismo y adicción.
La diferencia es que Gunn lo hace desde la plataforma más visible que ha tenido DC en streaming. Peacemaker no es un cómic de nicho; es contenido mainstream que llega a millones de hogares.
El contexto importa
Hay que entender que esta no es la primera vez que DC explora Earth-X. La realidad alternativa nazi ha aparecido en cómics, series animadas e incluso en el crossover televisivo del Arrowverso.
Pero el momento importa, y Gunn lo sabe. Vivimos tiempos donde el extremismo político ha vuelto a asomar la cabeza de formas que creíamos superadas.
En ese contexto, mostrar las consecuencias últimas de esas ideologías no es solo entretenimiento; es casi un deber cívico.
La recepción del episodio ha sido mayoritariamente positiva entre los espectadores, lo que sugiere que el público está preparado para este tipo de narrativas complejas. Al fin y al cabo, una de las grandes fortalezas del género superheroico siempre ha sido su capacidad para funcionar como alegoría social.
Libertad creativa en tiempos complejos
Lo que Gunn está haciendo con Peacemaker trasciende las típicas discusiones sobre «woke» o «anti-woke» que tanto ruido generan en redes sociales.
Está usando su libertad creativa para contar una historia que considera importante, punto. Y esa libertad, conseguida tras años de éxitos tanto en Marvel como en DC, le permite tomar riesgos que otros no se atreverían.
Es refrescante ver a un creador que no se esconde detrás de eufemismos corporativos cuando se le pregunta por sus decisiones narrativas. Gunn entiende que el arte, incluso el arte popular, tiene la responsabilidad de incomodar de vez en cuando.
Al final, lo que James Gunn está haciendo con Peacemaker es recordarnos por qué los superhéroes importan más allá del espectáculo visual.
Estos personajes nacieron en tiempos de guerra, creados por inmigrantes judíos que entendían perfectamente contra qué luchaban. Superman debutó en 1938, Batman en 1939. No es casualidad.
La valentía de Gunn no está solo en mostrar una realidad alternativa distópica, sino en confiar en que su audiencia es lo suficientemente madura para entender el mensaje.
En una época donde el entretenimiento tiende a la autocomplacencia, es reconfortante saber que todavía hay creadores dispuestos a usar su plataforma para algo más que simple diversión.
Porque al final, las mejores historias de superhéroes siempre han sido las que nos obligan a mirarnos al espejo.